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Crisis del coronavirus

¿Por qué el covid sigue atacando en oleadas si ya no hay restricciones?

Cuatro especialistas explican los motivos de que la pandemia continúe provocando olas, las diferencias y similitudes con otras enfermedades infecciosas y las dudas sobre si se convertirá en un virus estacional o en un resfriado

Enfermos en un hospital.

De forma inexorable, el covid sigue atacando en forma de olas. Aunque ya no hay restricciones a las que se pueda atribuir el inicio o el fin de una curva de contagios, el virus continúa formando las famosas oleadas y España se encuentra en la séptima u octava ola de coronavirus, en función si se contabiliza el pequeño repunte que hubo en abril y mayo, tras el fin de la obligatoriedad de llevar mascarillas en interiores y que se aplanó a principios de junio para luego volver a subir. Pero... ¿por qué la enfermedad sigue provocando olas tan intensas y estas se suavizan por sí mismas, sin que haya ya medidas de contención? ¿Sucede lo mismo con otras enfermedades? Y... la gran pregunta, ¿hasta cuándo el virus tendrá este comportamiento?

A continuación, El Periódico trata de explicar estas y otras cuestiones de la mano de las reflexiones de cuatro especialistas en la materia.

¿Otras enfermedades infecciosas se presentan en oleadas?

Sí y no. Es decir, enfermedades como la gripe o el virus sincicial respiratorio aparecen todos los años, en forma de ola y en invierno, son virus llamados estacionales. Otros virus como los que causan el resfriado común pueden presentarse en cualquier época. Pero, para encontrar un patógeno que haya provocado olas tan seguidas y de tanta intensidad hay que remontarse a la gripe española, que provocó tres o cuatro oleadas, según rememora el epidemiólogo Joan Caylà, quien apunta también que el sida o la tuberculosis, que aún se mantienen en cifras altas, no forman oleadas tan marcadas. Por ello, "la característica típica del covid y yo creo que exclusiva durante tantos meses serían las ondas epidémicas", subraya.

¿Por qué el covid forma olas de tanta intensidad?

En cualquier epidemia infecciosa, la velocidad de propagación depende del número de personas susceptibles y del número de personas infecciosas y de la "probabilidad de que se encuentren y de la facilidad de transmisión del virus", según explica Daniel López-Codina, miembro del equipo de biología computacional Biocomsc de la Universitat Politècnica (UPC). Cuando el covid apareció en 2020, toda la población era susceptible y como era un virus tan contagioso y no había vacunas la única forma de controlarlo fue "de forma externa, con acciones políticas y medidas no farmacológicas" como los aislamientos, la mascarilla, los aforos o los cierres de bares y otros establecimientos. Afortunadamente, dos años después, gracias al alto porcentaje de vacunación de la población española y a que mucha gente se ha contagiado y por tanto tiene inmunidad natural frente al virus, las autoridades han decidido eliminar casi todas las restricciones y el número de susceptibles "es suficientemente bajo para que sea el factor regulador de la dinámica del virus".

¿Qué ha provocado la curva actual?

La onda actual, que ha alcanzado una incidencia de 1.255 casos por 100.000 habitantes a 14 días en la población mayor de 60 años, que es la única que se contabiliza, es una combinación precisamente de la ausencia de restricciones, especialmente el fin de la mascarilla, de las aglomeraciones que traen consigo el buen tiempo y las fiestas patronales, los conciertos y otras celebraciones pero también del propio comportamiento del virus. Dado que no se ha encontrado un antígeno que lo erradique y el porcentaje de vacunación es bajo en otros países el covid puede replicarse sin freno, mutar y por ello han aparecido sublinajes de la variante ómicron, como la BA.5, que son más contagiosas y escapan parcialmente a los anticuerpos adquiridos por la población española, según explica el médico e investigador Salvador Macip.

Y es que las vacunas actuales pierden capacidad de protección con el paso del tiempo, con lo que baja la inmunidad de la población y otra vez aumenta la población susceptible de contagiarse. Es la pescadilla que se muerde la cola.

¿Si no se imponen restricciones, descenderá la ola actual?

Los especialistas avisan que la ola actual, que en algunos sitios como en Cataluña todo indica que ya se está aplanando, no descenderá tan rápido como otras debido a que las autoridades sanitarias descartan imponer nuevas restricciones, salvo que se saturen los hospitales. Y, en un contexto de ausencia de medidas de contención no farmacológicas, lo previsible es que la curva se vaya aplacando a medida que cada vez haya más gente contagiada y, por tanto, aumente la inmunidad. Algo parecido sucedió con la sexta ola, la que contagió a media España la pasada navidad, que se aplanó sin que se endurecieran las restricciones.

Cabe la posibilidad, además, de que se apruebe a medio plazo una dosis de refuerzo para la población mayor de 60 años, con el fin de aumentar su protección, dado que fueron los primeros en vacunarse con el tercer pinchazo y con el paso de los meses sus anticuerpos podrían haber descendido, aunque no todos los estudios apuntan en esta dirección. La UE ya ha dado el paso de recomendar el refuerzo para rebajar la incidencia y proteger a los más vulnerables sin esperar a que en otoño lleguen las vacunas adaptadas a las nuevas variantes.

¿Estamos condenados a sufrir olas eternamente?

"Hay que irse acostumbrando a las olas de subidas y bajadas. Ahora, sin barreras de protección, el virus campa a sus anchas y si no encuentra el terreno fértil, se irá frenando pero no va a desaparecer por sí solo", avisa Quique Bassat, investigador ICREA en ISGlobal, quien resalta también que si aparecen nuevas variantes que escapen a la inmunidad puede darse otro pico "dentro de unas pocas semanas porque no hayamos desarrollado suficiente inmunidad natural pero al mismo tiempo se espera una segunda generación de vacunas que protejan mejor y al final será un juego de tira y afloja entre nuestra capacidad de vacunar, nuestra inmunidad desarrollada a partir de la infección natural y las variantes que vayan apareciendo".

A su vez, Joan Caylà avisa de que puede haber un "otoño e invierno complicado y en el que el covid se junte con la epidemia de gripe" pero, mirando el lado más optimista, la previsión es que las ondas sean cada vez de menor magnitud dado que, gracias a la inmunidad, "la carga viral será menor y por tanto la transmisión", según vaticina López Codina. Casi nadie duda de que el virus ha llegado para quedarse pero aún no se sabe si se convertirá en un virus estacional; aparecerán "un par de olas al año pero que no tengan nada que ver con lo vivido hasta ahora" o se convertirá en un coronavirus más, como los que causan un resfriado común en cualquier época del año.

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