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Incendios

El fuego forestal se acerca a las casas

Los grandes incendios del verano confirman la vulnerabilidad de la población ante unas llamas incontrolables, producto del cambio climático y un modelo de extinción cuestionado por los expertos

El fuego forestal se acerca a las casas. JOSÉ CARLOS GUERRA

En las primeras semanas de este verano ya se han registrado centenares de incendios forestales en España, miles de personas han sido evacuadas de sus viviendas, se han quemado bosques de alto valor ecológico y se han visto imágenes dantescas de ciudadanos huyendo de las llamas en pueblos donde nunca se habían preocupado por el fuego. Galicia y Ávila arde ahora sin control.

Los grandes incendios forestales (GIF) son cada vez más frecuentes y peligrosos por una mezcla de factores, pero sobre todo porque la delgada línea roja que separa los montes de las zonas urbanas es casi imperceptible. El Archipiélago canario no es ajeno a este desastre, como se ha comprobado en el reciente incendio de Los Realejos, que quemó 2.753 hectáreas y obligó a desalojar a casi 600 personas de su hogar.

Las llamas se acercan a las casas porque también las casas se internan cada vez más en el bosque o quedan rodeadas de terrenos agrícolas abandonados, donde se acumula el combustible que alimenta esos incendios incontrolables, los de quinta o sexta generación en el argot de los técnicos. El cambio climático hace el resto, pero no es el único culpable de que cada verano salten las alarmas.

Un hidroavión sobrevuela las zonas quemadas en el reciente incendio forestal de Los Realejos. MARÍA PISACA | JESÚS MONTESDEOCA

Expertos en el comportamiento del fuego forestal como Marc Castellnou, jefe del cuerpo de bomberos de la Generalitat de Cataluña, o Federico Grillo, jefe de Emergencias del Cabildo de Gran Canaria, advierten desde hace años de la llamada "paradoja de la extinción", que viene a decir que cuantos más incendios se apagan, más devastadores serán los siguientes.

Por tanto, proponen un cambio de modelo para enfrentarse al fuego, hasta ahora basado fundamentalmente en aumentar el número de recursos humanos y medios materiales de los equipos de extinción. Esa nueva metodología pasa por recuperar los usos agrícolas y ganaderos, con lo que se dejaría de acumular ese combustible vegetal. También se crearían espacios para frenar las llamas cuando se descontrolen y amenacen a zonas pobladas.

30 Cifra fatídica Un incendio forestal se considera muy peligroso cuando coinciden más de 30 grados de temperatura, menos del 30% de humedad y vientos de más de 30 kilómetros por hora.

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Según los impulsores de esta nueva filosofía, se deben crear cinturones agrícolas alrededor de los bosques, aunque para ello hay que concienciar a la población para que consuma productos locales. Aunque sean un poco más caras que las de importación, al comprar verduras y hortalizas de Kilómetro Cero también se está ayudando a evitar los incendios. Y en el caso de las Islas está contrastada la calidad de los productos agrícolas y ganaderos, por lo que en Gran Canaria ya se ha creado la figura de la cabra y la oveja bombero. "También tenemos que abrir un debate -opina Grillo- con todo este mundo de la biodiversidad y de la alta protección de los espacios naturales, todos queremos que esos lugares sean sanos, pero no podemos dejar el fuego fuera; no pueden pasarnos toda la responsabilidad a los bomberos y a los equipos de extinción porque este es un problema que afecta a todos y hay que tenerlo en cuenta al tomar las decisiones sobre los espacios naturales, pues ahora tenemos polvorines y si se queman vamos a tener cantidad de problemas."

Ese aumento de la carga vegetal, tanto en la Europa mediterránea como en Canarias, es producto del cambio social a partir de la década de 1960 por el auge del turismo de masas y la desaparición paulatina del sector primario, porque un empleo en el sector servicios garantiza cobrar un sueldo a fin de mes y en el campo las cosechas dependen de muchos factores externos (sequías, plagas, intermediarios). El abandono del campo ha dado lugar al otro gran problema, que es la continuidad de los bosques. Antes había huertas, zonas de pastos para el ganado, arboledas limpias y riscos, lo que se conoce como «un paisaje mosaico».

1.456 Efectivos humanos La campaña contra incendios en Canarias cuenta este verano con 1.456 efectivos, 156 vehículos y 15 medios aéreos tripulados, así como de varios drones.

