Derecho al sufragio

¿Votar a los 16?

¿Están preparados los adolescentes para acudir antes a las urnas?, ¿decantarían unos comicios? // Politólogos y alumnos abren uno de los debates en ciernes: la edad mínima para tener derecho al sufragio

De izquierda a derecha, Carlota, Celiay Tristán, alumnos del IES Félix Muriel de Rianxo.

De izquierda a derecha, Carlota, Celiay Tristán, alumnos del IES Félix Muriel de Rianxo. / L. O.

Susana López Carbia

Carlota, Celia y Tristán son alumnos de cuarto de ESO en el IES Félix Muriel de Rianxo y Diego estudia en el IES de O Milladoiro en Ames, ambos centro en La Coruña (Galicia). Han cumplido los 16 años o están a punto de hacerlo y llevan la vida de cualquier joven de su edad: van al instituto, viven con sus familias y comparten todo el tiempo que pueden con sus amigos. Pero a los 16 años la vida puede ser muy distinta. En España es posible que, dos años antes de llegar a la mayoría de edad, un adolescente pueda trabajar, emanciparse, casarse y someterse a una intervención médica sin contar con el consentimiento de sus padres o tutores. También puede hacer testamento, conducir un ciclomotor y, por supuesto, si cobra un salario, puede y debe pagar impuestos.

Sin embargo, para estos jóvenes existen todavía muchas prohibiciones que desaparecen una vez se alcanza la mayoría edad. Hasta los 18 años no está permitido comprar alcohol o tabaco. Tampoco adquirir lotería ni participar en juegos de azar. Y, por supuesto, no se puede votar. De todas estas limitaciones, quizás sea esta última la que suscita más debate, sobre todo cuando los partidos políticos la ponen sobre la mesa. El BNG trabaja en un borrador de reforma de la Ley Electoral gallega en el que, entre otras cuestiones, propone rebajar la edad mínima para votar a los 16 años. Tres veces han llegado a debatirse en el Congreso de los Diputados propuestas similares y han sido rechazadas por falta de apoyos.

Pero ¿es una insensatez plantear que los jóvenes de 16 años puedan ejercer el derecho al sufragio como cualquier persona mayor de edad? Teniendo en cuenta las facultades que este grupo de edad ha ido adquiriendo en los últimos años, ¿sería lógico que el siguiente paso fuese poder elegir a sus representantes políticos?, ¿con 16 años se tiene la madurez suficiente para hacerlo? ¿y qué consecuencias tendría en el resultado de las urnas la incorporación al censo electoral de todos estos jóvenes de 16 y 17 años? ¿decantaría su voto unas elecciones como las generales convocadas para el 23 de julio?

No es un colectivo excesivamente nutrido. En Galicia son 23.103 adolescentes de 16 años y 22.922 de 17, según las cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE), que vendrían a sumarse a los electores mayores de edad, 2.225.962 personas en el caso de las elecciones municipales del pasado 28-M. Supondrían en total 46.025 personas, apenas un 2% del censo y muy por debajo del peso que tienen otros grupos de edad —el más abultado en Galicia es de los 45 a los 49 años—.

Al margen de las cifras, Carlos Losada, psicólogo clínico y vocal de la Sociedad Española de Psicología Clínica, recuerda que los adolescentes de 16 años ya “están tomando ahora mismo decisiones serias su salud”, por lo que sería “totalmente razonable” que pudieran votar. Uno de los argumentos contrarios a la rebaja de la edad mínima para votar es que a los 16 y 17 años no se es suficientemente maduro y sí muy influenciable.

Al respecto, Losada explica que “la madurez cerebral acaba por completarse teóricamente al pasar a veintena”. Siguiendo ese razonamiento, aduce, “una persona de 18 años tampoco podría votar”. “Hay gente reflexiva e irreflexiva en cualquier grupo de edad”, añade. Losada solo le ve ventajas a que se rebaje la edad mínima para votar. “Es muy positivo, sobre todo de cara a que la juventud sea más escuchada”, asegura. Un adolescente que vota está dando su opinión y eso, dice, podría tener influencia sobre los políticos, que podrían legislar teniendo en cuenta las necesidades de los electores más jóvenes, sobre todo en un momento como el actual, “lo que tendría consecuencias positivas sobre la salud mental de este colectivo”, señala el psicólogo clínico.

"La juventud puede ejercer de militante, pero no puede votar, lo que no es coherente"

Para el politólogo Paulo Carlos López, doctor en Ciencia Política y en Comunicación, propuestas como esta entrañan “un profundo debate sobre el sentido de la democracia y sobre los derechos políticos de los ciudadanos”. Y a priori se declara “a favor”. “A partir de los 16 años, se puede trabajar, se puede compartir la vida con alguien, las mujeres pueden abortar y muchos partidos políticos permiten la afiliación. Es decir, que la juventud puede ejercer de militante, pero no puede votar, lo que no es coherente”, explica. López tiene claro que “siempre es bueno ensanchar una democracia para que se incorpore más ciudadanía”.

