Entrevista

"La depresión es una enfermedad, no es tristeza"

"Hacemos mal al decir ‘estoy depre’, en esta sociedad, al sentir una emoción negativa, le ponemos una etiqueta que no es"

Oriol Lafau, coordinador autonómico de la estrategia de salud mental.

Oriol Lafau, coordinador autonómico de la estrategia de salud mental. / B. Ramon

Marta Torres Molina

Una pandemia silenciosa y estigmatizada. Así define Oriol Lafau, coordinador autonómico de la estrategia de salud mental, la depresión, enfermedad de la que el viernes se conmemoró el día mundial. Lafau recuerda que la consecuencia más grave de una depresión, que no hay que banalizar ni confundir con la tristeza, es el suicidio consumado. La muerte. Por eso pide que si alguien no se siente bien emocionalmente acuda a su médico o su enfermera de cabecera.

Este viernes se conmemoró el Día Mundial de la Depresión. Es una palabra que usamos mucho, pero, ¿sabemos que es una depresión?

No, y es una palabra que usamos mal. Todo el mundo habla de depresión y la equipara con la tristeza. Se confunde lo que es la depresión, que tiene una entidad clínica, es un trastorno y tiene una repercusión orgánica a nivel de los neurotransmisores y a nivel conductual y emocional. Hay una alteración en la neurotransmisión cerebral que da unos síntomas que tienen que ver con las emociones y las conductas. Tiene unos criterios claros: unos síntomas, durante un tiempo determinado y una intensidad concreta. El resto es tristeza, y la tristeza no es depresión.

¿Esta confusión tiene que ver con la sociedad en la que vivimos? No toleramos el dolor y si lo sentimos damos por hecho que es depresión, que no es algo normal.

Es exactamente así. Hay dos factores importantes. El primero, que nos cuesta mucho soportar nuestras emociones y cuando sufrimos un poquito decimos que es una depresión para excusar nuestra propia emoción. Y segundo, lo hacemos para banalizar. La depresión es algo gravísimo. La persona que la pasa seguro que no la banaliza. En realidad lo sabemos, todos conocemos personas que han tenido una depresión, lo que hacemos es banalizar, que es algo que hacemos mucho los humanos para restarle importancia a algo que sí la tiene. Decimos «estoy depre» y lo hacemos mal. La sociedad en la que vivimos es tan compleja y competitiva que al sentir una emoción negativa le ponemos una etiqueta que no es.

¿En qué momento alguien que se siente triste debe pedir ayuda?

Hay un momento clave: cuando aparece la anhedonia, la incapacidad de sentir placer con cosas que antes nos lo daban. Imagina que me gusta mucho ir a nadar y, de golpe, eso deja de darme placer y mi vida se transforma en una línea recta, sin variaciones del placer. O me gusta mucho el fútbol y no siento ningún goce con un Barça-Madrid. La anhedonia es el síntoma más característico de la depresión. Y ésta va asociada a otros síntomas como, por ejemplo, alteraciones del sueño, del hambre y de la conducta. Lo característico es que la persona no disfruta no con nada. Y cuando digo nada me refiero a cosas muy animales, como un helado de chocolate, que daría igual si comieras cartón. O con los hijos, que es lo más atávico en cuanto al placer, tampoco sientes ningún placer. Ahí ya debemos pensar que no es tristeza, que es una enfermedad que se llama depresión.

Hay gente que lo esconde.

Somos actores. Y los hombres más que las mujeres.

Lo de no mostrar los sentimientos, ¿no?

Sí. Es cierto que todas las enfermedades mentales están bajo un tabú y es muy difícil decir que no nos encontramos bien a nivel emocional. En el caso de los hombres, desde que empiezan los sintomas de un cuadro depresivo hasta que se pide ayuda pueden pasar cinco años. Esto hace que el 75% de suicidios consumados sean en hombres. Nos cuesta mucho más pedir ayuda. Pasamos cinco años sufriendo y haciendo teatro. Eso hace que se enquiste ese trastorno depresivo y llegue a sus peores consecuencias, que la persona muera por suicidio.

