Entrevista
Lluís Ballester, sociólogo: "Se detecta un incremento de la demanda de prostitución en jóvenes"
Expertos como el sociólogo advierten que el consumo de pornografía en la adolescencia creció de forma "alarmante" con los móviles

Lluís Ballester.
Carmen Villar
El 90% de adolescentes de 14 a 18 años han consumido pornografía, con un primer contacto a los 11 años que se "normaliza" a los 13. Además, suelen visualizar productos etiquetados de "hardcore" por la presencia de sexo explícito y de violencia.
¿Cuáles son los impactos de la pornografía en la infancia y adolescencia?
Van desde cambios en las percepciones, en cómo reciben la información más básica para conformar el imaginario sexual chicos y chicas, sobre todo chicos, hasta la formación de actitudes que van a orientar su relaciones y su vida afectiva, emocional y sexual, como las vinculadas al uso de preservativo o la incorporación de mayor o menor agresividad en sus relaciones. También actitudes en relación al propio cuerpo e incomodidad con él al compararse con modelos de la pornografía. Además, es muy importante la desconexión de la empatía, la capacidad de reconocer las emociones de otros en una relación que se espera sea de respeto, de consenso de prácticas y de deseo compartido. La empatía es fundamental en una sexualidad saludable y su desconexión y ese modelado de la conducta a través de lo que les llega por la pornografía dominante les afecta en negativo.
¿Se notan ya esos efectos?
Estamos viendo conductas con mayor agresividad, forzando a las otras personas. Respecto al propio cuerpo, están apareciendo niveles de demanda que no existían de intervenciones quirúrgicas como alargamiento de pene o labioplastias en adolescentes jóvenes. Desde ese extremo, a mayor agresividad de las relaciones y a empobrecimiento de la sexualidad, contra lo que puedan pensar.
El consumo de pornografía, en especial la violenta, ¿puede llevar a más "manadas"?
Claramente. No tenemos ninguna duda. No lo decimos nosotros, sino el fiscal de sala de menores a nivel estatal. Se toma el porno como un manual, o como un tutorial, dice, de sexualidad. En la pornografía es muy frecuente el sexo en grupo y el mimetismo es clarísimo.
Gonorrea y sífilis se han disparado. ¿Se relacionaría con lo que comentó del preservativo?
Las sociedades científicas que saben de esto señalan una relación clara entre la visualización habitual de pornografía y la relajación, o incluso el rechazo, de uso de preservativos de barrera. Es un reto que familia y sistema educativo recuperen el terreno perdido porque si la humanidad aprendió con la pandemia de sida que había que protegerse, ahora, con el porno, lo ha desaprendido. Muchos chavales creen que el sexo "real" es ese que ven allí.
El consumo de porno con degradación y violento, ¿cómo afecta a las relaciones de pareja?
Hay varios efectos que se han podido acreditar bastante bien: uno es el incremento de las expectativas, esperando que tu pareja tenga la misma conducta que ves en la pornografía; el incremento de la coerción sexual, porque al incrementar la expectativa, se fuerza la práctica, incluso con violencia abierta, y el incremento del llamado mito de la violación, ese «bueno, me dice no, pero le gusta». Una de las consecuencias de que esto en las parejas no se pueda negociar bien es la vuelta al incremento de demanda en prostitución que se está detectando también entre jóvenes.
¿El porno afecta al consentimiento?
El consentimiento, lo que llamamos el consenso de prácticas, en el porno no se ve.
Hoy también presentará claves para prevenir el problema...
Toda la comunidad tiene responsabilidad, incluidos los jóvenes, pero familias y profesionales más porque, entre otras cosas, no hemos desarrollado la educación afectivo-sexual para poder contestar a la curiosidad sexual de chicos y chicas y es muy natural. No les estamos contestando bien, ni dando espacio para que se pueda hablar de cosas tan elementales como cómo madura el cuerpo, cómo relacionarnos, cómo se expresa el deseo, qué se puede esperar y qué no. Es esencial y debe desarrollarse en el contexto de la educación y no lo estamos haciendo. Pero también una responsabilidad en las tecnologías, porque lo que lo ha distorsionado todo de manera potente es la llegada de la cultura de pantallas, haberles dado acceso sin límites, dejado que productos como la pornografía «mainstream» se desarrollen sin límite ni control de edad. Hay que poner límites y que sean eficaces, la cultura de pantallas se nos está escapando. Hace falta educación afectivo-sexual y digital y mejorar la formación que tenemos sobre los procesos de relaciones entre chicas y chicas. Es clave generar relaciones de comunicación y confianza en las familias que permitan prevenir lo que está ocurriendo. Lo que no hacen la familia o la educación, en relación a la curiosidad emocional y sexual, lo hace la pornografía.
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