«¡He matado a mi marido, lo he matado!». Es la frase que Cecilia espetó al operador del 112 que recogió su llamada de petición de auxilio a las tres y media de la madrugada de ayer, aunque no se derrumbaría hasta más tarde y contaría que antes lo había sedado. La noticia fue acogida con incredulidad por los vecinos. «No me lo puedo creer. Parecían la pareja perfecta. Y ella era extremadamente educada, discreta y tranquila con los niños. Iban mucho a misa», afirma una vecina de la calle. Sin embargo, en el entorno familiar sí eran conscientes de que la pareja atravesaba un mal momento y que las discusiones eran muy frecuentes.