La Audiencia de Alicante sienta desde ayer en el banquillo a un presunto pederasta acusado de engañar a menores a través de internet para obtener imágenes de alto contenido sexual de ellos y de almacenar centenares de archivos de pornografía infantil. La Fiscalía le reclama penas que suman casi 200 años de prisión por un total de 37 delitos relacionados con la pornografía infantil que van desde la tenencia, hasta la elaboración y difusión de este material. El hombre aduce que sufre un trastorno mental y que era archivos para su autoconsumo sin intención de quedar realmente con las jóvenes que aparecían en los vídeos, de al menos 13 años.

El acusado, que se encuentra en prisión preventiva por estos hechos desde enero de 2018, empezó ayer negando las acusaciones y asegurando que lo que le pedían era «una barbaridad», indignado porque en el escrito de la fiscal «parezco un violador en serie». Pero luego en el interrogatorio ha admitido buena parte de los hechos que se le imputaban. Fue una alerta del FBI la que puso a los agentes de la Guardia Civil sobre la pista del acusado, que vivía en la ciudad de Alicante.

El procesado aseguró que todas las grabaciones eran para su consumo propio y negó que las distribuyera a través de la red. Según su versión, algunos de los DVDs hallados en su casa en el registro practicado por la Benemérita fueron grabados el mismo día y nunca los volvió a abrir. En el registro se halló también material pedófilo en dos tarjetas de memoria, un disco duro portátil, un pen drive y un teléfono móvil con más de 300 archivos recopilados desde el año 2014 hasta 2018.

La defensa alega que el procesado padece un trastorno mental, una patología mental causada por una supuesta agresión sexual que éste sufrió a los ocho años y que le ha causado varios trastornos y dificultades para socializar. «Con 20 años vivía en mi habitación sin tener contacto con el mundo», dijo. En estas salas de chat conseguía «sentirse acompañado».

Sin embargo, el psiquiatra forense que le reconoció descartó que padezca algún tipo de patología mental que le hicieran inimputable por estos hechos. Aunque el forense admite que padece trastornos obsesivo compulsivos de la personalidad, en sus acciones había planificación, lo que, según su opinión, sabía lo que hacía.

Algunos de los archivos intervenidos eran descargados de páginas de internet, pero otros eran de elaboración propia. La Guardia Civil encontró hasta 36 vídeos con imágenes sexuales explícitas, algunas de ellas de gran crudeza, de estas sesiones de chats con menores de edad. Los investigadores sitían entre los doce y los catorce años las edades de las chicas que en ellas aparecen en las grabaciones, que no han podido ser localizadas aunque todo apunta a que podrían ser norteamericanas. El acusado simulaba ser de su edad para chatear con ellas, llegando a emitir un vídeo grabado con un menor aparentando ser él, hecho que admitió en su declaración.

La Guardia Civil arrestó al acusado, vecino de Alicante, tras recibir una alerta del FBI sobre lo que se hacía en el chat en el que éste se conectaba. Hoy está previsto el visionado por parte del tribunal de las grabaciones, que suman más de dos horas y media de duración.

El hombre insistió en que nunca llegó a tener contacto real con ninguna de las menores que aparecen en los vídeos y éstas no llegaron a ser identificadas pero todo apuntaba a que eran de otro país. En esas salas de chat llegó a actuar con otros pederastas de manera coordinada para conseguir que sus víctimas hicieran ante la cámara lo que les pedían. La defensa alega que el acusado tras su arresto dio datos a las fuerzas de seguridad para ayudar a identificar a esas otras personas.