Hoy cerrará la Semana de la Ciencia Javier García Martínez, catedrático de Química de la Universidad de Alicante y presidente de la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada (IUPAC). Su ponencia lleva por título "Química circular: cómo construir una nueva economía a escala molecular". El público puede interaccionar con la ponente enviando preguntas al correo eventos@lne.es.

Catedrático de Química de la Universidad de Alicante y presidente de la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada, clausura hoy, a las 19.30 horas, la VII Semana de la Ciencia “Margarita Salas” 


Javier García Martínez: “La química circular es una nueva forma de entender nuestra relación con el planeta”


La VII Semana de la Ciencia “Margarita Salas” se clausurará hoy con una conferencia de Javier García Martínez, catedrático de Química de la Universidad de Alicante y presidente de la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada, uno de los máximos representantes mundiales en este campo que abordará la novedosa cuestión de la química circular aplicada a la construcción de una nueva economía a escala molecular. García Martínez ha realizado contribuciones en el desarrollo tecnológico y comercialización de catalizadores que reducen las emisiones de CO2. Su labor empresarial le ha valido el reconocimiento de algunas de las instituciones más importantes en el ámbito nacional e internacional. Le presentará Susana Fernández, decana de la Facultad de Química de la Universidad de Oviedo.

–Háblenos de ese nuevo concepto de química circular.

–La manera en la que producimos casi todo lo que utilizamos hoy en día consiste en extraer recursos de la naturaleza, transformarlos en bienes y servicios, y finalmente, en la mayoría de los casos, verterlos a la naturaleza. Este proceso no es sostenible. La química circular es una nueva forma de entender nuestra relación con el planeta que consiste en diseñar, desde el principio, procesos y productos de forma que pueden reutilizarse. La economía circular, de la que tanto estamos oyendo hablar en los últimos meses, será solo posible si todo lo que producimos está diseñado para poder recuperarse y reutilizarse. Durante mi conferencia explicaré algunos de los avances más prometedores en este sentido; es decir, descubrimientos científicos que nos permiten reducir nuestro impacto sobre el medio ambiente que a la vez generan beneficios y empleo de calidad.

–En su conferencia tratará acerca de la necesidad de crear una nueva economía a escala molecular. ¿Por qué es tan importante este concepto?

–Porque la economía circular será posible solo si diseñamos todo aquello que producimos para que pueda reciclarse, y esto debe hacerse a escala molecular, es decir, para reutilizar algo es muy importante que su estructura pueda desensamblarse y recomponerse fácilmente. Esta idea constituye una nueva forma de entender la química y, en general, nuestra forma de producir basada en pensar desde el principio que emitir desperdicios o verter residuos no es una opción.

–Da la impresión de que las “pequeñas” cosas están llamadas a salvar al planeta de grandes catástrofes, ¿es así?

–A veces nos puede dar la impresión de que las moléculas son “cosas pequeñas”, pero en realidad en ellas está contenida la información que nos hace ser lo que somos (nuestro código genético), la energía que nos mueve (combustibles) y los alimentos que nos nutren, carbohidratos y proteínas, principalmente.

–¿Y bien?

–Lo que va a salvarnos de las grandes catástrofes es la inteligencia. Entender la causa de nuestros problemas y estudiar las mejores soluciones para enfrentarlos. Esta ha sido una de las grandes lecciones de la pandemia y, sin duda, lo será también de otros retos como el cambio climático o la resistencia de las bacterias a los antibió­ticos.

–Es el primer español que preside la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada y, como tal, máximo representante de este campo en el mundo. ¿En qué consiste su tarea?

–La Unión Internacional de Química Pura y Aplicada (IUPAC) es el organismo internacional que gobierna la química y, por lo tanto, es una enorme responsabilidad. Nuestra organización provee a la comunidad científica y a la industria de datos muy importantes como los pesos atómicos, financia proyectos de investigación internacionales y ha jugado un papel fundamental en la creación del lenguaje químico. Sin duda, la nomenclatura química y la tabla periódica que estudiamos en el colegio son los aspectos relacionados con la IUPAC con los que nuestros lectores estarán más familiari­zados.

–Además de cuestiones tan significativas como la tabla periódica, ¿qué más cosas hacen?

–Estamos haciendo cosas increíbles, como la creación de un nuevo lenguaje químico para las máquinas que permita el desarrollo de la inteligencia artificial en la química.

–El ser humano siente fascinación por la química desde el principio de la Humanidad. ¿Nos quedan aún por ver muchos avances en este campo?

