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Entrevista

Stanley Whittingham: "Podemos sobrevivir sin usar combustibles fósiles el 90% del tiempo"

El científico cree que no hay marcha atrás en el cambio climático, pero que se puede evitar que vaya a más

Michael Stanley Whittingham en la Praza do Obradoiro, en Santiago. Xoan Álvarez

Cuando la Real Academia de Ciencias de Suecia le concedió el Nobel al químico M. Stanley Whittingham, la institución resaltó cómo las baterías de ion-litio, que contribuyó a desarrollar, “sentaron las bases de una sociedad inalámbrica, libre de combustibles fósiles, y son de gran beneficio para la humanidad”. El científico, en su primera visita a Europa tras la concesión del Nobel, insistió el jueves en Santiago en la necesidad de “avanzar hacia una perspectiva energética más limpia y sostenible”. Whittingham, que acudió a Galicia invitado por el programa ConCiencia, de la Universidade de Santiago, dirigido por Jorge Mira y galardonado con uno de los Premios da Cultura Galega, centró su conferencia pública en los desafíos que hay que afrontar para abordar los fenómenos meteorológicos extremos y en su intervención ante la prensa, en alusión al conflicto bélico en Ucrania, advirtió asimismo que “no podemos estar dependiendo de los recursos de otro lugar”, y tampoco “mandar nuestra basura al tercer mundo”.

Su trabajo fue determinante para desarrollar las baterías de ion-litio, que se usan en los móviles, por ejemplo. ¿Qué se siente al saber que es en parte responsable de que podamos llevar siempre encima los teléfonos? Además, hay expertos que advierten del uso de estas tecnologías.

Todo tiene aspectos positivos y negativos. La preocupación es por los niños, que juegan con el móvil diez, doce horas al día. No es sano, pero, en cierto modo, no podemos vivir sin esta tecnología hoy en día. Nos hemos acostumbrado a ella.

¿Corremos el riesgo de estar dejándole a esa tecnología el control de nuestras vidas?

Hasta cierto punto, sí. Ha cambiado nuestras vidas. Si sales a cenar, puedes ver a familias de cuatro miembros todos sentados juntos detrás de sus móviles y sin hablar entre ellos. Eso no es bueno.

Las baterías de ion-litio también se usan en los coches eléctricos. ¿Hay margen de mejora en las baterías para este tipo de vehículos?

Sí. Están mejorando cada día: su vida se prolonga y el precio está bajando todo el tiempo. Justo en este momento está subiendo temporalmente, pero bajará. Muchas compañías quieren hacer coches eléctricos y la cadena de suministros no es lo suficientemente grande. La guerra no es la causa; es el aumento repentino en la demanda.

¿Estas baterías son el futuro del transporte a corto plazo?

Sí, para coches para usted y para mí, sí. Quizás no para los grandes camiones, pero para los coches pequeños, sí.

También se habla del hidrógeno verde para el transporte eléctrico en el futuro. ¿Usted cómo lo ve?

No tiene ningún sentido para los coches porque tienes que usar electricidad para hacer hidrógeno verde y después almacenar el hidrógeno en una pila de combustible. Para eso, mete directamente la electricidad en una batería. Quizás para camiones grandes y autobuses, pero no lo veo en coches pequeños.

Sus primeros trabajos fueron en empresas vinculadas a los combustibles fósiles. Este tipo de combustibles ha sido el motor de la sociedad durante cientos de años. ¿Podremos sobrevivir sin ellos? ¿Hay esperanza?

Creo que podemos sobrevivir sin usarlos el 90% del tiempo. Todavía tendremos que seguir usándolos para la aviación, para situaciones de emergencia... Por si el viento deja de soplar aquí o por si el sol no sale nunca más (se ríe), necesitaremos un respaldo. Soy optimista.

Acabamos de llegar a los 8.000 millones de habitantes en la Tierra. ¿Nos bastará con un planeta o vamos hacia el colapso?

Ese es un asunto bastante sensible porque en el mundo desarrollado, de hecho, la población está disminuyendo. Mientras la población crezca, el cambio climático va a empeorar.

¿Habría que actuar?

Tenemos que mirar eso, pero creo que tan pronto como un país se desarrolla, hay menos niños.

Pero esos cambios sociales requieren su tiempo...

El gran desafío es que todo el mundo quiere cosas buenas, cosas bonitas, como las que nosotros tenemos, y eso va a agravar el cambio climático a corto plazo. Pero tienen derecho.

Su aportación supone uno de los mejores ejemplos de cómo un avance científico ha contribuido a cambiar la sociedad. ¿Son los científicos conscientes de su relevante papel en ese sentido?

El mundo es consciente de que cambiamos las cosas. En la historia ha habido inventos, como el motor de vapor, que revolucionó el mundo, que lo hacen mejor para unas personas y peor para otras.

Hasta Spiderman sabe que un gran poder conlleva una gran responsabilidad...

La mayoría de los científicos intenta hablar con los políticos y explicarles qué hacemos y por qué e intentamos mantener nuestra investigación en el camino correcto y que no se use de modo equivocado.

Estos días se celebra la cumbre del clima COP27. No está claro si culminará con un compromiso de reducción de las energías fósiles. ¿Qué aconsejaría a las autoridades?

Creo que deben escuchar a la gente, que quiere un medio ambiente más limpio. De niño, si ibas a Londres y te sonabas la nariz, salía negro. Y lo mismo ocurría en Los Ángeles en los 70: no podías ver de tanto smog. Pero la gente se juntó para impulsar ese cambio.

¿La gente está preparada para pagar el precio que eso supone?

Algunos sí y otros no. La gente lo quiere todo, pero, si se pone en perspectiva, cuando trabajé para Exxon, hace cuarenta años, todo el mundo compartía coche y ahora todo el mundo va en el suyo. Somos egoístas ahora, lo queremos todo.

¿Es la solución tan simple como parecen plantear algunos de ir en bicicleta a trabajar?

No estoy seguro de que sea la bicicleta, pero sí más transporte público, transporte compartido. La gente de mi edad no puede ir en bicicleta, pero transporte público de bajo coste es lo que necesitamos y no tenemos mucho de eso en Estados Unidos.

¿Estamos a tiempo de revertir el cambio climático? ¿Es optimista?

Ya no podemos retroceder, pero podemos evitar que vaya a más.

Estudió Química inspirado por sus docentes y como profesor disfrutó usted de enseñar a jóvenes. ¿Cómo se los motiva? ¿Nos arriesgamos a perder talento por la precarización de la ciencia?

En América los mejores estudiantes ya no van a la ciencia. Quieren meterse en negocios, en algo más fácil, hacer dinero fácilmente. Y rápido: ya no tienen paciencia.

¿Cómo se cambia eso?

Debemos darles más incentivos. Que en el sistema educativo no sufran el ostracismo de otros niños, apoyarlos. No se cambia fácilmente.

De niño cultivaba cactus, afición que mantiene, y también tomates, que vendía a sus vecinos, cuenta su biografía. ¿En qué se parece un científico a un hombre de negocios?

En cierto modo, hacer ciencia también es similar a un negocio: tienes que conseguir dinero para hacerla y para pagar a mis estudiantes.

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