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Ahí se le ponía la zancadilla a los incendios de antaño y se frenaban. Ahora, un fuego puede propagarse durante kilómetros sin encontrarse ningún obstáculo natural. Para estos expertos, también hay que empezar a señalar a los actores que tienen que intervenir en la prevención del fuego para que cumplan con su parte. Así, los propietarios de los terrenos son responsables de lo que ocurra en ellos. Ponen un ejemplo. Si una persona deja su coche abandonado en plena la calle, será retirado al poco tiempo porque es una chatarra y probablemente multado por su acción. Igualmente, si el dueño de una huerta deja que se llene de material inflamable y como consecuencia de ello se queman las casas de sus vecinos, alguna responsabilidad debe tener de los daños causados.

Un problema recurrente en Gran Canaria y extensivo al resto de las islas, según los técnicos del Cabildo, es que ni siquiera se sabe quiénes son los propietarios de esas pequeñas huertas abandonadas en los pueblos de las medianías. Y tampoco los vecinos o los agentes de Medio Ambiente pueden entrar a limpiar porque se arriesgan a ser denunciados por los desconocidos dueños.

Responsabilidades

La intención es que cada propietario asuma, como mínimo, la limpieza de los 15 metros alrededor de su vivienda. La diferencia en caso de incendio es conservar la casa, tal vez un poco tiznada, o perderla entera.

La otra pata de las responsabilidades debe recaer, según estos expertos, en los ayuntamientos, que son las administraciones más cercanas a los vecinos y, por tanto, tienen más capacidad de convicción para que sigan las recomendaciones contra los incendios. El municipio de El Paso en La Palma ya tiene una Ordenanza que obliga a los vecinos a mantener limpios sus terrenos, pero es la excepción entre los consistorios canarios.

85% La mayoría de incendios en Canarias se deben a negligecias humanas y un 15% son intencionados, aunque solo la isla de Gran Canaria tiene una Unidad de Investigación para determinar las causas con certeza.

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La Fiscalía, desde hace varios años, envió a los ayuntamientos y a los cabildos un aviso de que en caso de daños, la inexistencia de planes de defensa contra incendios en zonas de alto riesgo pueden implicar responsabilidades penales para los responsables de esas administraciones, sean alcaldes o concejales de Seguridad o Protección Civil.

Las principales zonas de riesgos en Gran Canaria se encuentran en los barrios de medianías de la cuenca del Guiniguada, en los municipios de Santa Brígida y San Mateo, y en los barrancos de Teror o Valleseco. En Tenerife, igualmente fruto de la dispersión de viviendas por una planificación urbanística muy laxa desde hace décadas, los mapas de riesgo apuntan a las zonas altas de Icod de Los Vinos y La Orotava, donde esa interfaz urbano-forestal es muy amplia.

La propuesta a los ayuntamientos es que se encarguen de concienciar a la población de las localidades que lindan con los pinares, a través de sus asociaciones de vecinos, para que cuando llegue el verano realicen batidas de limpieza por el barrio y creen zonas seguras donde se puedan resguardar los residentes en caso de que haya que hacer un confinamiento.

Tras los siniestros en la interfaz urbano-forestal se produce otra paradoja. Las administraciones públicas se ven obligadas a ayudar a las personas que pierden sus viviendas, aunque sean las responsables por no mantenerlas limpias, y en cambio no se premia a aquellos vecinos que sí siguen las recomendaciones para evitar los incendios.

Además, la atención prioritaria a esos núcleos dispersos para evacuar a las personas colapsa el trabajo de los equipos de extinción en los primeros momentos de un gran incendio, que son fundamentales para controlarlo.

Eso puede empezar a cambiar a partir de ahora. Es tal la conmoción por los 30 incendios simultáneos de mediados de julio, incluido el de Los Realejos, que el pasado lunes el Consejo de Ministros aprobó un Real Decreto-Ley de medidas urgentes para mejorar la capacidad de respuesta frente incendios forestales durante todo el año. La nueva normativa, según el Ministerio para la Transición Ecológica, «introduce mejoras en aspectos como la prevención, la extinción y la restauración de los terrenos forestales afectados, y da a las comunidades autónomas un plazo de cinco meses para adaptar sus servicios de lucha contra el fuego a lo establecido por el Real Decreto».

"La experiencia de los últimos años ha puesto en evidencia que el riesgo de los incendios forestales se extiende a todo el territorio y, cada vez más, de forma desestacionalizada", sostiene.

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