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Iglesia

Vocación para toda la vida: cura desde los 25 años y más allá de los 100

Mientras don Javier tuvo que pedir un permiso especial para poder ordenarse por ser demasiado joven, don Dositeo celebró su 101 cumpleaños en el altar

Dositeo Valiñas, sacerdote en activo más veterano de Galicia estrecha la mano a Javier Carballo, cura más joven de la comunidad. Iñaki Abella Diéguez

Nadie del entorno de Javier pareció sorprenderse cuando, con 18 años, decidió ingresar en el seminario para convertirse en cura. La vocación fue surgiendo desde la infancia y no por prematura su decisión fue a la ligera. Lo hizo convencido de que el camino que emprendía era “para toda la vida”, como lo ha sido para don Dositeo Valiñas, de 101 años y que continúa acompañando a sus feligreses. Juventud y veteranía con un mismo objetivo en una época en la que la institución de la Iglesia está más que cuestionada. Hoy FARO reúne al sacerdote gallego más joven y al más veterano para conocer sus historias.


Cuando se le pregunta a un niño qué quiere ser de mayor la respuesta puede ser de lo más variopinta. De la espontaneidad de los más pequeños surgen ilusiones que van desde lo clásico como profesores, médicos o astronautas a otros que aspiran a triunfar en las profesiones más de moda: tiktoker, instagramer o youtuber. Pero ¿conoce a algún niño que quisiese ser sacerdote en la infanciaLe presentamos a Javier Carballo Mouzo, don Javier para sus feligreses a pesar de sus 25 años

“Desde pequeño me educaron en la fe cristina en casa, era visto como lo normal. Empecé como monaguillo y en ese momento ya me di cuenta de que me gustaba imitar al cura, que ese era mi camino”, explica el joven natural de Vimianzo y que se ha convertido en el sacerdote más joven de Galicia. Es más, cuando se ordenó “todavía me faltaban unos días para cumplir los 25 años, que es la edad mínima a la que uno se puedo ordenar, así que fue necesario pedir un permiso”.

Javier estudió la ESO y el bachillerato en un instituto público. Luego hizo la selectividad “aunque sabía que quería ir al seminario”. Tan meditado estaba que le cuesta pensar a qué se podría dedicar si no fuese sacerdote, “seguramente algo relacionado con las ciencias, pero no sabría decirte”.

“Si no fuese cura no sé que sería, quizá algo relacionado con la ciencia, pero no sabría decirte”

Javier Carballo - Sacerdote más joven de Galicia

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No es el primer sacerdote de su familia, “no llegué a conocerlos, eran tíos de mi madre de los que me hablaban como personas muy alegres y trabajadoras”. Posiblemente estos precedentes y crecer en un entorno creyente y practicante hizo que todos vieran con normalidad y alegría su decisión.

Él se define como una “persona normal”, y nadie duda de que así lo sea, tomándolo por el lado más amable del concepto. Pero lo que no se puede negar es que su rutina se sale de lo habitual para un muchacho de su edad. Cada semana puede hacerse unos 500 kilómetros en coche, pero no para irse de festivales o a la playa, sino para atender las cinco parroquias a su cargo en la zona de Rois (diócesis de Santiago). Los fines de semana son los días de más ajetreo, tampoco porque se vaya de cenas o a bailar sino porque oficia dos misas el sábado y tres el domingo. No tiene redes sociales y explica que no, no será posible encontrarlo en un pub o una discoteca, “tampoco era algo que me llamase mucho antes”.

Dositeo Valiñas, el sacerdote más veterano de Galicia, charla con Javier Carballo, cura más joven de la comunidad en la Iglesia de Ribadumia. Iñaki Abella Diéguez

Entonces, ¿qué le gusta a Javier? “Lo cierto es que no me queda demasiado tiempo libre, me gusta leer, el cine, hago algo de bicicleta para no tener una vida demasiado sedentaria”, explica. Conserva también a sus amigos de la adolescencia con los que “hablo de todo” aunque ellos no sean tan practicantes, “afortunadamente nunca sufrí burlas ni nada por el estilo cuando les conté que iba a ser cura”.

Quizá la fiesta nunca entrase entre sus prioridades, pero sí que era consciente de que el sacerdocio suponía renuncias, exactamente esas en las que todos pensamos: el voto de castidad y el celibato. “Cuando la gente dice que los curas tenían que poder casarse yo siempre les respondo que ahora la moda es no casarse, así que estamos con la tendencia”, bromea. Chascarrillos aparte, reconoce que “no poder formar lo que la mayoría entiende por familia hay que reflexionarlo, sin embargo tenemos otra familia en la que te sientes acogido y valorado para no sentirte solo”.

Tampoco es ajeno a los escándalos que hacen tambalear la institución, ¿cómo iba a estarlo si el propio Papa se ha manifestado sobre la infamia de los abusos a menores dentro de la Iglesia? “Es entendible que todo esto genere recelo sobre la figura del cura, la forma de contrarrestarlo es mostrarte como eres, ser normal, cercano y respetuoso”.

Don Javier es la excepción a la falta de relevo generacional, no solo en cuanto a personas que toma los hábitos sino a fieles. La mayoría de los jóvenes no tienen interés en la Iglesia, muy probablemente porque la ven lejana y anacrónica -y en muchas ocasiones no les falte razón-, una tendencia que a Javier también le gustaría revertir. “No es sencillo”, explica. Apunta hacia el envejecimiento de la población en Galicia, algo en lo que no puede intervenir, pero sí que pone de su parte para conectar con los chavales. “Siempre les digo que hace nada yo estaba sentado en su lugar, trato de hablarles de tú a tú y que sepan que podemos abordar cualquier cosa que les preocupe”.

“Soy muy mayor, pero aquí seguiré, en la Iglesia, mientras resista ”

Dositeo Valiñas - Sacerdote más veterano de Galicia

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Precisamente, tratar este distanciamiento entre jóvenes y religión emociona a don Dositeo Valiñas, el cura párroco en activo más veterano de Galicia. Entre las muchas celebraciones especiales que recuerda, la primera que le viene a la memoria es una del 1948, “era Año Santo y se reunieron decenas de miles de muchachos en un encuentro de la juventud, ¿dónde están ahora los jóvenes?”, se lamenta.

En sus 76 años ejerciendo el sacerdocio acumula decenas de buenos recuerdos y el cariño de la gente. En su lúcida mente guarda desde cuando organizaba misiones en la década de los 50 del pasado siglo hasta la gran celebración que sus feligreses de siempre le organizaron en Ribadumia para celebrar este febrero su 101 cumpleaños.

Ambos sacerdotes posando en la Iglesia de Ribadumia. Iñaki Abella Diéguez

Don Javier y don Dositeo no se conocían personalmente, pero reunirlos genera una atmósfera con un cierto halo entrañable. En el encuentro se produce una asociación particular: la de un muchacho con alzacuellos que busca reafirmarse a través de la solemnidad, dispuesto a escuchar a la voz de la experiencia, que, sin embargo, conserva aún en sus palabras y gestos toda la jovialidad que le permite cargar con más de un siglo a las espaldas. Don Dositeo lo tiene claro, “soy muy mayor pero aquí estaré mientras resista”.

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