Información

Sin barreras sexuales

La aparición de servicios de asistencia y acompañamiento sexual para personas con diversidad funcional abre el debate sobre la necesidad de regular la actividad

C. SUENA | A.V. | M.R.

Piense en sexo. Dos cuerpos jóvenes y sanos, ¿verdad? Ahora cambie todas las variables e incluya discapacidad. ¿Sigue siendo lo mismo? Sí, eso también es sexualidad, aunque rara vez lo usaría como ejemplo en una conversación informal con desconocidos. No se sienta pacato e infantil, es la sociedad.

«Mucha gente piensa que su sexo tiene que ser como el que se ve en la tele», afirma el sexólogo ilicitano José Bustamante. Así, el discurso dominante sugiere que todo aquello que no contenga pareja, juventud, coito y orgasmo se aleja de la luz y se arrincona en la esquina de la extrañeza, un lugar que se intuye cercano al sótano de la perturbación. Muchos se acercan a estas zonas para comprobar por sí mismos lo que hay, pero han de vivirlo como una aventura privada y secreta si no quieren ver cuestionada su decencia. «El tabú viene en el momento en que hay ideas limitantes sobre el sexo», apunta el psicólogo de Elche.

"Nosotros también existimos y también follamos".

Telmo Irureta, ganador del Goya al mejor actor revelación.

La sexualidad en personas con discapacidad vuelve centro de la actualidad gracias a Telmo Irureta, ganador del Goya al mejor actor revelación. "Nosotros también existimos y también follamos", con estas palabras pronunciadas ante más de tres millones de espectadores tras recoger su galardón el actor puesto bajo los focos este olvidado tema.

Bajo un tsunami de aplausos, el actor con parálisis cerebral logró el Goya por su papel de David en La consagración de la primavera, de Fernando Franco. En esta película Irureta interpreta a un joven con discapacidad que vive con su madre y comienza a tener una amistad con una chica a la que pagará por mantener relaciones sexuales. Con 34 años, Irureta está en silla de ruedas desde que tenía dos, cuando una encefalitis le provocó una parálisis cerebral.

Y es que parece que cuando hablamos de la intimidad del dormitorio, la sexualidad en personas mayores, las prácticas extremas pero legítimas o simplemente las relaciones sin clímax quedan fuera del paradigma. En este razonamiento no queda espacio alguno a las personas con diversidad funcional. Ignorados, infantilizados, el mito que ordena el sexo les extirpa el deseo y la necesidad. Pero lo cierto es que el instinto sexual sigue ahí. La falta de recursos y el estigma social ha llevado a muchos a recurrir a la prostitución convencional para intentar sofocar sus impulsos más primarios. Otros no han tenido siquiera esa posibilidad. Numerosos expertos reconocen que la única opción de algunas familias ha pasado por facilitar la masturbación a personas con discapacidad sin recurrir a terceros. Quizá por vergüenza, quizá por falta de medios, quizá por la dificultad de encontrar alternativas sobre una realidad de la que apenas se hablaba hasta hace bien poco.

Pero desde hace cuatro años, la aparición de los primeros servicios de asistencia y acompañamiento sexual para personas con diversidad funcional en España están actuando como el ariete de un batallón de nuevos recursos que quiere derribar este castillo de ideas. Y devolviendo, también, la calidad de vida a miles de personas en la provincia y la Comunidad. Una obviedad ignorada es su lema: «la sexualidad de quien tiene diversidad funcional es la misma que la del resto de personas», remarca Charo Ricart, médico, sexóloga y fundadora de Sexualidad Funcional en València.

Asistencia y acompañamiento

La asociación a la que pertenece está basada en la experiencia de Ricart y su exsocio, Dimitri Zorzos, en la barcelonesa Tandem Team, la primera organización en implantar en nuestro país la asistencia sexual de forma profesionalizada.

Comprendida genéricamente como un servicio que ayuda a una persona con dificultades para explorar su sexualidad, conviven varias maneras de interpretarlo. Algunas asociaciones abogan por el derecho a tener un asistente que ayude al usuario con problemas de movilidad a explorar su cuerpo y a tocarse. Otros defienden un intercambio sexual con menos restricciones y que no elimina la afectividad. Normalmente se cobra por el servicio, pero no es imprescindible.

