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Salud mental

"Vomitaba, me miraba en el espejo y me veía más delgada, pero lo que había reflejado era mentira"

Los Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA) aumentan en los jóvenes tras la pandemia y son uno de los problemas de salud mental más frecuentes, según un estudio del Consell Valencià de la Joventut

Blanca Férriz en una foto de archivo.

Blanca Férriz tiene 24 años. Es poeta y el pasado mes presentó su segundo trabajo: 'Metamorfosis'. En las páginas que lo componen habla de su experiencia vital y del (no fácil) camino para salir de lo profundo de un pozo del que cada día está más fuera. Escalón a escalón. Mira ya desde el borde de la superficie al agujero negro que deja detrás, la bulimia, y aunque reconoce que todavía queda mucho trabajo mental por hacer para recuperarse, pues hay muchas secuelas, hace más de año y medio que no vomita.

"Provocar el vomito se restringe de forma natural, pero dentro, a nivel mental, es donde más secuelas hay. Recuperada estoy, pero no puedo decir que nunca tenga recaídas de pensamientos destructivos hacia mí misma, no son tan recurrentes, pero claro que tengo mis días de bajonazo, aunque no se me ocurre volver a lo de antes", explica.  Está en otra etapa.

Según los últimos datos de Sanidad, el 80% de las personas que ingresan por Trastornos de Conducta Alimenticia (TCA), son menores de 30 años. Y las personas jóvenes son, en su mayoría, las que sufren algún tipo de esta patología mental (anorexia nerviosa, bulimia o trastorno por atracón, entre otros). Sobre todo mujeres (el 90% de los casos se dan en chicas y el 10% en chicos). Asimismo, el Consell Valencià de la Joventut apunta en el informe sobre Salud Mental en los jóvenes presentado hace apenas una semana que los TCA (entre otras cosas) son uno de los problemas mentales más frecuentes en la gente joven.

Aumentan un 44% los menores atendidos por TCA

Cada vez más. De hecho, de 2020 a 2021, se incrementó en un 44% el número de menores que necesitaron atención sanitaria por esta razón. La pandemia, el estrés y la ansiedad generadas por la incertidumbre, tal como afirman desde el Colegio de Dietistas-Nutricionistas de la Comunitat, han provocado un aumento de los TCA. El perfil de quienes lo sufren es claro: mujer de 15 a 19 años.

Blanca con su libro de poemas, con el que ha podido sanar parte de su historia.

La historia de Blanca con la bulimia empieza pronto. A los 11 años. "Estaba gordita, con gafas, dientes separados. Era un blanco fácil para los agresores. Sufría bullying. Tenía 11 años la primera vez que vomité. Quería estar delgada para que me dejaran en paz", cuenta a Levante-EMV. "No veía que lo que hacía fuera malo, era muy inconsciente en ese momento, aunque nunca nadie lo supo. Cuando estaba a punto de cumplir 13 algo dentro de mí me dijo que eso no estaba bien. Y lo dejé de hacer".

Rechazo y repulsión por el cuerpo

Ese fue el inicio de una tóxica relación la comida, explica la joven. Dejó de devolver hasta que tuvo 20 años. "Era verano, estaba en mi pueblo de Galicia e iba a salir de fiesta. Tenía el modelito preparado en la cama. Salí de la ducha y, no sé qué me pasó, me vi a mí misma con 10 años en el espejo y sentí mucho rechazo. Es difícil de explicar con palabras -clarifica- pero era repulsión. Sentí repulsión por mi cuerpo. Esa noche, antes de salir, vomité la cena".

Anorexia, bulimia y trastorno por atracón, los más comunes

Los TCA son patologías psicológicas que provocan alteraciones en la conducta alimentaria y pueden desencadenar enfermedades físicas importantes. La anorexia, la bulimia y el trastorno por atracón son los más frecuentes, pero no los únicos. La psicóloga clínica Andrea Mezquida Ortega explica las diferencias. La anorexia, dice, "es restringir la cantidad de alimento un poco o del todo, por no querer engordar y ver su autoimagen distorsionada". Verse gordas cuando no lo están. La bulimia, por otra parte, purga. "Por ansiedad o hambre se come y después viene la culpa y los dedos dentro de la garganta para vomitar y purgar el cuerpo", explica. Aunque "también hay otros métodos para evitar vomitar y 'vaciar' el cuerpo de alimentos", detalla. Por último, el trastorno por atracón es cuando una persona come compulsivamente "por aburrimiento, estrés, ansiedad". En este caso, "no existe purgación pero sí culpa", concluye Mezquida.


