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Entrevista
Alejandro Palomas Escritor

"Mientras me violaba, pensaba cómo consigue Mary Poppins salir volando"

El ganador del Premio Nadal cuenta las agresiones sufridas en un colegio de La Salle de Premià de Mar y consigue que Pedro Sánchez le llame por teléfono

El escritor Alejandro Palomas en una imagen tomada este jueves cerca de su lugar de residencia.

Pese a que sus libros, cargados de bondad y buenos sentimientos, son muy luminosos al escritor Alejandro Palomas se le intuía un dolor secreto, o no tanto, como él mismo se encarga de revelar. Todo estaba ahí delante de los ojos de los lectores que a poco que leyeran entre líneas podían pensar que el autor arrastraba un secreto. Ahora lo ha hecho público, o mejor dicho se lo ha puesto en bandeja a la prensa: cuando tenía 8 años un hermano de la Salle de Premià de Mar le practicó tocamientos en dos ocasiones y en una tercera lo violó en la enfermería donde el religioso lo dejó atado a la cama "para evitar que él mismo se hiciera daño" porque el pequeño se había herido en un ojo. Tras la granada de mano lanzada, el autor, se muestra agitado por todas las muestras de solidaridad recibidas pero también satisfecho por haber recibido una llamada directa de Pedro Sánchez

¿Se imaginaba esta repercusión?

Lo he hecho especialmente para que fuera así. No quería una venganza personal contra el agresor que hoy supera los 90 años. Tampoco es algo personal. Yo estoy recuperado… (ríe irónico), bueno, recuperado… se puede decir que tengo una vida. Los hombres aparecen y desaparecen pero las dinámicas perversas continúan. 

Pero si se habla, si se denuncia públicamente, hay posibilidad de que esas dinámicas se transformen. ¿Qué le ha dicho al presidente? 

Él -o su jefe de gabinete- vio mi tuit y me ha llamado de buena mañana. Yo todavía estaba en la cama. Me habló del impacto que le había supuesto la noticia y empezó a hablarme de la letra pequeña de la política, algo que que no me interesa. Le he dicho que lo que necesitaba es que se escuche mi historia y de ahí ha salido una cita para vernos tranquilamente la semana que viene. 

En estos momentos se está proponiendo una comisión parlamentaria de investigación sobre los abusos a menores por miembros de la Iglesia católica, casos como este pueden ser un acicate. 

Hasta ayer, en esta comisión estaban Esquerra, Bildu y Podemos, pero en la conversación Sánchez me anunció que los socialistas también la integrarán. Así que algo sí se ha conseguido. Yo he sido un poquito ‘puta’ al plantearle que si hay 300.000 personas que han sido abusados de niños y nadie les ha dado la oportunidad de escucharlos o darles voz, tienes a 300.00 personas que no te van a votan. Vamos, que tienes que escuchar a la gente no a tu jefe de gabinete. Si con mis declaraciones voy a conseguir un rayo de esperanza. 

Lo denuncia ahora pero usted ya había dejado caer en entrevistas que tuvo una infancia difícil. 

En entrevistas y en presentaciones. Una vez di una charla TED en la Universidad de León ante 1.200 personas donde detallé los abusos. Nadie me preguntó.

Quizá hay mucha gente a la que le incomoda oír eso.

Es como la gente que ama a los animales pero no quiere saber que existen mataderos. No queremos ver lo que nos duele. 

¿Por qué en este momento?

Porque mi madre murió, mi padre también. Lo hicieron con ocho días de diferencia. Ella se saltó una revisión de su cáncer de piel por la pandemia. Mi padre tenía leucemia.  

¿De haber estado vivos lo habría hecho público igual?

Yo creo que no. Lo conté en casa y fueron a hablar en el colegio donde les dijeron que lo solucionarían y que no volvería a ocurrir. “Hablaremos con el hermano y lo solucionaremos, pero ustedes manténgalo con discreción”, les dijeron.

Es decir, lo taparon. 

Mi madre me habló de 'discreción' y yo no la entendí, no sabía que era exactamente esta palabra. Solo había leído en los comics de joyas literarias aquello de "fuego a discreción". Pero la discreción fuera lo que fuese les funcionó: nadie volvió a hablar del tema. 

