Tal vez usted no haya reparado en ello, pero pruebe a comprobarlo la próxima vez que se suba a un avión: no hay nadie en la tripulación que lleve un solo tatuaje visible. Sea la aerolínea que sea. Y, si lo llevan, lo habrán tapado de modo y manera que usted no se percate de que ese dibujo existe.

Lourdes (nombre ficticio) es una azafata madrileña de 27 años que trabaja para una aerolínea española. Le cuenta a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, diario perteneciente al mismo grupo editorial que este medio, que, cada vez que tiene que ir a trabajar, pasa como una hora tapando el tatuaje de su tobillo con maquillaje. “El uniforme de los chicos tiene pantalón, el mío falda. Con el zapato de tacón se ve. Hay que taparlo de alguna forma, porque tiene que quedar siempre bien oculto. Así llevo 3 años”.

Explica que el dibujo en cuestión es una flor. Nada ofensivo en ninguna cultura “que yo sepa. Pero las normas aquí son las que son y mi tatuaje no se puede mostrar. Luego puedes ver a algún piloto que tiene tatuajes en los brazos. Pero él es la máxima autoridad del avión y no está cara al público. No tienen ese problema”.

‘Ese problema’, después de tantos años de aviación civil, sigue siendo exclusivo los auxiliares de vuelo. Azafatas, sobrecargos. Los llamados TCP (Tripulación de Cabina de Pasajeros). La parte de la plantilla que atiende a los viajeros y cuyos miembros tienen terminantemente prohibido lucir tatuajes visibles en su piel. “Tampoco piercings, pero eso es más sencillo de solucionar. Lo de los tatuajes, depende de dónde lo lleves, te imposibilita para trabajar de esto”.

No está escrito en ningún tratado sobre vuelos comerciales. No hay una norma internacional que lo especifique. De hecho, hemos contactado con la patronal española de las aerolíneas (Asociación de Líneas Aéreas - ALA) y su respuesta es que no es de su competencia: “No tenemos opinión al respecto porque no es una cosa nuestra. Es política y decisión de cada aerolínea”.

Se trata, por tanto, de una decisión exclusiva de cada empresa. Lo que sucede es que todas tienen la misma política de contratación: si tienes tatuajes visibles, del tipo que sean, olvídate de trabajar con nosotros. Y es una costumbre global.

Obligados a engañar

Igual que Lourdes, son cientos de jóvenes (porque el oficio también tiene limitaciones de edad) los que se ven frente a una disyuntiva cuando deciden que quieren trabajar como auxiliares de vuelo: tatuaje o empleo. Las alternativas son escasas: “Si te lo puedes ocultar, asegúrate de que lo escondes de verdad y nadie te lo vea”, explica al citado periódico Carlos. Un auxiliar barcelonés de 25 años que también se ve obligado a hacer malabarismos para ocultar sus tatuajes.

“En mi caso llevo cinco; cuatro están en el tobillo y los gemelos. Con esos no tengo problema. Sí lo tengo con el quinto, el del pecho. Que depende de la tela de la camisa del uniforme, se transparenta. De hecho, me pillaron una vez. Lo bueno es que la persona que me lo revisaba aquel día hizo la vista gorda y sólo me advirtió que me lo tapase para no tener problemas. Si me hubiera pillado otro, tal vez hubiera perdido mi trabajo”.

El tatuaje, si está en zona visible, imposibilita trabajar de auxiliar de vuelo.

Lourdes y Carlos trabajan en sendas aerolíneas españolas, aunque prefieren no especificar cuál. Les gusta su trabajo, que llevan haciendo desde hace 3 años y no quieren ponerlo en riesgo por exponerse. El prejuicio, no obstante, no es exclusivo de nuestro país. El veto al tatuaje visible es generalizado en el mundo entero.

“A mí en la entrevista de trabajo me pusieron delante un papel con un cuerpo humano dibujado y me pidieron que ubicase allí mis tatuajes. Yo mentí y puse que ninguno. Pero otras compañeras me han dicho que alguna aerolínea de Oriente Medio se asegura de que no los lleves y te hace quitarte la ropa para asegurarse, que yo no tengo claro que eso sea muy legal”, cuenta Lourdes.

La única aerolínea que parece habérselo saltado es Air New Zealand, que permite los tatuajes a su TCP desde septiembre de 2019. En un principio fue una medida adoptada para mostrar respeto a los denominados tatuajes ta maoko (maoríes, los aborígenes de la isla). Pero el presidente de la compañía, Christopher Luxon, acabó declarando que era una cuestión de evolución de la mentalidad.

“En las conversaciones que hemos tenido con clientes y neozelandeses en los últimos cinco meses, está claro que hay una creciente aceptación de los tatuajes en Nueva Zelanda, particularmente como un medio de expresión cultural e individual. La investigación indica que uno de cada cinco neozelandeses tienen al menos un tatuaje, con más del 35 por ciento de los menores de 30 años tatuados”, declaró el portavoz de la empresa excepción que confirma la regla.

Hay trabajo

En el sector en el que hay empleo, pero que cuenta con el hándicap de los tatuajes visibles de forma generalizada. Y en las academias ya suele advertirlo. “Yo es lo primero que les digo cuando llegan. Chicos, los tatuajes visibles pueden ser motivo de que no os seleccionen”. Nos lo explica en conversación telefónica Nuria López Ondarza, propietaria de dos centros de la cadena Air Hostess, una de las más conocidas academias españolas de auxiliares de vuelo. Ella tiene centros en Bilbao, Santander y va a abrir uno en Pamplona.

