Vientres de alquiler

"Los úteros no pueden estar en venta": los debates éticos de la maternidad de Ana Obregón

Especialistas en bioética, derecho e igualdad analizan si es legítimo pagar por una gestación y si existe una edad para criar

Ana Obregón.

Ana Obregón.

Núria Marrón

La escena no podría haber encendido la mecha con mas furia. Como todo el mundo a estas alturas ya habrá visto, la revista '¡Hola!ha llegado este jueves al quiosco con una imagen de Ana Obregón, de 68 años, saliendo de una clínica de Miami en silla de ruedas -como marca el protocolo maternal- con una bebé en brazos, su hija, nacida por vientre de alquiler y con un montón de debates pertinentes, a menudo incendiados, a propósito de a/las realidades que a menudo esconde un término tan pulcro y neutro como 'gestación subrogada', b/si realmente hay una edad responsable para criar y c/si el dinero te coloca en una burbuja de acceso incluso a prácticas prohibidas en España como contratar a una mujer para que geste y dé a luz.

Más allá de la ministra de Igualdad, Irene Montero, que ha calificado este método como "violencia contra las mujeres", especialistas en bioética e igualdad también apuntan a la problemática realidad de la gestación subrogada. En anuncios y reportajes que suelen aparecer en los medios, muchas veces hablan mujeres gestantes de posición acomodada que han dado a luz a niños casi por solidaridad. Pero el consenso general es que con estos casos puntuales no se podría construir una industria tan poderosa como la de la maternidad subrogada de EEUU, donde cada proceso puede costar entre 120.000 y 200.000 euros. La realidad, insisten las especialistas, es que las gestantes suelen ser mujeres precarizadas que aceptan pasar por el proceso -algunas empresas de EEUU les llegan a poner una pulsera de GPS para tenerlas bajo control- porque necesitan el dinero para tirar adelante.

La portada de '¡Hola!'

La portada de '¡Hola!'

¿Es legítimo pagar por una gestación?

"En España estos contratos son nulos, porque suponen desprotección del menor, lucro para las agencias y explotación para las mujeres", recuerda Itziar Lecuona, del Observatori de Bioètica i Dret de la Universitat de Barcelona. "El término de gestación por sustitución es un eufemismo que elimina todo el elemento humano de un embarazo. Además, en muchos casos se ofrece como una técnica más de reproducción asistida, con lo que no estamos de acuerdo", añade esta especialista en Derecho y Bioética. "La gestación por sustitución produce una instrumentalización o cosificación de la mujer -añade la especialista- y no toda relación humana puede ser absorbida por la dinámica del mercado, ya que también es muy cuestionable la autonomía de las mujeres que se ofrecen a gestar" cuando estas decisiones van ligadas en la mayoría de los casos a necesidades económicas.

Contratos

Vanesa Rodríguez, de la plataforma Stop Vientre de Alquiler, da algunos detalles de los contratos en EEUU: "No se paga por el proceso, sino por el 'producto', sin criatura no se efectúa el pago, por lo que se convierten en embarazos muy medicalizados -asegura Pujades-. Se realizan muchas pruebas, se suelen programar los partos -se establece una fecha de recogida- y se prescribe un tratamiento médico -como la hormonación, que facilita la gestación- a mujeres que no lo necesitan para su propia salud, lo que es muy cuestionable desde un punto de vista ético".

Y más allá de las prácticas del mercado, ¿hay casos en los que se podría plantear que una mujer gestara una criatura para otras personas? Según un escrito del Observatori de Bioètica, llegado el caso, tendría que ser bajo control judicial y de forma gratuita. Isabel Muntané, especialista en igualdad y coordinadora del Máster de Comunicación y Género de la Universitat Autònoma de Barcelona, apunta un poco más allá. "Igual nos tendríamos que empezar a preguntar si, dado que la realidad existe, se pueden regular este tipo de situaciones desde un punto de vista ético para que las mujeres precarizadas no queden desprotegidas".

¿Hay una edad para criar?

Vanessa Rodríguez recuerda que, aunque haya sido la portada del '¡Hola!' de Ana Obregón la que ha llevado la gestación subrogada al 'timeline' de la jornada, la mayoría de clientes de este mercado son parejas heterosexuales con problemas para concebir. Sin embargo, sí es cierto que el caso de Obregón lanza algunas preguntas pertinentes sobre si hay una edad para criar y por qué, más allá de los vientres de alquiler, la edad que se critica en las madres a menudo es tratada como un trofeo -ahí están desde Mick Jagger hasta Richard Gere- en el caso de los padres.

Mujeres y edad

"Las mujeres siempre estamos más vigiladas, todavía se nos deposita la responsabilidad del cuidado de las criaturas y se nos critica si no parimos entre los 25 y los 35 años -apunta Isabel Muntané-. Sin embargo, sí que creo que la maternidad no es un derecho y que, tanto en el caso de las mujeres como en el de los hombres, hay una edad para criar, porque los niños tienen derecho a tener unos progenitores con capacidad física y emocional".

Para la socióloga Marina Subirats, tener un hijo a los 68 años, sea hombre o mujer, es un "auténtico disparate". "El horizonte vital de la criatura pasa por tener un padre o madre dependiente en pocos años", afirma Subirats, quien considera que demasiado a menudo estamos "prostituyendo la palabra libertad".

La burbuja del dinero

Y aquí tocamos hueso, porque una de las realidades que subraya el caso de Obregón es que, con dinero, uno puede ir a Estados Unidos, contratar a una mujer gestante -cosa que en España no se puede hacer- y regresar con una criatura que finalmente podrá inscribir en el Registro Civil. "En el caso concreto de Ana Obregón, está claro que no ha sabido o no ha podido elaborar el proceso de duelo por su hijo fallecido y que, de alguna manera, ha tenido el capricho de sustituirlo de esta manera", afirma la psicóloga social Gemma Altell.

Y aunque el '¡Hola!' habla con una épica del caso que resulta cuando menos chocante -"la niña que le ha devuelto la alegría de vivir", "el giro de 180 grados", "la llave de judo a la fatalidad"- , para Altell la maternidad de Obregón arroja algunas preguntas pertinentes sobre quién paga los deseos de las clases privilegiadas, a la vez que abona la idea de que, realmente, "el dinero lo puede comprar todo". "Es reproblable que todo pueda estar a la venta, también los úteros -cuestiona Marina Subirats-. ¿Qué puede ser lo siguiente? ¿Que alguien venda un órgano por necesidad y que digamos que ha sido libre para hacerlo y que quienes somos los demás para interferir en esa decisión?".

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