El paraíso al límite: las calas de Xàbia al borde del colapso

El aumento imparable de turistas y vehículos amenaza el equilibrio natural de uno de los rincones más visitados de la Costa Blanca

Una cala de postal con aguas turquesas: está en Alicante y arrasa en Instagram

Una cala de postal con aguas turquesas: está en Alicante y arrasa en Instagram / Eva Abril

Cada verano, miles de personas acuden a las calas de Xàbia en busca de sol y aguas cristalinas. Pero el exceso de visitantes, la falta de control y el colapso de los accesos están llevando a estas joyas naturales a una situación insostenible.

Xàbia, en la provincia de Alicante, presume de tener algunas de las calas más bonitas del litoral mediterráneo. Lugares como la Granadella, la Barraca o Portitxol son ya destinos imprescindibles para los amantes del mar. Sin embargo, su éxito está pasando factura. La masificación turística, la saturación de vehículos y el deterioro del entorno han hecho saltar las alarmas.

Durante los meses de verano, las calas de Xàbia registran una afluencia diaria que supera con creces su capacidad real. Los aparcamientos se llenan a primera hora de la mañana, los accesos por carretera se colapsan y el espacio en la playa se vuelve insuficiente. Muchos turistas se ven obligados a dejar el coche en lugares no autorizados, generando problemas de seguridad y ambientales.

Atascos, falta de aparcamiento y deterioro del entorno natural

El acceso a algunas calas, como la Granadella, se realiza por carreteras estrechas sin apenas margen para maniobras ni zonas habilitadas para estacionar. Esto provoca atascos diarios, incluso entre semana, y obliga a los servicios municipales a intervenir para garantizar la circulación y evitar situaciones peligrosas.

La popularidad de estas calas también se ha visto disparada por las redes sociales, donde miles de fotos y vídeos muestran paisajes de postal. Esto ha hecho que visitantes nacionales e internacionales se desplacen expresamente hasta Jávea para conocer estos lugares, muchas veces sin conocer sus limitaciones.

Los caminos naturales que llevan a algunas calas también muestran signos de erosión por el paso constante de turistas, lo que pone en riesgo la vegetación y la estabilidad del terreno.

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