El suicidio es la consecuencia más grave de una depresión.

Sí, sería la consecuencia final de una enfermedad que no ha estado seguramente comunicada. La mayoría de hombres que se suicidan, cuando repasas su biografía, no habían pedido ayuda. Si era un cuadro depresivo lo llevaban a escondidas. Porque otro de los síntomas, además de la anhedonia, son las ideas de muerte. Decir o pensar "para estar así mejor estaría muerto" o incluso desear la muerte o buscar un método para morirte son síntomas del trastorno depresivo.

Un clásico, alguien verbaliza que no se siente bien emocionalmente y le responden "¿qué te ha pasado?".

Es una pregunta muy culpabilizadora. Cuando no te ha pasado nada, te quedas un poco... Eso tiene que ver con la banalización de las enfermedades mentales y con la estigmatización. Siempre se ha atribuido a la enfermedad mental, sobre todo a la depresión, un carácter voluntario: "Estas así porque quieres". Te dicen que salgas más de casa, que veas a tus amigos, que hagas esto y aquello... Están diciendo eso cuando la persona que está pasando una depresión no experimenta placer con esas cosas. Ni con salir de casa ni con estar con sus amigos, por eso no lo hace. Se le atribuye una voluntariedad, estar así porque quiere, no se esfuerza por no estarlo, al final acaban culpabilizando y empeorando la sintomatología depresiva. Tenemos que darnos cuenta de que una depresión es una enfermedad exactamente igual que una gripe o una diabetes. No depende de la voluntad de la persona. Esa pregunta, el "¿qué te ha pasado?", a la persona que sufre una depresión le hace mucho daño. Es una losa.

Además, después de eso, ya no se atreve a verbalizarlo.

Así es, no te atreves porque sabes que te están juzgando.

Entonces, ¿qué debe hacer esa persona?

Acudir a su centro de Atención Primaria, a su médico o su enfermera, con quien tenga más confianza, los que son más asequibles de los dispositivos de salud mental. Saben qué es una depresión y pueden dar una primera orientación de a dónde dirigirse. Si no te encuentras bien, recurre a ellos. Si el centro de salud tiene un psicólogo de Atención Primaria y si la intensidad es leve igual te puede tratar el mismo médico de Primaria y si es más grave ya te derivará al psiquiatra de tu zona.

Mucha gente es reacia a consumir determinados medicamentos. ¿Cómo se lidia con estos pacientes?

La persona es soberana. Un buen profesional tiene que saber explicar qué está pasando y cuáles son las alternativas terapéuticas. Conozco gente, he tratado a pacientes que entienden que tienen un trastorno depresivo mayor y que dicen que quiere salir de esto sin tratamiento psicofarmacológico. Lo pueden hacer. Y, de hecho, lo hacen. Es más lento, eso sí. Siempre les digo que es como correr una maratón sin zapatos, pero es su opción. Y que les voy a acompañar igual tanto si lo hacen con fármacos como sin. Estaré ahí para ellos. He llevado casos de todo tipo. Hay cierto estigma sobre los psicofármacos y hay mucha gente a la que le dan miedo. Pero, realmente, como profesional deben explicarles los pros, los contras y los tiempos de curación.

¿Varían mucho?

En una persona que no toma psicofármacos la depresión igual se alarga 18 meses, que es el curso natural de una depresión sin tratamiento. Pero con fármacos muchas veces se acorta a tres o cuatro meses. Eso es algo que la persona tiene que saber y decidir en función de lo que le expliques como profesional. Todo el mundo se toma un Frenadol porque no le da miedo, pero si hablamos de antidepresivos, como son enfermedades y fármacos estigmatrizados, se duda más, pero la persona hace lo que quiere y hace bien.

Dan miedo porque se dice que son muy adictivos.

