La existencia de Ismail Maliki como terrorista suicida al servicio del Estado Islámico (EI) no fue conocida por las unidades de la lucha antiterrorista de la Policía Nacional y de la Guardia Civil hasta marzo de 2015. Al mismo tiempo que lo supo la Policía del Reino de Marruecos, el país de origen de Ismail y de sus tres hermanos mayores, dos varones y una mujer que residen en Sagunt, en un pueblo de l'Horta Nord y en un municipio barcelonés.

Los tres cuerpos policiales y la inteligencia española se enteraron por la publicación en una red yihadista de la inmolación de Ismail Maliki en un atentado cometido cerca de Bagdad poco antes, donde no aparecía con su verdadero nombre, sino con el asignado por el EI, en el que se referían a él por su lugar de nacimiento, en este caso, El Maghribi. Automáticamente, todos los cuerpos policiales abrieron sendas investigaciones: la Policía marroquí porque ese había sido el último país que pisó Ismail antes de irse definitivamente a Irak, a finales de 2014, y la Guardia Civil y la Policía Nacional, porque su lugar de residencia había sido durante los siete años anteriores Sagun.

Así las cosas, la Policía y la Guardia Civil centraron sus pesquisas en el hermano mayor de Ismail, que reside en un municipio de l'Horta Nord, con el que más relación había tenido en València. Entre marzo de 2015, cuando se conoció su muerte, y agosto de ese año, ambos cuerpos policiales sometieron a una férrea vigilancia a ese hermano de Ismail sin que nadie sospechase nada.

Al llegar el verano, el mayor de los Maliki, como la inmensa mayoría de la comunidad magrebí asentada en España y en el resto de países europeos, viajó a su Tánger natal con su esposa y su hija para pasar el mes de vacaciones con sus padres y el resto de su familia. Ya no volvió.

Nada más pisar suelo marroquí, la Policía de ese país lo detuvo, lo acusó de haber contribuido al atentado cometido por su hermano en Irak y un juez lo encarceló. Durante dos largos años, permaneció preso en una penitenciaría del reino alauita.

Su mujer, que es española, regresó con la niña y prosiguió con su trabajo y su vida. Entonces trascendió que su marido estaba preso en Marruecos por terrorismo.

Para entonces, el juez había descubierto que tanto la Policía como la Guardia Civil investigaban a la misma persona, el hermano de Ismail Maliki. El magistrado decidió que se quedara el caso la Policía Nacional, que continuó las pesquisas, ahora ya en solitario.

Cuando el mayor de los Maliki recobró la libertad y regresó a Valencia en septiembre pasado, los agentes de la Brigada de Información lo citaron y lo interrogaron, en un intento por averiguar dónde se había radicalizado su hermano menor. También hablaron con su hermana y sus allegados en Sagunt. Fue así como llegaron hasta Mohamed Alla El Bakhti. Dos meses después, en la madrugada del lunes pasado, decidieron detenerlo y acusarlo de haber radicalizado y adoctrinado a Ismail hasta el punto de convencerlo de que viajase a Irak y participase en un atentado suicida que le costó la vida con 26 años.

El juez de la Audiencia Nacional, Santiago Pedraz, dejó ayer en libertad a Mohamed a petición del fiscal. Mantiene de momento la acusación de terrorismo, le ha retirado el pasaporte y le obliga a comparecer semanalmente ante un juzgado.

Además, ha enviado a los juzgados de Sagunt el material pedófilo que los agentes localizaron en su ordenador, junto con otros archivos de contenido sexual.