Recuerda, además, que hay lugares en Europa donde se permite votar, de forma universal o con ciertos condicionantes, a los mayores de 16 años. En Alemania está permitido en cuatro de sus 16 länder, aunque solo en las elecciones locales y regionales, no en las federales. Por el contrario, Austria permite votar a partir de los 16 años de manera universal y fue el primer país de Europa en hacerlo, en 2007. En Bosnia, Croacia, Serbia y Eslovenia solo pueden votar con esa edad los jóvenes que trabajen y en Hungría deben estar casados para ir a las urnas.

El consultor político y experto en oratoria Santiago Martínez cree también que España acabará por rebajar la edad mínima de votación. Esgrime que sería “un ejercicio de coherencia”. “No veo que haya mucha diferencia entre los jóvenes de 16 y de 18 años”, dice. Y añade que podría ser incluso “un estímulo muy positivo”. “Si se les da esa oportunidad, su actitud puede cambiar totalmente”, explica.

Martínez echa mano de otro argumento para defender que se rebaje la edad mínima de votación: “cada vez hay más gente mayor y vive más tiempo y es importante conseguir que la gente joven, que cada vez es menos, tenga más representación. Hay que buscar el equilibrio electoral”, apunta. Pero, ¿cambiaría mucho el resultado de las urnas? Martínez cree que no. Explica que la tendencia es que la gente más joven “vote más izquierda” y la mayor, “más derecha”, aunque puntualiza que hay estudios que señalan que partidos como Vox podrían beneficiarse de esta rebaja en la edad de votación.

¿Qué dicen los jóvenes?

Y ¿qué dicen los jóvenes? Diego Madarnás, alumno del IES de O Milladoiro que cumple 16 años en un par de meses, cree que la gente de su edad no está preparada para elegir a sus representantes políticos. “Votar significa decidir sobre la vida de otras personas y hay que ser responsable”, dice. Diego no está en contra de que se “abra el debate”, pero cree que a su edad los adolescentes son aún “bastante influenciables” y pueden dejarse llevar por “cuatro tópicos”. Más que manipulables, Carlota Somoza, alumna del IES Félix Muriel de Rianxo, que este año cumple los 16, ve a los jóvenes de su edad sin demasiado interés por la política y “sin mucha idea sobre cómo funciona”. Pero sí cree que sería “muy positivo” que se tuviera en cuenta su opinión. “Sería un primer paso para cambiar muchas cosas”, afirma.

El politólogo Miguel Anxo Bastos no está en contra de abrir el debate, pero cree que “debería extenderse a otros ámbitos”. “Tanta asimetría es un poco absurda. No pueden fumar un cigarrillo, no pueden ir de excursión sin permiso de los padres, pero sí pueden decidir abortar”, apunta. Y si hay que elegir, tiene claro que dejaría las cosas tal y como están. Bastos recuerda que no hay estudios sobre las consecuencias que podría tener la medida a nivel de resultados, pero cree que en este tipo de propuestas “los que proponen la medida generalmente piensan que van a salir beneficiados”. Recuerda que tener derecho al sufragio implica también “responsabilizarse de lo que uno vota”. Y pone ejemplos: “un joven de 16 años podría acabar votando leyes penales o una política laboral que a ellos aún no les afecta si no trabajan”. Lo importante, señala, es que “el votante asuma la responsabilidad plena sobre lo que vota”.

Para Celia Domínguez, estudiante del IES Félix Muriel de Rianxo, votar es, efectivamente, una gran responsabilidad para la que considera que no está “preparada”. Aunque se interesa por la política, algo que a veces la hace sentirse “un caso aislado” entre su grupo de amigos, cree que, de poder votar, lo haría en blanco. “Pienso que las personas deberían estar preparadas y tener claros ciertos conceptos”, señala. Y apunta que sería muy positivo que en los institutos se introdujese alguna asignatura para que los jóvenes tuviesen una “base mínima” antes de acudir a las urnas. “Si aprendes lo básico, te interesas y tú misma buscas más información”, sostiene.

También prima la importancia de estar informado y al tanto de la actualidad Tristán Rial, otro alumno del IES Félix Muriel de Rianxo, que no oculta la ilusión que le haría poder votar. “No es que me guste mucho la política, pero sí querría poder decidir quién me gobierna”, explica. Tristán procura estar al día de lo que ocurre en el mundo pero cree, como Celia, que los jóvenes deberían recibir mucha más información en los institutos.