Este último enfoque, denominado acompañamiento íntimo, es el que ha implantado Ricart en la Comunidad. «Es que es el original y más apropiado y amplio. Hay personas que no han tenido la posibilidad de poderse masturbar, pero tampoco de tener intimidad con otra persona. Eso no significa necesariamente una relación coital, sino la posibilidad de tener un cuerpo desnudo, de ser acariciados o acariciar, de ir a cenar, de tener miradas cómplices o de compartir besos y abrazos o lo que cada uno entienda por intimidad o quiera descubrir. Eso es el acompañamiento», aclara la directora de la asociación.

Tener intimidad con otra persona. Eso no significa necesariamente una relación coital, sino la posibilidad de tener un cuerpo desnudo, de ser acariciados o acariciar, de ir a cenar, de tener miradas cómplices o de compartir besos y abrazos"

Pablo empezó a ir a sus talleres hace unos meses. «Me gustaban, pero yo quería algo más, así que solicité un acompañamiento». «El asistente es alguien que ayuda a otro a masturbarse. Yo pedí un servicio de acompañante, porque no tengo la movilidad afectada y quería algo más íntimo», cuenta este valenciano de 42 años que padece osteogénesis imperfecta, conocida como enfermedad de los huesos de cristal.

Desde el centro le pusieron en contacto con quien sigue siendo su asistente para iniciar el proceso. «Hay una entrevista previa para ver si hay química y cualquiera de los dos puede decir que no. Nos vimos, me puso unas condiciones y me dijo que no hacía penetración ni sexo oral. Y está muy bien porque te queda muy claro desde el principio», cuenta Pablo.

La chica que le asiste se dedica a otra actividad profesional, tiene pareja -«que entiende y acepta lo que hace»- y cobra por compartir su cuerpo y afecto con él «diez veces menos de lo que vale» la sesión o de lo que cobraría una profesional del sexo. Porque «se toma el tiempo que tú necesitas y a lo mejor después de un momento superfogoso puede que os quedéis en la cama sin ninguna prisa y contándoos cosas con total naturalidad». Vivir su deseo y compartirlo con una persona que le trata «como a un igual» le ha «cambiado la vida».

Dimitri y Carmen Lujan, acompañante y usuaria.

FOTO DE GERMÁN CABALLERO

Su primera caricia erótica

Dimitri trabaja con personas que “no tienen acceso al placer por sí mismas”, hombres y mujeres que buscan relaciones íntimas más allá de la práctica estrictamente coital. Algunos nunca han recibido una caricia erótica porque nadie ha rozado su piel. Otros ni siquiera han tenido la posibilidad de experimentar con sus propias manos porque su cuerpo es en sí mismo una barrera infranqueable. Dimitri Zorzos ejerce como asistente sexual desde hace una década y realiza servicios por todo el país, incluyendo la provincia de Alicante. Está especializado en diversidad funcional y ofrece experiencias adaptadas a lo que cada usuario precisa para obtener satisfacción y explorar la sexualidad. No se esconde por ello. Da la cara y defiende esta práctica porque se realiza “de forma libre entre dos personas adultas y siempre de igual a igual“.

“Hay miles de diferencias entre prostitución y asistencia. Si limitamos el objeto de la prostitución a cobrar por ofrecer sexo y placer, entonces puede ser lo mismo, trabajo sexual, pero si por prostitución hablamos de trata de blancas, de mafia y de explotación sexual entonces no tiene nada que ver. Aquí todo lo que se hace es voluntario, consensuado con antelación entre dos personas libres y adultas en las que nadie, nunca, está forzado a hacer algo que no quiera”, expresa Dimitri.

¿Podría una persona que se dedica a la prostitución ofrecer este tipo de servicios? “Como poder podría, pero hay que estar preparado. Lo más básico es tener la capacidad de ver a las personas sin más adjetivos, ver su esencia. Por ejemplo, si entro en una habitación y hay una chica que no tiene piernas o tiene malformaciones y yo pongo cara de sorpresa o de susto, ¿se imaginan cómo le podría afectar?”.

