No parece tener mucho sentido, pero ante desapariciones tan dramáticas como la de la joven de 15 años Khrystyna Savenchuk, la adolescente de Xàbia que falta desde el pasado 20 de mayo de su casa, hasta en el rastreo más absurdo puede residir la resolución del enigma. Por esa razón, la Guardia Civil ha batido durante días la Marjal del Moro, la zona pantanosa entre Puçol y el Port de Sagunt, porque es ahí donde los repetidores sitúan las últimas conexiones del móvil de Khrystyna, de la que no se ha vuelto a saber absolutamente nada desde que salió de su casa, hace casi un año, para ir, como cada día, al IES Número 1 de Xàbia, donde cursaba 1º de ESO.

Agentes de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Xàbia y Alicante se desplazaron a la Marjal el pasado 18 de febrero para participar en la búsqueda con la ayuda del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS), la Unidad de Seguridad Ciudadana de la Comandancia (Usecic) y los perros adiestrados en rastreo de personas, traídos especialmente de Madrid, así como agentes de los puestos de Sagunt y de Puçol.

Los buzos exploraron los pozos y estanques, mientras que los perros recorriendo con sus guías las zonas de cañar en toda el área protegida. Aunque la búsqueda se amplió hasta el lunes siguiente, los agentes no encontraron rastro alguno ni de Khrystyna, ni de su teléfono móvil.

Según ha podido saber este diario, la compañía telefónica informó a la Guardia Civil días después de la desaparición de que el móvil de la adolescente mostraba su última actividad en la citada zona pantanosa en la tarde del 20 de mayo. La menor había salido a primera hora de la mañana hacia su instituto, pero nunca llegó.

Desde el inicio, la principal línea de investigación fue un joven residente en Alemania, mayor de edad y de origen ruso -Khrystyna es ucraniana- con el que la chica llevaba meses chateando a través de internet y que, según se supo después, la había anulado psicológicamente y había restringido todas las relaciones de la adolescente hasta aislarla por completo. Ese joven, que vive en la ciudad alemana de Koblenz, ha sido investigado y la tesis de que sea responsable de la desaparición de la chica está, de momento, desechada.

Un mes después de la desaparición, en junio, la madre de Khrystyna, Natalya, encontró entre su ropa, en el armario, una carta de despedida en la que anunciaba que no quería seguir viviendo después de que su «novio» hubiese roto con ella.

Los investigadores rastrearon entonces el cabo San Antonio ante la sospecha de que la chica hubiese caído por alguno de sus acantilados, pero tampoco esa búsqueda dio resultados. Así las cosas, los agentes han intentado probar suerte ahora con la Marjal del Moro, aunque sin éxito, por lo que se ha pedido a la operadora de telefonía móvil que revise su informe ante la posibilidad de que haya errado en alguna cifra y que aquellas conexiones fuesen en realidad de otro terminal de numeración similar. Eso sí, coinciden con la hora en que el teléfono de Khrystyna debió de quedarse sin batería.