Cataluña

Barcelona amanece llena de urinarios activistas

Son urinarios activistas. Duchamp en versión grafitera. Un artista instalará por las calles 100 retretes con moraleja. “Se ha normalizado que la ciudad huela mal”

Dos de los urinarios grafiteros que han aparecido esta mañana frente a Santa Maria del Mar.

Dos de los urinarios grafiteros que han aparecido esta mañana frente a Santa Maria del Mar. / Maite Cruz

Ana Sánchez

La calle atufa más que las excusas para librarse de la mesa electoral. Es una esquina callejera de tantas: con vistas a Santa Maria del Mar y rastros corrosivos de meadas. Este viernes ha amanecido con dos urinarios pegados a la pared. Duchamp en versión grafitera. “Fuera de servicio”, advierte un cartel con cadenita en plan indirecta artística. La moraleja se puede descargar en formato QR: “Es nuestro patrimonio –lees en el móvil-. Pero también son meaderos. Lavabos públicos. Esta es la realidad”. 

Son urinarios activistas. Collejas en versión artística. Se empiezan a expandir por Barcelona a lo plaga bíblica: llegarán al centenar. “Qué buena idea”, le dicen los vecinos en cuanto lo pillan infraganti con las manos en el retrete. Muy bien -le animan con el pulgar hacia arriba-, adelante”. Un transeúnte –cuenta el artista- le pidió por favor al verlo que pusiera uno en el portal de su casa. Él menea la cabeza. “Se ha normalizado que la ciudad huela mal”.  

Joan Juncosa instala dos de sus urinarios activistas frente a Santa Maria del Mar.

Joan Juncosa instala dos de sus urinarios activistas frente a Santa Maria del Mar. / Maite Cruz

No lleva sudadera con capucha. Él es un artista callejero que da la cara con nombre y apellidos: Joan Juncosa. “Yo respondo mucho por mi proyecto –se encoge de hombros-: tengo muy claro lo que hago, cómo lo hago y por qué lo hago. Y si un día me tocara dar explicaciones, las daré”. 

Es #elchicodelasbaldosas de Instagram. Artista, arquitecto, 36 años. Tiene una libreta llena de “ideas para revolucionar el mundo”. Hace algo más de dos años y medio que empezó a colgar baldosas por las calles de Barcelona. Grafitis formato 'panot'. “Modernismo 2.0”, que dice él. Las suyas no pesan, no. Son réplicas de colores chillones sobre lienzos de 20 x 20. Han reaparecido en San Francisco, Jordania, Hong Kong, en un desierto entre camellos. “Hasta los templos de Petra han llegado”, sonríe el artista.

‘Baldosas por el mundo’, se llama el proyecto original. Es un 'street art' colectivo. Los ‘panots’ callejeros son despegables. Esa es la idea: “Que se muevan”, anima Joan. “Si te encuentras alguna, ¡es tuya! –confirma en su bio de Instagram-. Llévatela a tu lugar favorito y compártela con el mundo”, anima. “Yo empiezo una obra de arte y el usuario la termina. Le pone marco, el telón de fondo”. Arte callejero de quita y pon. ¿Su objetivo? “Ayudar a redescubrir la belleza del espacio público –resume-. A hacerlo más nuestro”. A estas alturas, ya ha protagonizado dos exposiciones e incluso le han encargado sus baldosas-grafiti en formato trofeo. 

¿Por qué llenar ahora las calles de urinarios? “Porque hay muchos sitios en Barcelona que son urinarios”, responde Joan. Así, con tufillo a meado, nació este nuevo proyecto: “Fui al Raval con unas amigas hace menos de un mes –recuerda- Y dije: ‘¿Qué es esto? Huele a pipi un montón’”. “Ya, claro, es que es normal”, comentó una de las amigas. “¿Cómo que es normal?”. Al artista se le encendió la bombilla, ¡plin! “En menos de una semana ya tenía un retrete en casa que había comprado y estaba haciéndolo de papel maché”. 

El taller de Joan Juncosa.

El taller de Joan Juncosa.

Los transeúntes se paran en seco al verlos. Tienen un colorido tan chillón como su mensaje. Solo les falta agarrarte de la solapa. Son de papel maché, sí, a escala 1:1. Todos llevan la marca de guerra de Juncosa: el ‘panot’ de Barcelona en formato grafiti. 

Joan pide permiso a la tienda de al lado antes de instalar dos de sus piezas frente a Santa Maria del Mar. “Soy muy consciente de que actúo con patrimonio, con fachadas privadas –dice-, y ya procuro no dañarlas”. Los urinarios son despegables, como sus baldosas. 

Dos urinarios detrás de la Catedral.

Dos urinarios detrás de la Catedral.

Habría que poner más”, acaba asintiendo la empleada de la tienda. “Deberías poner en todas las esquinas –le pidió otro vecino al verle en plena faena grafitera-. De pequeño bajábamos a la calle y mira ahora: es nauseabundo”. “Me mola más que lo que hizo Duchamp”, le han llegado a decir.

Urinarios en Via Laiteana.

Urinarios en Via Laiteana.

Joan instaló ayer por el centro sus 5 primeros urinarios. Este mediodía ya superaban la decena. Va añadiendo, reponiendo, alguno va desapareciendo. "Cosas que pasan", se ríe. “Esto es el principio”, anuncia. Tiene otras 40 piezas en casa. Llegará a instalar 100 en total. “Es un proyecto que va a durar todo el verano –adelanta-. La idea es interactuar con la gente: ‘¿Sabéis de algún sitio que estéis harto de ver con pipi? Que iré y pondré uno’”. 

Dos transeúntes fotografían los retretes instalados en la plaza del Rey.

Dos transeúntes fotografían los retretes instalados en la plaza del Rey.

Prevé colgar en su web un urinario que cualquiera pueda imprimir en Din A3. “¿No quieres que meen en tu calle? –incita-. Pon esto. Te lo descargas, te lo recortas y lo enganchas donde quieras”. Se avecina una guerrilla urbana contra el pis callejero. “Es un síntoma de cómo está la ciudad –lamenta Joan-. De una degradación. Es luchar contra la dejadez”.

Al margen de los urinarios, Joan seguirá dejando por las calles 4 baldosas al mes. Ya habrá colgado en total medio millar, calcula. En su web las vende por 100 euros. “Es la gracia –sonríe él-. Mucha gente me las compra para apoyar el proyecto". En realidad, él se gana la vida como arquitecto. “Si no, no tendría recursos para hacer todo lo que quiero”. Lo que gana con su arte lo invierte en la calle. “Es una de mis máximas: todo lo que vendo revierte en la ciudad”. 

Lo dice con convicción de superhéroe: “Esto me llena. No necesito más. Te lo digo de verdad”. Ha tapado desperfectos de las aceras. Ha colonizado cabinas telefónicas en desuso. Hasta ha reproducido la cabeza de un dragón. Él habla de hacer un mundo mejor. “No es tan difícil –asegura-. Las pequeñas cosas son poderosas”.

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