Dimitri Zorzos sabe bien lo que significa vivir atrapado en un cuerpo que no responde. En 2007 sufrió una embolia y la mitad izquierda de su cuerpo quedó paralizada durante cerca de dos meses. Se convirtió en hemipléjico y perdió el control del movimiento, no tenia ni la capacidad de comer solo. Esa experiencia, y un artículo que leyó sobre una chica francesa que se dedicaba a este tipo de acompañamientos le cambió la vida. Después de su formación como “sanador sexual a través del masaje tántrico”, se sintió preparado y se sumergió en el mundo de los acompañantes sexuales. En su opinión, un asistente debe estar familiarizado con el mundo de la diversidad funcional y entenderlo para saber cómo actuar, aunque dice asimismo que “todo se aprende”.

“Se dan situaciones en las que tienes que estar callado cinco minutos escuchando a la otra persona porque tiene dificultades para hablar y se deben respetar sus tiempos, no forzar nada ni intentar completarle las frases. Otros solo pueden hablar a través de otra persona, con ordenador, con pictogramas, etcétera. Debes de ser una persona que sepa cosas básicas de higiene y saber cómo reaccionar. No hace falta formación porque cada usuario tiene sus propias rutinas y su forma de cambiarse pañales, bolsas de orina… está bien tener un conocimiento general, pero al final es el usuario el que te va a decir cómo se tienen que hacer las cosas”.

"El asistente sexual se ocupa de facilitar un espacio y un tiempo para una persona que necesita interactuar eróticamente con él"

Dimitri Zorzos

ASISTENTE SEXUAL

Dimitri trabaja con un protocolo que siempre cumple para planificar qué trato necesita la persona que recurre a sus servicios. Si el usuario acude a alguna asociación que facilita este tipo de contactos, primero se le realiza una entrevista para determinar qué asistente puede ser más compatible. Una vez seleccionado, se organiza un encuentro previo entre el acompañante y la persona interesada para determinar todos los términos en los que se llevará a cabo el contacto. Se expresan las necesidades y también los límites, si los hay. Tras el encuentro, se vuelve a conversar con el usuario para evaluar si la experiencia ha sido satisfactoria y proponer mejoras o cambios de cara a un posible nuevo encuentro, que no siempre es coital ni físico. Se incluyen, por ejemplo, encuentros virtuales a través de una webcam y hay personas que buscan, tan solo, pasear de la mano con un amante que no proyecte compasión cuando la mira.

“Cada persona que accede al servicio puede estar en un momento muy diferente en la vida. Los hay que necesitan abrazos y otros que buscan una relación coital a toda caña. Cada persona es un mundo y la sexualidad se vive de forma diferente”, prosigue Dimitri. Su experiencia le dice que existen notables diferencias entre usuarios que sufren una discapacidad física o intelectual. En esta última “lo más importante es que esa persona tiene que ser consciente de lo que está haciendo, estar segura de lo que está pidiendo y lo que está viviendo, que tome decisiones conscientes“.

También aprecia diferencias entre los que sufren una discapacidad congénita o adquirida. Normalmente, prosigue, las personas congénitas están más abiertas a una sexualidad que no sea estrictamente pronográfica. “Una de las cosas que más me gustan es cuando una persona no ha tenido ninguna experiencia sexual en la vida. Si yo te cojo de la mano para abrirte la puerta al mundo de la sexualidad tengo una gran responsabilidad y un honor enorme”. En cambio, cuando la discapacidad se ha adquirido en un momento de la vida por un accidente o una enfermedad “ya tienen ideas preestablecidas y experiencias y es un poco más complicado. Tienen una visión más pornográfica y si están encerrados en su pasado no les mueves fácilmente”.

Aún así, no hay dos sesiones iguales y la experiencia le dice que no se puede fijar un tiempo estrictamente determinado. “Cuando es la primera vez, hasta que los cuerpos se conocen un poco suele durar algo más, pero lo habitual son unas dos horas más o menos. Cobro 75 euros y el precio incluye las entrevistas, el encuentro previo, el acompañamiento y el encuentro posterior que a veces es necesario para ayudar a asimilar la experiencia”. Dimitri defiende la necesidad de solicitar dinero por un servicio al que dedica su tiempo y que, a veces, incluye desplazamientos a diferentes provincias. “Creo que es un precio justo para mi y para la persona que lo decide. Si el usuario no tiene capacidad económica le propongo un intercambio de algún tipo. A lo mejor me dan 20 euros en metálico y luego me regalan alguna artesanía u otra cosa. He cobrado hasta en poemas, un poema de una estrofa que para mí tenía más valor que esos 75 euros”.

