Expulsado de la sala. Así acabó ayer Juan Cano, considerado por la Guardia Civil y las acusaciones autor intelectual de la muerte de su predecesor en la Alcaldía de Polop, Alejandro Ponsoda. Ocurrió casi al final de una densa y larga jornada en la que el investigador relató durante más de cinco horas cómo se había desarrollado la investigación, las hipótesis descartadas y las pistas que condujeron hasta Cano. A una pregunta precisamente de su defensa sobre la presencia de «una mujer rubia» en la reunión celebrada en la sala VIP del club de alterne donde supuestamente se urdió el plan para matar a Ponsoda, el responsable de la investigación comenzó a responder que era «una prostituta que tenía relación con Cano y que después desapareció». Fue el momento en que el acusado lanzó a gritos un «mentiroso» al agente ante lo que la presidenta del tribunal, la magistrada Cristina Costa, ordenó tajante que abandonara la sala de vistas, lo que Cano hizo mientras allí permanecían su mujer, una de sus hijas y los amigos que le están acompañando desde que comenzó el juicio.

Fue la gota que colmó el vaso de una sesión en las preguntas por parte de los abogados y la actitud de algunos de los acusados, quienes situados en el estrado detrás de sus respectivos abogados no dudaban en comentar las afirmaciones del agente o realizar gestos de desaprobación, provocó situaciones de tensión que la juez resolvió con mano firme. «No se esconda en el anonimato de la segunda fila. No sé de qué se ríe. ¿Le parece gracioso con todo lo que le están pidiendo?», espetó la magistrada al gerente del club a quien las acusaciones le reclaman 25 años de cárcel. Una presidenta del tribunal que está dejando hacer pero que se muestra implacable cuando considera que se pregunta por algo que ya está respondido. Entre las dos acusaciones (la pública y la particular, que representa a las hijas de la víctima) y los defensores, interrogando son nueve.

A un abogado de la defensa que insistía en cuestionar la investigación le soltó que había tenido diez años para proponer otras hipótesis y no lo había hecho. Y ante preguntas sobre cuestiones que consideraba respondidas, la juez conminó a los letrados a no insistir porque, dijo, «le estoy viendo la cara a los jurados y sé que lo han entendido».

Primera pregunta del jurado

Los seis hombres y las tres mujeres que conforman el jurado popular que está juzgado este crimen, cometido la noche del 19 de octubre de 2007, plantearon ayer su primera pregunta desde que el pasado lunes comenzó la vista oral. Querían saber si los investigadores habían recibido presiones o tenían interés en cerrar el caso. Las lógicas que se ponían ellos mismos para esclarecer un delito grave, contestó el agente.