La convivencia con su madre se volvió imposible. "Estaba muy susceptible. De alguna manera culpaba a mi madre de no saber lo que me estaba pasando, pero claro, no se lo había dicho". A raíz de la recaída, Blanca entró en una depresión leve. "Tenía una gran distorsión de mi propio cuerpo y eso me afectaba al entorno. Pensaba: 'si no valgo nada, ¿por qué voy a hacer perder el tiempo a la gente conmigo?'". Dejó de quedar mucho y se aisló. Sentía que era una persona "de tercera". "Era mentira pero lo percibía así".

"Quieres cambiar, pero la gente te dice que estás delgada y eso te encanta"

Cuando comía se sentía culpable, hinchada. "Sentía ganas de sacarlo todo de dentro. Pero todo eran percepciones mías. Vomitaba, me miraba al espejo y me veía más delgada, pero no lo estaba. Mi cuerpo no había cambiado en cinco minutos. Esa es la base, la percepción distorsionada. Ahí empecé a darme cuenta de que lo que veía en el espejo era mentira", cuenta Blanca.  Empezó a gestionarlo poco a poco. Cuando le venía la ansiedad pensaba: "aguanta un par de horas que harás la digestión y ya no te sentirás hinchada".

El punto de inflexión fue el día en que compartió lo que le ocurría con su madre. "Al verla llorar supe que no podía seguir haciendo esto. No era un juego". Empezó a tratarse en psicólogos y psiquiatras y a medicarse. Es curioso, cuenta, porque existe una dicotomía. "Quieres cambiar y dejar de vomitar pero, aunque no te sientes delgada te gusta que la gente te diga lo delgada que estás. Ellos te lo dicen preocupados pero te encanta lo que te digan. Era lo que tu querías. Ser delgada". Pero abrió los ojos. Y dijo basta.

"Literalmente te miras al espejo y ves algo que nadie más ve"

Dice Blanca Férriz que ella no lo llamaría Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA) porque la base "no es la alimentación, sino tu auto percepción y tu autoestima". "No se corrige corrigiendo la alimentación o haciendo deporte, porque tú literalmente te miras al espejo y ves algo que nadie mas ve". Se trata de un problema mental, psicológico, de autopercepción.



Andrea Mezquida Ortega, psicóloga clínica que trata con pacientes jóvenes, apunta que lo que más ve en su consulta son chicas con la autoestima baja. "Los problemas de autoestima han aumentado mucho. Una de cada tres tienen problemas de autoestima por su cuerpo, por sentirse insuficientes".

Las redes sociales tienen su influencia pero actúan con un doble rasero "o te ayudan o te hunden", dice la psicóloga porque "hay cuentas de influencers de talla grande y de salud mental, pero también hay cuerpos imposibles y mujeres irrealmente perfectas".

Las causas pueden ser muchísimas. Si "rascas en la historia de un paciente puedes encontrar orígenes muy distintos". "Una de las posibles causas puede ser comenzar con problemas de autoestima que pueden desencadenar una imagen pobre de una misma y de ahí un TCA o tener mucha ansiedad y que eso desencadene un trastorno por atracón, por ejemplo". Para Blanca, la bulimia que sufrió la achaca principalmente al "bullying".

Andrea mira al futuro con esperanza. Aunque trata a muchas chicas jóvenes con problemas de autoestima y autopercepción, ve, al mismo tiempo, actitudes de jóvenes empoderadas "y creo que eso da esperanza". El feminismo, en este sentido, "ha hecho mucho bien".

Secuelas emocionales

Blanca dejó de vomitar, pero aún nota las secuelas. "Tengo ansiedad por las secuelas que me han dejado. No se trata de dejar de vomitar. A nivel emocional esta enfermedad te deja echa polvo. Ahora llega el trabajo más grande. Curarte la cabeza, las inseguridades y la autoestima. Yo aún estoy en ello", completa la poeta. Blanca manda un mensaje final antes de colgar el teléfono por el que relata su historia a este periódico: "No volvería a aquello ni por verme más delgada. Solo quiero decirle a quien pueda pensar que nunca va a ser suficiente, que es un proceso largo, pero se puede salir".

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