–Nos quedan los avances más sorprendentes. A finales del siglo XIX, en plena segunda Revolución Industrial, muchos colegas pensaban que la ciencia había llegado a su cima. Poco después, la mecánica cuántica y la teoría de la relatividad cambiaron la forma en la que entendemos el mundo. Los avances actuales en edición genética, materia y energía oscuras y la aplicación de la inteligencia artificial a la investigación científica nos traerán progresos que hasta hace unas décadas nos parecían imposibles.

–¿Por qué se dedica a la investigación?

–Ser científico es la mejor decisión que he tomado en mi vida. Me ha permitido conocer a gente interesante, dar lo mejor de mí mismo y embarcarme en proyectos alucinantes. Quiero aprovechar esta oportunidad para invitar a todos los que nos leen a que conozcan más sobre la ciencia. Hoy en día hay recursos increíbles que nos permiten asomarnos a la aventura de conocer el mundo que nos rodea, a dar luz a la oscuridad con trabajo, esfuerzo e inteligencia.

–¿Qué le parece la Semana de la Ciencia que organiza LA NUEVA ESPAÑA y que hoy clausura?

–Francamente estupenda. En un momento en el que las noticias falsas y la posverdad crean tanto ruido y desinformación, el hecho de que un periódico con la tradición y el prestigio de LA NUEVA ESPAÑA dedique toda una semana a la divulgación de la ciencia es motivo de esperanza e ilusión.


Ana Lluch, en la Semana de la Ciencia: “Cáncer no es igual a muerte; ese tópico sigue existiendo, pero ya no es así”

“Cáncer no es igual a muerte. Ese tópico que sigue existiendo ya no es así”. Ana Lluch, catedrática en Medicina y una de las mayores expertas en tumores de mama, puede hacer esta afirmación con rotundidad gracias a la labor de científicos que, como ella, han dedicado su vida a avanzar en los tratamientos de una enfermedad que es “un problema de salud pública” y, en definitiva, a revolucionar la medicina. Una revolución en los tratamientos del cáncer de mama que expuso ayer, jueves, en la VII Semana de la Ciencia “Margarita Salas”, organizada por La Nueva España, diario que pertenece al mismo grupo editorial que INFORMACIÓN, con el patrocinio de Bayer, Asturagua, Instituto Oftalmológico Fernández-Vega, Telefónica, Unicaja Banco, Fertiberia, Química del Nalón e IEDUCAE, y subvencionada por el Gobierno del Principado de Asturias.

Ana Lluch, en la Semana de la Ciencia LUISMA MURIAS

“Hemos avanzado tanto que se curan un 85%-90% de las mujeres que lo sufren, y cuando yo empecé era el 60%. Todo esto gracias a la investigación; si no, no habríamos avanzado”, señaló Lluch, una “mujer que es un ejemplo para todas las que estamos detrás de una pipeta o intentando resolver un problema médico y que representa el liderazgo femenino”, tal y como la definió su presentadora en el acto, Rosa María Sainz, directora del Instituto Universitario de Oncología del Principado de Asturias (IUOPA).

Ana Lluch advirtió, sin embargo, que la incidencia del cáncer de mama es creciente. “Cada vez hay más cánceres de mama, pero cada vez se muere menos de cáncer de mama”, matizó. Y agregó: “Es el tipo más frecuente en las mujeres de todo el mundo, por eso constituye un problema de salud público. Cada año hay más de 300.000 nuevos casos en Europa y de 37.000 en España. Una de cada ocho mujeres lo tendrá, pero no hay que tenerle miedo; ahora sabemos las posibilidades que tenemos de curación”.

Sobre el crecimiento exponencial de esas posibilidades versó la parte troncal de la conferencia de la investigadora valenciana, que sigue ejerciendo voluntariamente de médica pese a su jubilación y tras haber tratado a “más de 12.000 mujeres con cáncer de mama, lo que significa que te enseñan mucho, te ayudan a vivir y te dan el estímulo para poder seguir adelante trabajando”. Y se refirió a dos tipos de avances fundamentales: el diagnóstico precoz y los tratamientos.

“La incidencia de la enfermedad no podemos reducirla porque no sabemos la causa, y no podemos hacer prevención primaria. Pero sí podemos hacer prevención secundaria, que en Asturias está muy desarrollada con el programa de ‘screening’ (cribado), que hace que se detecte precozmente cuando ni se ve ni se toca y solo hay unas calcificaciones que una mamografía sí es capaz de ver”, explicó. Reconoció que con el colapso hospitalario de la pandemia se vio afectada esta labor de diagnóstico precoz. “Hemos diagnosticado menos cánceres durante la pandemia, los servicios quedaron suspendidos durante meses. Y también la gente tenía miedo luego a ir a los hospitales por si se contagiaba de covid. Se han diagnosticado un 20%-30% menos de cánceres en relación a otros años”, señaló.