Imparte un curso que dura tres meses y medio y cuesta en torno a los 3.000 euros. Pero se amortiza porque, asegura, se trata de un sector en el que la demanda de empleo es importante: “Es rara la semana que no se coloca alguien de la academia”. Por eso les lee la letra pequeña de lo que se van a encontrar desde el principio: “Yo soy honesta y se lo digo de primeras, porque es un elemento condicionante muy fuerte. No les voy a engañar. Si el tatuaje se puede camuflar, adelante. Pero si tienes todo el brazo pintado o tienes alguno en una zona donde sea imposible, mejor dedicarte a otra cosa”.

“Yo misma llevo tatuajes en los tobillos y, dependiendo del calzado, me los he tenido que maquillar”, reconoce. “Sé que es una cuestión de imagen de la empresa, pero no entiendo por qué en este sector no se ha evolucionado en ese sentido. El tatuaje ya no tiene las mismas connotaciones de antes. Ahora lo difícil es encontrar a alguien que no lo lleve. No hemos avanzado nada en ese aspecto”.

Hastas la Guardia Civil

En efecto, la aviación comercial parece haberse quedado como reducto único del prejuicio contra los tatuajes visibles, si hablamos de sectores. Hasta el año pasado, la Guardia Civil se encontraba en este diminuto grupo. La Benemérita nunca ha permitido, desde sus inicios, que sus agentes luciesen tatuajes visibles.

Eso cambió el pasado mes de noviembre. El Consejo de Ministros sacó adelante un real decreto que prohibía los tatuajes contrarios a la disciplina o los valores constitucionales, pero permitía el resto de dibujos visibles vistiendo el uniforme, por primera vez en la historia del Instituto Armado. "Se permiten los tatuajes o parte de los mismos que sean visibles vistiendo el uniforme de uso general de la Guardia Civil, siempre que no reflejen motivos o expresiones prohibidas", dice el artículo 13.2 del Real Decreto 967/2021.

Un problema, por otra parte, superado en los otros cuerpos y fuerzas de seguridad del estado. El tatuaje en zo0na visible no es, per se, motivo para descartar a un candidato en ninguno de los cuerpos policiales españoles. En el ámbito de la empresa privada hay firmas puntuales que tampoco permiten llevar determinados tatuajes visibles. Pero que sea una limitación generalizada en el sector, solamente en las aerolíneas.

¿Es legal?

Pero, ¿es legal o discriminatorio que en pleno siglo XXI, la mera existencia de un tatuaje (sin entrar en sus dimensiones ni significado) pueda suponer olvidarse de un trabajo? La abogada laboralista Eva Mirón señala a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA que " El artículo 38 de la Constitución Española permite este tipo de restricciones en la contratación de personal sobre la base del derecho de la libertad de empresa. Si bien es cierto que estamos ante exigencias que pueden resultar discriminatorias o vulneradoras del derecho a la propia imagen, también que están amparadas por la Ley".

¿Sería posible entonces que una de estas empresas despidiese a un trabajador al que no le identificó tatuajes en el momento de la contratación? La letrada analiza este supuesto: "Si el tatuaje está en una zona visible con el uniforme de empresa y uno de los requisitos para incorporarse a plantilla era precisamente no tener tatuadas esas zonas, un despido disciplinario por este hecho podría estar justificado, ya que el tatuaje entraría en conflicto con la imagen corporativa de la compañía. Y empleado, conociéndolo, lo habría ocultado en la entrevista de trabajo".

Sin embargo, añade que una demanda podría tener recorrido judicial: "Estamos en un supuesto donde entran en colisión varios derechos constitucionales (derecho a la libertad de empresa frente al derecho a la propia imagen y al libre desarrollo de la personalidad del trabajador) con lo cual, si el empleado decide demandar y el procedimiento llega a sede judicial se podría dar el caso de que el juez de lo social considerase que el despido es nulo por discriminatorio".

Lo que sí que tiene claro que no es legal es tener que ubicar en un papel los tatuajes durante una entrevista: "En ningún caso se puede obligar a un candidato en una entrevista a dibujar en un papel los tatuajes que tiene en el cuerpo ya que con ello se estaría vulnerando su derecho a la intimidad. Lo que sucede en estos supuestos es que los candidatos acceden porque son conscientes de que si no lo hacen no tendrán oportunidad alguna de continuar en el proceso de selección, por lo que una vez aceptada la petición del entrevistador difícilmente se puede defender que la empresa ha violado su derecho a la intimidad".

Las empresas

Asevera Eva Mirón que tampoco es legal, por si se lo piden en una entrevista, que muestren su cuerpo para comprobar si existen tatuajes: "Este escenario es totalmente imposible en España, al menos dentro de la legalidad, ya que tanto nuestra Constitución como el Código Penal nos protegen. Una empresa que obligase a los candidatos a desnudarse podría estar incurriendo en un delito contra la intimidad y contra la libertad sexual, situación que se produjo hace unos años en Alicante a raíz de que un empresario obligase a las candidatas a un puesto de camarera y bailarina de discoteca a bailar y desnudarse mientras grababan la entrevista a través de una cámara web".

¿Y qué dicen las compañías al respecto? EL PERIÓDICO DE ESPAÑA se ha puesto en contacto con varias de las principales aerolíneas españolas. Hemos dejado el mensaje, pero en ninguno de los tres casos nos han contestado. Así, la restricción de los tatuajes visibles en las aerolíneas linda con la ilegalidad, pero la ley otorga a las empresas la potestad de decidir y los candidatos lo aceptan. Este sector es el último reducto que queda contra los tatuajes. En las alturas hay trabajo, pero para el que no lleve tatuajes.