Elena había empezado a integrarse. Acudía a cursos de español y ya se defendía en este idioma. En cambio, su hija, Anastasia, sí que habla español con total fluidez. Está escolarizada y acude a clases de teatro en la sección de ruso de la escuela comarcal de arte dramático. Su profesora, Svetlana, acudió ayer a la finca donde madre e hija vivían, preocupada por la niña. «Las dos tenían la residencia como víctimas de maltrato. Las atendían en los servicios sociales. Pero Elena todavía tenía miedo. Se giraba a menudo porque creía que él la seguía», indicó Svetlana, que afirmó que madre e hija habían llegado a Dénia hace tres años desde Novorosíisk, mientras que Roman residía en la capital de la Marina Alta desde hacía ya dos décadas.

«Elena había empezado a hablar español y estaba rehaciendo poco a poco su vida», indicó la profesora de teatro.

Los vecinos de la finca de Dénia donde residían madre e hija están destrozados. «Tengo un bebé y me despierto con facilidad por la noche. Escuché los gritos y llamé a la policía», explicó una vecina que vive también en el segundo piso. Otro vecino afirmó que la niña corrió escaleras abajo aterrorizada y gritando «nos quiere matar». La menor tuvo el coraje de coger su teléfono y avisar a la policía.

Los vecinos aseguraron que hasta hace unos meses no sabían que Roman, que había vivido solo en el piso hasta que hace tres años convenció a Elena para que se viniera a vivir con él, maltrataba a su pareja y a la niña. «Desapareció y entonces supimos que tenía una orden de alejamiento», indicó uno de los residentes.

Este crimen machista ha puesto en entredicho la efectividad de las medidas de protección. De ahí que ayer la subdelegada del Gobierno en Alicante, Araceli Poblador, anunciara que en los próximos días convocará la Mesa de Violencia de Género para estudiar qué ha podido fallar. La víctima era objeto de atención de «todos, pero habrá que ver si ha fallado algún resorte del sistema», afirmó.