La relación distaba mucho de ser satisfactoria. Alina había roto varias veces con Arthur K., un tipo al que otras mujeres describen como acosador y controlador. La última fue hace mes y medio, en Navidad, muy poco después de la sentencia que absolvía al exmarine holandés de haber agredido a su pareja. Ambos se lo contaron al vecino que había propiciado, en julio pasado, la intervención policial por malos tratos, y de quien se habían mostrado distantes desde la denuncia. El hombre recuerda que «me lo dijeron por separado. Se les veía felices con la decisión. Ella me contó que había cortado la relación y que se iba a vivir a Teulada». Y él incluso llegó a pararle para decirle: «Por fin se va Alina de casa». Ella llegó a irse, aunque aún había regresado alguna vez con él. Desde hacía unas semanas, la ruptura parecía definitiva e incluso se había trasladado a vivir con Arthur K. su socio, aprovechando que ella se había ido.