Se ha dicho de ellos que no son fiables, que no detectan asintomáticos y que dan una falsa sensación de seguridad; se ha tardado mucho en aprobar su venta sin receta, solo se dispensan en farmacias y son caros. Encima, escasean cuando más los necesitamos. Pero la utilidad de los test rápidos de antígenos está más que demostrada, sobre todo en épocas de alta incidencia, como la actual. Bien utilizados constituyen una magnífica herramienta para evitar contagios.

¿Qué es un test de antígenos?

Con los contagios de COVID-19 disparados, los test de antígenos son ahora más útiles que nunca, y bien utilizados constituyen, por su rapidez y facilidad de uso, una alternativa muy práctica a las PCR. Sin embargo, muchas personas creen que no son fiables, y quienes quieren usarlos ya no los encuentran en las farmacias. En este reportaje se explica cómo utilizar bien estas pruebas, que aumentan su eficacia con la repetición, y se incluyen matices relativos a la vacunación y a la variante ómicron.

¿Cómo se hace el test de antígenos?

En 15 minutos, y tras la introducción de un bastoncillo 2,5 centímetros en la nariz (conviene frotar las paredes de ambas fosas nasales varias veces), detectan personas susceptibles de contagiar, para lo que es necesario tener una carga viral suficiente. Cuando nos contagiamos el virus comienza a multiplicarse en nuestro cuerpo. Es preciso que esa carga viral suba a un cierto nivel para que el test de antígenos dé positivo. Las PCR son más sensibles, detectan cargas virales muy bajas, pero no siempre un positivo en PCR es contagioso; además, requieren más tiempo y su coste es unas 25 veces mayor.

¿Cuándo hacerse un test de antígenos?

Si vamos a reunirnos con no convivientes, justo antes del encuentro. Si creemos que nos hemos podido contagiar, debemos esperar al menos 2 ó 3 días tras el contacto para que la carga viral suba a un nivel detectable. También, por supuesto, si tenemos síntomas, aunque ello no siempre significa tener una carga viral detectable. Si damos negativo con síntomas hay que repetir la prueba.

¿Los test de antígenos detectan la variante ómicron?

. El hecho de que la proteína espícula (S) haya mutado no influye, dado que los test reconocen como antígeno la proteína (N) de la nucleocápside del virus.

 

¿Influye la vacuna en los test de antígenos?

Que algunas personas den negativo teniendo síntomas refleja que las vacunas funcionan, como ha explicado el epidemiólogo estadounidense Michael Mina, experto en test de antígenos. Gracias a la inmunidad adquirida por las vacunas podemos tener síntomas antes de ser contagiosos, como ocurre con los catarros: al estar vacunados nuestro sistema ya reconoce este coronavirus y por ello desarrolla síntomas, y si el virus supera esta primera barrera se replica más rápido después. Por lo tanto, “si eres sintomático y negativo, aunque significa que probablemente no seas contagioso en ese momento, debes ser muy cauteloso –advierte Mina–. Ponte en cuarentena si es posible y hazte la prueba de nuevo a la mañana siguiente o esa noche”.

¿Podemos confiarnos si el test de antígenos da negativo?

Imaginemos que nos da negativo justo antes de un fin de semana con no convivientes en una casa rural. Los test rápidos “capturan” a la mayoría de las personas infecciosas en un momento dado. Por tanto, quizá nos hemos hecho el test cuando el virus aún no ha llegado a un nivel viral “contagioso” en nuestro cuerpo y podemos alcanzarlo en ese fin de semana o bien contagiarnos después. Conviene repetir el test.

¿Por qué importa que sean baratos?

En España –solo en farmacias– cuestan entre 5 y 8 euros, lo que dificulta que mucha gente se teste varias veces. En Reino Unido son gratis y en Portugal cuestan unos 2 euros en supermercados. Un estudio en el “Journal of the American Medical Association” demostró una sensibilidad muy elevada de los test de antígenos cuando se realizan de forma repetida: hacerlos un día aislado no es tan eficaz, ya que el resultado puede cambiar en cuestión de horas o al día siguiente.

Te puede interesar:

En resumen, ¿debemos utilizarlos?

Sí, si los usamos bien y siendo conscientes de que no son perfectos. Nada lo es. Son una capa de protección más, junto con las vacunas, mascarillas, ventilación, distancia... Como los quesos suizos, todas estas capas tienen “agujeros”. Como dice María I. Tapia, “con los test rápidos está ocurriendo lo mismo que pasó con las mascarillas: primero dicen que no valen. Cuando se dan cuenta de que sí, y cuando más los necesitamos, no hay para todos. Mala previsión, mala gestión”.