Sí, pero es mentira. Es una etiqueta falsa, que nos ha interesado ponerles como sociedad. Sí hay un tipo de fármaco de salud mental que genera dependencia, tolerancia y abstinencia: los ansiolíticos. El diazepam, el lorazepam... Todos los que acaban en pam. Cuando los dejas de tomar después de una temporada continuada tienes abstinencia, un mono. Si lo tomas te genera dependencia y cada vez necesitas más dosis para tener el mismo efecto porque la tolerancia aumenta. Esto es así. Pero el resto de psicofármacos no, ya están creados para que no sea así. Un antidepresivo no genera adicción, tampoco un antipsicótico. Sólo pasa con los ansiolíticos.

Un paciente puede decidir tomar todo lo que le recomiende su médico salvo ansiolíticos, ¿no?

Sí, exacto. Un antidepresivo tarda aproximadamente tres semanas en hacer efecto. La persona se está tomando ese psicofármaco y al principio piensa que no le está haciendo nada, se pregunta por qué se lo está tomando, le da vueltas a los efectos secundarios... Se tiene que explicar muy bien ese proceso. Pero lo que pasa con un ansiolítico es que te lo tomas y a los cinco minutos se sientes genial. Te tomas un tranquimazin y en unos minutos te sientes el rey del mambo. Es como una tirita inmediata, por eso crean tanta adicción. Un ansiolítico debe tomarse de forma regulada un máximo de seis semanas y siempre con supervisión profesional para evitar esa adicción que da tanto miedo.

¿La depresión ha aumentado mucho en los últimos años?

Sí, la OMS estima que en 2030 será la enfermedad que generará más discapacidad a nivel mundial. Es una pandemia.

Silenciosa.

Sí, y muy estigmatizada, tabú. ¿Por qué en chicos y chicas de 15 a 29 años el suicidio es la primera causa de muerte? Tenemos que hablar de esto. ¡La primera causa de muerte absoluta! Hay muchos suicidios, el año pasado hubo 4.000 en todo el Estado. Es una cifra muy bestia.

Habla de los adolescentes y los jóvenes. ¿Gestionan peor sus emociones que los adultos?

Pues me ha sorprendido mucho para bien ver que a los más jóvenes les resulta más fácil pedir ayuda. Mucho más fácil. Esa ha sido una gran revolución postpandémica. Le resulta más fácil a un joven decir "no me encuentro bien emocionalmente" que a una persona de 50 años, que siente vergüenza. Creo que tiene que ver con las diferentes formas de comunicarse. Los más mayores lo hacemos casi siempre a nivel físico. Quedo con un amigo en un bar para tomar un café y, seguramente, esta comunicación más de tú a tú dificulta explicar algo así porque genera más vergüenza. Pero a un adolescente que se comunica básicamente a nivel virtual, en redes, le resulta más sencillo expresar cómo se encuentra. Los jóvenes nos han dado una lección de cómo pedir ayuda. Esa forma de comunicación, además, les da mayor acceso a la información. Afortunadamente, están pidiendo ayuda. Lo hacen mejor que nosotros.

¿La forma de abordar y tratar una depresión es la misma en los adolescentes que en los adultos?

Es algo diferente. A nivel psicoterapéutico el abordaje de un adolescente o un adulto joven es diferente; Primero, por las formas de comunicación. A un adolescente le puede entrar más una terapia online porque está más acostumbrado. Tenemos que adaptarnos. Es diferente si a mí, que tengo 50, me hacen una terapia online, no me sentiré cómodo. Pero un adolescente se sentirá comodísimo. Los medios cambian porque las circunstancias cambian.

¿Y en lo psicofarmacológico?

Es prácticamente igual. Los cerebros funcionan de la misma forma y los psicofármacos funcionan igual. Hay algunos más indicados para jóvenes y en adolescentes no está indicado usar ansiolíticos, por la adicción de la que hablábamos antes, mientras que en un adulto sí que te puedes plantear dárselos.

Ha mencionado lo de sentirse cómodo en terapia. Mucha gente acude a un especialista, no se siente a gusto y lo deja.

