Conchi, la mujer acusada de matar en Alicante junto con su matar en Alicante cuidador apenas dos semanas después de casarse con él en Sax, ingresó en la prisión de Fontcalent por vez primera el pasado 23 de agosto pero ya conocía anteriormente este centro de las visitas que realizó cuando el hombre de 58 años detenido ahora por el crimen estaba cumpliendo una pena de cárcel por tráfico de drogas. Fue precisamente la mediación de Conchi la que ayudó no sólo a que Paco obtuviera el tercer grado -régimen de semilibertad-, sino que ni siquiera tuviera que volver a dormir a Fontcalent porque le colocaron una pulsera telemática, según han confirmado a este diario fuentes penitenciarias.

Para ayudar a obtener este beneficio y que saliera de prisión antes del cumplimiento íntegro de la pena, Conchi realizó un contrato de trabajo a Paco, que además es su excuñado, para que la cuidara debido a sus supuestos problemas de movilidad. Al tratarse de un empleo para cuidar a una persona durante las 24 horas del día, le pusieron una pulsera telemática para controlar que por las noches estaba en el domicilio de la mujer que debía cuidar. Esto ocurrió en el verano de 2016 y, a diferencia de otros presos que disfrutan de este régimen de semilibertad, Paco terminó de cumplir su condena «cuidando» a Conchi en su domicilio.

Conchi y Paco se encuentran recluidos ahora en la prisión de Fontcalent, donde la viuda del jubilado asesinado continúa con su mismo comportamiento teatral desde que fue sorprendida de pie cuando estaban matando a puñaladas a su marido José Luis. Desde entonces afirma que no se puede mover de cuello hacia abajo y necesita su silla de ruedas y ayuda para desplazarse.

Increpada por internas

Su estancia en la prisión de Fontcalent no parece ser un camino de rosas. No ha caído bien entre el resto de presas y algún pequeño revuelo se ha montado ya. Las noches las pasa en una celda del departamento de Enfermería, pero durante el día convive con aproximadamente medio centenar de internas, algunas de las cuales llegaron a increparla por las noticias que llegan a la prisión sobre lo ocurrido en el crimen y a lo largo de su vida, según las mismas fuentes penitenciarias.

Conchi no ha sido clasificada como si estuviera en riesgo de suicidio, aunque dada su supuesta incapacidad para moverse le han asignado dos presas de apoyo que están con ella todo el día y la ayudan. Después de más una semana de reclusión, internas de Fontcalent han constatado que se trata de una mujer «déspota y muy manipuladora», indican las fuentes penitenciarias.

La acusada de matar a su marido dos semanas después de casarse en Sax seguirá recluida en la enfermería con el fin de ser examinada y determinar si realmente tiene la incapacidad física que dice ella o todo es una simulación, como asegura la Policía tras verla de pie y tomar declaración a testigos que sostienen que está fingiendo.

Las fuentes consultadas señalan que el personal sanitario de la prisión considera que el estado físico que presenta Conchi no es compatible con el de una persona que se encuentra inmovilizada de forma permanente. No presenta heridas provocadas por estar inmóvil todo el día y su tono muscular no se corresponde con el de una persona tetrapléjica que no se mueve.

Por su parte, el cuidador y excuñado de Conchi está recluido en uno de los módulos de hombres sin que se hayan registrado incidentes. En el centro penitenciario no consta que este interno padezca cáncer u otra enfermedad grave pese a que desde el entorno de la víctima aseguraron tras el crimen que Paco tiene una enfermedad terminal y que por ello se llevó a cabo el matrimonio de conveniencia. El objetivo era evitar que a Conchi la ingresara su familia en un centro tras el fallecimiento del cuidador, según explicó a este diario un amigo del fallecido.