Tecnología

Más pantallas, menos atención: un problema propio del siglo XXI

La capacidad de tener concentración de los jóvenes se reduce por el uso de los móviles

La psicóloga aragonesa Luisa Maestro expresa que los adolescentes tienen dificultad "cuando la tarea les requiere atención de forma sostenida y profunda"

Jóvenes con moviles.

Jóvenes con moviles. / Joan Cortadellas

Cristina García

“El corazón de la inteligencia”. Así es como define Charo Rueda, catedrática de psicología, la atención. Y cada vez es menor. Gloria Mark, investigadora de Estados Unidos, lo demuestra con sus estudios. En uno de ellos cuenta que, en 2021, la capacidad de atención de los adultos era de 45 segundos. Es decir, ni un solo minuto con el foco puesto en el mismo asunto. ¿Será esta una sociedad de tontos? 

El asunto se agrava cuando se habla de niños y adolescentes, quienes reciben cada día miles de estímulos materializados en forma de notificación, correo o ‘direct'. Esta lucha por captar su atención lleva a que el cerebro no pueda desconectar ni estar en modo de relajación, un problema que se vincula con la multitarea. Se ha extendido la idea de que los jóvenes tienen esta 'virtud' pero, según explica Luisa Maestro, psicóloga clínica de la Unidad de Salud Mental de Zaragoza, "lo que en realidad hacen es pasar de tarea a tarea". A ello añade que "tener la atención puesta en muchas cosas hace que esta sea muy superficial”.

Maestro, que forma parte de del Colegio Profesional de Psicólogos de Aragón y que está especializada en niños y jóvenes, relata que los adolescentes tienen dificultad “cuando la tarea les requiere atención de forma sostenida y profunda". La experta pone ejemplos como la falta de capacidad para leer una noticia entera o un libro. Llegados a esta altura del artículo, ¿seguirá alguno de ellos leyendo estas palabras?

Las pantallas en las aulas

El problema aumenta cuando desde los propios colegios se fomenta el uso de las pantallas. Ordenadores, tablets y otros dispositivos han sustituido a los libros de texto en varias escuelas de Zaragoza. Contra ello se moviliza Silvia Abad quien, además de profesora, es madre. Forma parte de un grupo de familias que educan a sus hijos en centros públicos o concertados y que, con intención de generar un cambio, han redactado un informe que expone las consecuencias derivadas de este uso excesivo. “En los colegios de nuestros hijos se ha introducido el uso intensivo del Chromebook para la enseñanza”, explica la maestra. Según cuenta, ellos defienden “que se empleen de forma esporádica”.

En algunos centros educativos se comienzan a emplear las pantallas en 5º de primaria, cuando los alumnos tienen entre 10 y 11 años. Sin embargo, según expresa Abad, no hay ninguna evidencia científica que demuestre que utilizar estas en las clases mejore el rendimiento académico. Como padres, cuenta ella, han visto que sus hijos “pierden capacidad de atención, de concentración, de expresión escrita y de comprensión lectora”.

Estas consecuencias se podrán evitar, expresa la representante del grupo de familias, si se siguieran los consejos que ofrece la Asociación de Pediatría Española (AEP). Esta emitió un informe el 6 de marzo en el que se exponía, entre otras cosas, que el uso de las tecnologías debe ser “inferior a las dos horas a partir de los 5 años”. Abad explica que es imposible cumplir esa recomendación si “desde las escuelas se impone su uso”.

Más allá de la escuela: una invasión familiar

Una imposición que, además, invade los hogares familiares: “Los padres tenemos dinámicas de crianza con nuestros hijos. Si el centro escolar impone su uso para un fin académico, se genera un conflicto con el derecho que tenemos las familias a educar a nuestros hijos libremente”. Si deben usarlo para realizar sus tareas académicas, los dispositivos se adentran, en palabras de Abad, “en el seno de las familias y hogares”. “El uso del Chromebook puede ser educativo en el colegio pero, si se generaliza y se lleva a casa, pasa a ser también de uso recreativo, lo que lleva a los niños a estar el 100% del día enganchados”, sostiene la profesora.

La respuesta de las escuelas ante ello es, según informa Abad, “que el colegio tiene autonomía pedagógica para tomar las decisiones que quiera en materia de dinámicas, materiales, pedagogía…". Por eso, desde el grupo de familias solicitan el respaldo de las administraciones. “Queremos que Educación junto con Sanidad tome medidas vinculantes, definitivas y obligatorias para los centros”, expresa Abad.

Desde la Federación de la Asociación de Padres y Madres de Alumnos de Aragón abogan por “que haya formación en las familias en un buen uso de los dispositivos”. Nieves Burón, su secretaria técnica, relata que no se puede demonizar la realidad de que “las tecnologías han venido para quedarse”, y añade que desde la Federación defienden que, en la educación, “ni los libros de texto ni el Chromebook debe ser la única herramienta que se emplee”.

Un fenómeno reversible

Lo positivo de este fenómeno es que la caída de la capacidad de atención que genera es reversible. “En niños muy pequeños se ha visto un retraso de la adquisición del lenguaje a los que, en cuanto se les quita la pantalla y entran en contacto con personas reales, adquieren el nivel normal”, ejemplifica la psicóloga Maestro. Según explica la misma, “el cerebro crece hasta los 21 años, y es algo plástico que se modifica continuamente”. A ello agrega que a "todas las conexiones que forma se pueden ver modificadas, alteradas por el tipo de estímulo que recibe”.

Por eso, desde el Colegio Profesional de Psicología de Aragón se aboga por una combinación del consumo de pantallas y el control del mismo. “Nunca aconsejamos a un padre que le quite el móvil a su hijo por muy mal que se haya portado”, afirma Maestro. El motivo, defiende, es que “el adolescente necesita las redes sociales porque forman parte de su circunstancia”. Según relata la experta, “un mes sin móvil es dejarlo aislado”.

La psicóloga explica que el uso de la tecnología en menores no tiene por qué ser siempre negativo. Se evidencia en los videojuegos. La psicóloga cuenta que “se ha visto que los niños que han jugado mucho a cosas como ‘Call of Duty’ tienen mejor atención”. El motivo, explica, reside en que, al realizar durante horas una misma tarea, entrenan su concentración. Este pasatiempo, informa Maestro, "estimula algunas funciones como la atención, la toma de decisiones o la coordinación viso motriz".

Para Maestro, lo que se tiene que conseguir es que los padres comprendan los beneficios y prejuicios que tienen las pantallas sobre sus hijos. Hay que eliminar la moda de entretener a los menores con ellas porque los menores, tal y como expresa la experta, "no tienen una visión tridimensional". La psicóloga cuenta que, "una vez se les explica a los padres que los niños no aprenden a través del móvil porque lo que ven ahí no pueden transferirlo al mundo real, lo entienden a la perfección". Necesitan conocerlo para poder gestionarlo y que, así, la inteligencia de sus hijos no deje de latir.

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