Lo adecuado sería buscar otro profesional. En salud mental, la herramienta que tenemos para tratar es la palabra, básicamente. Ello implica una presencialidad y, como en todas las relaciones humanas, a veces la persona que tenemos delante no encaja con nosotros. Nos pasa con gente que conocemos, con amigos... Si esa persona no encaja contigo como para que le puedas expresar tus emociones de forma confiada o si te sientes juzgado, busca a otra con la que encajes. Si un TAC no funciona buscamos otra clínica, pues si un terapeuta no nos funciona, busquemos otro. En nuestro caso la herramienta es la persona, no la tecnología.

Si tenemos cerca a alguien con depresión, ¿cómo debemos actuar?

Lo más importante es no juzgar. Hay que ser empáticos y mantener una escucha activa en el momento en que la persona quiera expresar emociones. Tienes que estar de verdad y sobre todo no juzgarle. Lo que decíamos antes de "es que no haces nada", "no quedas con los amigos", "no sales", "estás así porque quieres"... Todo eso hunde le más. Y hay que tener paciencia.

En este siglo XXI la paciencia se vende cara.

Sí, lo sé, pero hay que pensar que son unos meses que estarás fuera de órbita y quienes están a tu lado deben entenderlo y tener paciencia para esperar estos meses.

¿En la sanidad pública hay suficientes recursos para las personas con depresión?

Sí, hay suficientes recursos, pero siempre necesitamos más. Hacen falta más, evidentemente. En estos últimos siete años hemos puesto 82 profesionales más de salud mental en las islas y mi idea como coordinador es aumentar el número de profesionales. En 2023 tengo previsto que se incorporen unos 18, si todo va bien. Queremos más. Y mi principal tarea es conseguir más.

Se habla de la importancia de los psicólogos en Atención Primaria.

Estamos en el camino. Esos psicólogos lo que hacen es separar la intensidad. Una persona con trastorno depresivo grave debe ser atendida en una unidad de salud mental, una persona que tiene un trastorno menor, lo que conocemos como adaptativo, porque ha pasado algo, puede estar atendida desde Primaria. Es una figura a la que damos mucha importancia porque nos ayuda a no colapsar los servicios que atienden los casos más graves y a los pacientes más leves más en la comunidad. Yo le doy una máxima importancia a este proyecto. Ahora hay tres, pero nuestro objetivo es contar con 27.

¿Cualquier persona puede tener una depresión?

Sí. Una de cada cuatro personas está en riesgo y en su vida pasará una enfermedad mental y la mayoría un trastorno depresivo. Nadie está a salvo de sufrir una depresión. No tiene que ver con el sexo, la raza, la condición económica... Todos estamos en riesgo de sufrir una enfermedad mental, aunque es cierto que en las personas más desfavorecidas aumenta. Una persona que llega aquí en una patera, que no tiene una red social, que ha perdido la familia o ha visto morir a alguien durante la travesía lo tiene más difícil a nivel emocional, pero ninguno de nosotros estamos exentos de sufrir una enfermedad mental.

¿Es más probable que alguien que ha sufrido una depresión tenga otra pasado un tiempo?

La persona que ha pasado por un trastorno depresivo como entidad clínica es una persona que, en general, sale reforzada. Debemos entender que es un proceso vital intensísimo de mucho sufrimiento y cuando la superas eres una persona diferente. Me gustan las metáforas. Pensemos en Caperucita Roja. El lobo se la come y el leñador la saca de su barriga. Seguro que después de eso no se la vuelve a comer otro lobo. De alguna forma, un trastorno depresivo significa un aprendizaje emocional que deja una huella brutal.

De una depresión se sale, ¿no?

Como enfermedad, la mayoría de las veces tiene una curación. Se cura. Algunos casos son recurrentes o resistentes, que tardan un poco más o, incluso se mantienen de forma crónica toda la vida, pero, afortunadamente, la gran mayoría se curan. Curación clínica, sin síntomas y mantenida en el tiempo.

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