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Okupación

"A los okupas se les van a quitar las ganas de volver por aquí"

El propietario de una vivienda de Badajoz agradece el apoyo que ha recibido de los ciudadanos y de la Policía Nacional

Un grupo de vecinos en el rellano donde está el piso okupado, la noche de las protestas. S. GARCÍA

Los okupas abandonaron la pasada madrugada, sobre las 00.45 horas, el piso de la calle Altozano de Badajoz tras la contundente y ruidosa protesta de más de un centenar de vecinos en el exterior, que se prolongó durante más de tres horas. La pareja permanecía desde hace varias semanas en la vivienda que tenían alquilada cuatro estudiantes, que al inicio del curso no pudieron entrar en su piso ni recoger sus pertenencias porque alguien en su ausencia se había colado dentro y había cambiado la cerradura.

Cuando la pareja de okupas dejaron el piso, encapuchados, para evitar que se les reconociese, ya apenas había vecinos en la calle, pero sí en los balcones, que los increparon a la salida y aplaudieron a los dueños del piso. Raúl, el propietario, decidió ayer que instalará una alarma.

Desde las nueve de la noche del miércoles, vecinos del entorno e incluso de otros barrios de Badajoz, se apostaron frente a la fachada del bloque número 6 para participar en una cacerolada. Pasada media hora fue sumándose más gente y la Policía Nacional, que hasta entonces no había estado presente, tuvo que intervenir para calmar los ánimos cuando un grupo de manifestantes subió hasta el rellano donde se encuentra la vivienda okupada y aporrearon la puerta. La fuerte reacción vecinal logró su propósito y los okupas accedieron a marcharse ante la presión a la que se vieron sometidos. Fueron ellos los que avisaron a los policías de su intención de marcharse, aunque inicialmente querían esperar unos días. «Decían que ya no podían estar allí, que querían irse, pero no se atrevían», contaba ayer por la mañana Raúl, el propietario del piso, que subió junto a un amigo y reclamaron a los okupas que se marchasen ya. Raúl incluso estaba dispuestos a pagarles un hotel para que pasasen la noche. Antes de abandonar el piso, la pareja firmó un escrito con el compromiso de no regresar, para así asegurarse el propietario de que se iban definitivamente y entregaron las llaves. Los agentes permanecieron allí hasta que la pareja se marchó. "Se les van a quitar las ganas de venir por aquí a los okupas", alertaba ayer por la mañana un vecino.

"No han dejado nada"

La presencia de esta pareja ha dejado rastro en la vivienda, pues se han llevado todas las pertenencias de los estudiantes, según asegura el dueño del piso: desde ordenadores a ropa de cama y hasta un televisor y un congelador. No así el mobiliario del piso ni el resto de electrodomésticos . Ni siquiera han dejado los apuntes, que se supone que habrán tirado a la basura. "No han dejado nada", asegura el propietario, que aún se mostraba nervioso por lo ocurrido la noche. Eso sí, la casa no está sucia.

"Los okupas se han dado cuenta de que aquí no tienen nada que hacer, se han asustado porque como entraron en el portal y empezaron a darle patadas a la puerta, han cogido miedo, creían que los iban a desalojar a la fuerza" contaba este jueves otra vecina del mismo bloque, que confirmó que en el piso faltaban pertenencias de los estudiantes. "Son ladrones también, no tienen desperdicio". Lo que falta del piso "se lo han llevado poco a poco, los sentíamos muy temprano, porque ya sabrían que se tendrían que ir". Según esta mujer, se fueron precipitadamente, porque dejaron comida en el frigorífico.

De todo lo sucedido, el propietario destaca el apoyo que ha recibido de los ciudadanos, así como de la Policía Nacional, cuyos efectivos se mantuvieron apoyándolos, entraron en la vivienda a petición del dueño ante el temor que aún pudiese haber alguien dentro y esperaron hasta que la pareja de okupas se marchó por donde había venido

También Miguel Valdés, padre de uno de los estudiantes, agradece la reacción ciudadana. "Lo importante es que la presión vecinal ha sido fundamental y hay que agradecer la solidaridad de los vecinos, que han sido capaces de dar un empujón importante a la situación para que se resuelva". Valdés ya se había marchado cuando los okupas abandonaron el piso y ayer aún desconocía qué pertenencias se han llevado, pero se mostraba dispuesto a denunciar cuando comprueben con detenimiento lo que les falta. Este padre reconoce el trastorno que ha sufrido este grupo de jóvenes, pues les ha ocurrido al comienzo del curso, cuando la mayoría de las viviendas en alquiler estaban alquiladas. Pero se resolvió y encontraron otro piso en el que alojarse. "La gente de Badajoz se ha portado estupendamente", apunta.

A pesar de todo lo sucedido, Valdés no ve justificada la alarma social, pues en esta ciudad, ni en la región, "por suerte no es un problema la okupación, como en otros sitios". Sí reconoce que es un precedente positivo, por la «reconfortante» reacción de los vecinos.

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