Biografía

La "pinza" de Felipe y Letizia para que Ágatha Ruiz de la Prada fuera marquesa

La diseñadora desvela en sus memorias que los Reyes "empujaron" en la histórica ley de igualdad nobiliaria: "El mayor enemigo fue Juan Carlos I"

Ágatha Ruiz de la Prada.

Ágatha Ruiz de la Prada.

Mariola Riera

Es Ágatha Ruiz de la Prada (Madrid, 1960) marquesa de Castelldosríus, baronesa de Santa Pau y Grande de España. Lo es por mérito propio y a pesar del rey Juan Carlos I, quien "intentó revolverse como una pantera" y "trapicheó con todos" cuando algunas mujeres de la aristocracia española se pusieron en marcha para que primase la primogenitura independientemente del sexo a la hora de heredar los títulos nobiliarios. El entonces monarca trató de ayudar a los amigos que acudieron a él, "hombres desnortados ante los nuevos tiempos", pero les salió rana. Habían topado con Ágatha Ruiz de la Prada, quien en la primera década de este siglo peleó sin complejos y logró hacerse con los títulos de su tío gracias a la histórica ley que se aprobó en el Congreso en 2005.

Todo pese al rey Juan Carlos y, sorpresa, con cierto apoyo de los hoy Reyes de España. "La verdad es que también tuvo mucho que ver la hoy Reina Letizia, que estaba esperando a Leonor. Ella y Felipe hicieron pinza para apoyar la igualdad nobiliaria", cuenta la famosa diseñadora en "Mi historia", su “psicoanálisis particular”, unas divertidas, deliciosas, provocadoras, caóticas y, por supuesto, morbosas memorias editadas por La Esfera de los Libros que presenta estos días por media España.

Al expresidente José Luis Rodríguez Zapatero y su entonces vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega agradece el apoyo en una lucha por la igualdad nobiliaria que tuvo en contra a influyentes personajes, como Pío García Escudero o el conde de Elda. También hubo a quien le "soplaba" lo que pasara con esos títulos, entre ellos, Mariano Rajoy. Pero el "mayor enemigo" fue el emérito, y eso que Ágatha es "muy de don Juan Carlos, pero llegó Letizia y el rey de entonces tuvo que agachar la cabeza".

Muchos han entendido las memorias de Ágatha como su venganza en plato frío de Pedro J. Ramírez, al que apoda "El Innombrable". "Su nombre no volverá a aparecer en este libro", advierte en el primer párrafo. Con el periodista convivió 30 años, tuvo dos hijos y se separó en 2016 tres meses después de casarse. Pero no es tanta la vendetta por lo que dice, que también, sino por cómo lo dice. Porque resulta chocante que Pedro J., a quien la fama de buen director de periódicos le precede, fuera incapaz de olerse el talento de su mujer como cronista social. Las páginas de "Mi historia" (que cuenta con la colaboración de Pedro Narváez) se leen, más bien se devoran, de carrerilla, imposible parar. Es tal la carga de marujeos contados con clase, desparpajo y sin complejos que todo el mundo va a encontrar algo interesante.

Niña bien, de buena y aristocrática familia, avisa: "Las niñas de papá bien no me llegan a la suela de los tacones". Y remata: "Nunca he sido pija. No hay pija que no conozca, pero yo no lo he sido ni un día de mi vida". No tiene reparos en dar su opinión fresca y al grano sobre todo aquel que desfila por las páginas, que no son pocos y sí muy interesantes, desde políticos de alto nivel hasta grandes empresarios, nobles, artistas de todo tipo… Pero si alguien piensa que se codeó con ellos gracias a Pedro J., todo lo contrario, fue él, un "hortera de bolera", quien chupó rueda de ella, autodefinida como "diseñadora de éxito, aristócrata y musa de la movida antes y después de conocerle". Por cuestionar, cuestiona hasta el olfato periodístico de su ex, falto de "sensibilidad" para darse cuenta meses antes de hacerse público que era el gallego Mariano Rajoy y no el asturiano Rodrigo Rato el elegido por Aznar para sucederle. Fue en Moncloa, en una cena con los Aznar, a la que estos invitaron a Rajoy y su esposa, Viri.

A esta la describe como "una azafata de congresos". Hay para otras: Ana Botella es "muy maruja, muy poco cultivada, muy poco generosa y muy dedicada a su marido"; Sonsoles Espinosa, esposa de Zapatero, "muy legal y un trueno de guapa"; Carmen Romero, la clienta por sorpresa que la convirtió en "la diseñadora de Moncloa", y Esperanza Aguirre, "de cojones elegante".

Tiene humildad Ágatha para reconocer a los que debe en gran parte su éxito, entre ellos, el asturiano Isidoro Álvarez, dueño de El Corte Inglés. "Ve el negocio por encima de cualquiera. Solo triunfé por El Corte Inglés". Fue Álvarez quien la animó a diseñar para niños, puso la ropa a la venta en sus grandes almacenes y luego la llevó al mundo de las joyas. "Éramos muy amigos. De los que mejor recibían en casa, angulas, perdices…".

Admite que no tiene estudios superiores. Empezó tarde al colegio, que le daba asco: "Mi madre prefería llevarme a planes y en eso estábamos de acuerdo". Ni falta le hizo: "Poseo más cultura que muchos que han pasado por la Universidad. Mi abuelo y Proust, los mejores profesores. Un tío mío, que estaba fatal de la cabeza, leía todo el rato". Se declara feminista, pero no de boquilla, defensora del aborto (tuvo tres) y, ante todo, libre: "Siempre he podido hacer lo que me ha dado la gana".

Esa seguridad y desparpajo le ayudaron, a buen seguro, a superar el mal trago del vídeo de Pedro J. y Exuperancia Rapú, de lo que habla sin complejos y da su versión. Salvó al periodista de la muerte civil y él dijo que le pidiera lo que quisiera: "Yo le pedí una casa en París". Superado el episodio, ahí empezó, dice ella, el fin de su matrimonio, no cuando Pedro J. acudió una mañana de 2016 a la cama, le sirvió el desayuno y le pidió el divorcio. "Él no me abandonó aunque me dejara", concluye.

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