Otro ejemplo claro de prevención lo expuso con la detección de casos hereditarios. “Solo el 5% de los cánceres de mama se pueden heredar, pero ya es importante saberlo: en Valencia tenemos unas 500 familias con cáncer hereditario, y puedes hacer un estudio familiar. Puedes prevenir para que no aparezca la enfermedad”. En este punto recordó la “polémica” sobre la cirugía mamaria y la extirpación de ovarios a la que se sometió la actriz Angelina Jolie sin haber desarrollado cáncer, que Lluch se encargó de aclarar. “La madre transmitió el gen hereditario (del cáncer de mama) a Angelina. Se lo detectaron, que es lo que hacemos ya en la medicina pública, y si ella no se hubiera hecho nada, la probabilidad de tener un cáncer de mama a lo largo de su vida es de un 85%, y de ovario, un 60%. Ella no tenía nada pero las probabilidades son elevadas”, explicó para hacer comprender el sentido a la decisión tomada por la actriz norteamericana.

De hecho, aclaró Lluch, ese protocolo está establecido en la sanidad pública española y es frecuente que se sometan a él las mujeres portadoras del gen hereditario. “Si detectas esos genes, puedes hacer un seguimiento más estricto para el diagnóstico precoz: cada año una mamografía, una resonancia magnética de la mama y una exploración ginecológica. Otras mujeres quieren –como Jolie, y en España casi todas lo deciden en un momento u otro– una cirugía profiláctica: eliminar las glándulas mamarias y poner una prótesis por necesidad de prevenir; además de la cirugía por laparoscopia de los ovarios. Es lógico que les demos una salida a ese gran riesgo que tienen este 5% de mujeres con cáncer de mama hereditario”, argumentó.

Pero, además de los cribados y acciones preventivas, Lluch hizo un repaso por los grandes avances en tratamientos y terapias. En este punto citó la secuenciación genómica de los tumores y la identificación de todos sus subtipos, que permiten ir a una “medicina personalizada” y romper con la “medicina tradicional”, gran lucha de la investigadora valenciana. Recurren a los “perfiles genómicos para conocer esas alteraciones de las células” que se producen en cada tumor y “buscar el tratamiento específico”. “Antes creíamos que matar a todas las células era lo mejor, pero resulta que con que quedase una era suficiente (para una recaída). Matar no era la solución. El cáncer de mama no es solo una enfermedad, sino un grupo de subtipos tumorales que requieren diferentes terapias. Antes tratábamos a todas las mujeres igual según el volumen de su tumor. Pero ahora sabemos que las células son mucho más complicadas, lo hemos aprendido en los últimos quince años. Nuestra idea era matar todo, quitarlo del medio, pero hoy nos hemos dado cuenta de que no es inteligente, que el tumor puede ser más inteligente que nosotros”, explicó Ana Lluch.

De hecho, la doctora Lluch hizo hincapié en la importancia que tiene la masa tumoral que se extirpa. “Yo digo a las pacientes que me tienen que traer ese trocito del tumor, no solo el informe del patólogo. El tumor es propiedad de la paciente para toda la vida, y debe tenerlo. Con un trocito lo secuenciamos, conocemos los genes, las alteraciones, y para eso han nacido los institutos de investigación, que es fundamental que estén unidos a los hospitales”, razonó antes de añadir: “Todos los pacientes tienen derecho en un momento de su enfermedad a poder tener esto, a tener este conocimiento de las alteraciones que sufre”.

Lluch abordó también el alto coste que tienen algunos tratamientos, como los test genómicos de tumores para saber si una paciente necesita o no quimioterapia tras la cirugía: solo los hacen en Estados Unidos y Holanda –“no quieren compartir la patente”, aclaró– y valen 2.000 euros cada uno. “El resultado tarda 12 días después de la operación y lo hacemos en un 25%-30% de los cánceres de mama, aquellos casos con probabilidad de no precisar la quimioterapia, y así confirmamos si podemos ahorrarles la pérdida de pelo, vómitos...”, explicó. Pero también se refirió a fármacos de última generación, que actúan muy selectivamente y no de forma masiva, evitando los devastadores efectos secundarios de otros tratamientos. “La toxicidad de estos fármacos es el coste para nuestra sanidad pública, que no sé hasta cuándo podrá pagarlos; pero no podemos privar a nuestras pacientes de tratamientos tan eficaces como estos. Y los únicos que podemos luchar por esto somos juntos los médicos y pacientes”, afirmó Lluch, que sí señaló un problema en la sanidad española con “el tiempo que tarda el Ministerio en aprobar algunos tratamientos”.