Para usted su madre, así lo ha contado en sus libros, ha sido la persona más importante de su vidas. ¿Cree que se sentía culpable?

Ella creía que no había hecho todo lo que se debía hacer, pero no supo cómo afrontarlo. Hablar de aquello fue el único tabú que hubo entre nosotros. Cuando el tema de los abusos de los Maristas aparecía en la tele, ella cambiaba inmediatamente de canal. 

Las agresiones y la violación tal y como las ha relatado son terribles. Duele oírlas. ¿Qué pasaba en su interior cuando ocurrían?

La noche de la violación yo estaba en la cama de la enfermería de una de esas colonias de vacaciones de curas. Junto a mí había un gran ventanal. Entre las visitas que el hermano me hizo de noche mientras yo estaba inmovilizado solo pensaba en que por favor llegara pronto el día y todo aquello terminara. Mientras me violaba, miraba la ventana y pensaba en la posibilidad absurda de tirarme por ella pero no podía. También estaba la idea loca de preguntarle a mi madre cómo consigue Mary Poppins salir volando y escapar de los problemas. 

La de Mary Poppins es una imagen recurrente en su literatura.

'Un hijo' que fue premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil tenía que haberse llamado 'El niño que quería ser Mary Poppins', que es como se tradujo al francés, pero a nadie se le ocurrió preguntarme de donde salía aquella. 

El grado de soledad y abandono al que se enfrenta un niño agredido sufre en la infancia es enorme. 

Es verdad, pero hay algo más. Lo terrible es el abandono de tu agresor, en el que confiabas porque tú eras un niño vulnerable y estabas convencido de que él te iba a proteger, hasta que te violenta y la tierra se abre a tus pies. No tienes a nadie porque confiaste ciegamente y no puedes buscar ayuda porque era él el que te la proporcionaba. Ese es el paradigma del maltrato habitual, algo que si sucede puede repetirse en las relaciones adultas, como ha sido en mi caso. El abuso infantil es una fábrica de víctimas para el abuso adulto. 

Además esa persona en la que confiaba era un hombre de Dios, un religioso. 

Piensa que esto ocurría en 1975 cuando Franco estaba vivo. Cuando mi agresor eyaculaba me decía: “Ves lo que me haces hacer”. Una frase que yo podría poner en luces de neón en la puerta de mi casa. 

Él sabía muy bien cómo hacer una transferencia del sentimiento de culpa. 

De niño me hacía muchas preguntas y era un tanto complicado. Mientras sucedía la agresión solo tenía sensaciones de angustia, desorientación, daño incluso físico pero no supe ordenarlas mentalmente. Pero al sentir esa frase me hizo creer que yo era responsable, que yo era quien tenía que encontrar la solución para que el no actuara así. Me ahogaba en aguas turbias. 

Siempre se ha definido como un niño solitario.

Yo era un niño muy afeminado, cuando era muy pequeño parecía una niña. No jugaba al fútbol, no sabía relacionarme con los niños y me recluía para leer. Tenía muchos números para que el hermano se fijara en mí. Seguro que no fui el único. 

Es importante verbalizar estas situaciones que hasta el momento no tenían palabras. A James Rhodes le ayudó escribirlas. ¿Todo acabará siendo un libro?  

No lo sé. Tengo otros proyectos, aunque seguro que a mi agente le han llegado muchas propuestas para que lo haga. Pero en el fondo creo que estas cosas deben hacerse más desde la emoción que del intelecto, que tiene muchas más defensas. No descarto escribir pero de momento me siento más activista contando esto de viva voz. He conseguido que Pedro Sánchez me llame. 

¿Qué le parece que el presidente de la Confederación Episcopal dijera que la Iglesia investigará todos los casos pero no aceptará una comisión independiente?

Esto refleja muy bien cuál es el papel de la Iglesia. Es triste pero no sorprende. La Iglesia debería tener un papel activo y no reactivo, quizá porque todavía tiene mucho que esconder. No puedo entender que todavía sientan que los delitos cometidos por sacerdotes no son competencia del Estado. A mí no me sirven que este tipo de delitos se diriman en el Vaticano porque yo no tengo nada que ver con el Vaticano. Soy un ciudadano, no un fiel, y mis derechos civiles son los que son. Los curas deben responder ante la ley. Y la ley es nuestra y no de la Iglesia

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