"Cualquier cuerpo, mientras estén mente y piel, puede ser erótico a su forma, cada cuerpo puede tener sus herramientas de seducción"

Dimitri Zorzos

ASISTENTE SEXUAL

Por norma en todas las asociaciones que facilitan esta serie de contactos se exige que el asistente no use el servicio para satisfacer sus necesidades sexuales y se evitan parafilias relacionadas con la discapacidad para proteger a los usuarios.

Algunos expertos señalan la gran confusión que existe con esta figura en España. El hecho de que pertenezca a los conjuntos «sexo no normativo» y «trabajo sexual» es la raíz del problema, porque se junta el tabú con la alegalidad.

¿Es prostitución?

Para Esther Sánchez Raja, Asociación Nacional de Salud Sexual y Discapacidad (ANSSYD), directora de Proyecto Educativo y la Asesoría en Sexualidad, tanto acompañamiento como asistencia son sinónimos de prostitución, una ocupación que aboga por regular y desestigmatizar. «¿Qué hacen los escorts? ¿Acaso no es un acompañamiento íntimo? Nosotros defendemos que exista una formación regulada para trabajadores del sexo que quieran especializarse en discapacidad». En su opinión, acompañamiento y asistencia son eufemismos que pueden crear falsas expectativas y dependencia en algunos usuarios. Otras voces como la de Charo Ricart defienden que «esto no es un trabajo. No todos los acompañantes cobran. Son gente con la mente abierta que no les importa compartir su intimidad. Lo de menos para estas personas es el intercambio económico».

Las corrientes contrapuestas sobre qué servicios se deberían ofrecer, qué términos emplear para definir cada práctica o si es lícito o no que se pague y se cobre han empañado en parte el debate. El sexólogo Bustamante opina que la asistencia, un servicio que debía visibilizar la sexualidad en diversidad funcional, ha terminado comiéndose todo el discurso. Pero en conjunto el campo ha experimentado un gran cambio. «Hace diez años investigar en esto era muy tabú, y ahora en todos los grandes congresos hay ponencias sobre sexualidad y discapacidad». Se trata de un asunto que se aborda cada vez más en las distintas agrupaciones alicantinas vinculadas a la diversidad funcional.

"La sexualidad no tiene que ser necesariamente coito, también son caricias, besos, susurros, miradas, afectividad y relaciones de pareja o relaciones sociales"

La asociación APSA, que trabaja con personas con discapacidad intelectual y sus familias, ha formado a todos sus trabajadores para integrar la educación sexual desde un punto de vista positivo, abordándola con niños y adultos de forma transversal. «Trabajamos mucho la intimidad, la prevención de abusos, de conductas de riesgo y que sean prácticas satisfactorias», explica la psicóloga y coordinadora del área sexual del colectivo, Manuela Bardisa. Se trata de «abordar la sexualidad no como un problema, sino como una característica humana. La sexualidad no tiene que ser necesariamente coito, también son caricias, besos, susurros, miradas, afectividad y relaciones de pareja o relaciones sociales», prosigue. La clave está en «aceptarse, conocerse y vivir la erótica con satisfacción, añade.

Mientras Bardisa sostiene que a dicha asociación no les han llegado peticiones de usuarios que deseen acceder a ese servicio de acompañamiento o asistencia sexual, el sexólogo de la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica en Alicante, Juan Miguel Fernández, señala que es un servicio cada vez más demandado. «Si llega algún usuario lo derivamos a la asociación de València Sexualidad Funcional. Deberíamos plantearnos un debate público sobre qué hacer, cómo regular o cómo definir esta figura, igual que se ha hecho en otros países. Hay una necesidad de base, una parte importante de la población está demandado una respuesta a su necesidad, una necesidad sexual que es básica», añade. Según él, que una persona desarrolle o nazca con una discapacidad no le anula su capacidad sexual. Tiene sexo, tiene sexualidad y tiene erótica y por lo tanto puede cultivarla». Cómo hacerlo y con qué recursos son cuestiones de las que, al menos, ya se empieza a hablar.


ESTE REPORTAJE FUE ORIGINALMENTE PUBLICADO EL 27 DE ENERO DE 2019

stats