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«Vis a vis» telemáticos desde prisión en tiempos del Covid

Los presos de Fontcalent y Villena han realizado ya más de 3.000 videollamadas a sus familiares con los «smartphone» facilitados por Instituciones Penitenciarias

Tres internos de Fontcalent, durante las videollamadas que se realizan en los locutorios del centro. INFORMACIÓN

Hasta ahora los internos de las prisiones de Fontcalent y Villena y del Hospital Psiquiátrico se han librado afortunadamente de contagios por el Covid-19, pero el coronavirus sí que les ha agravado el confinamiento que ya cumplían en la cárcel por orden judicial. Las comunicaciones se suspendieron al principio del estado de alarma para prevenir contagios en la población reclusa. Ni «vis a vis», ni visitas de familiares a los locutorios, lo que provocó cierta tensión a los internos. Instituciones Penitenciarias reaccionó con un plan para paliar esa restricción de las comunicaciones y envió smartphone a todas las prisiones del país para que los reclusos pudiesen hacer videollamadas con sus familias o sus abogados. La iniciativa ha sido todo un éxito y ha dado tranquilidad tanto a los internos como a sus familiares en este estado de alarma.

En menos de un mes, los internos de Fontcalent han realizado ya un millar de videollamadas hasta el pasado jueves, según el director de la prisión, Santiago de las Heras. Los internos de Villena -donde hay unos 1.200 reclusos- han efectuado unas 2.000 videollamadas, mientras que el Psiquiátrico, con unos 270 pacientes, se han realizado unas 200 comunicaciones.

La prisión de Fontcalent dispone de tres terminales y en los últimos días ha recibido dos más. Tras unos días de prueba en los que apenas se hacían cerca de una decena de comunicaciones, desde el pasado 14 de abril el servicio se presta todo el día en los locutorios.

El director de Fontcalent afirma que la medida puesta en marcha por Instituciones Penitenciarias ha sido todo un éxito. De las Heras recuerda que el primer interno que usó este servicio se «echó a llorar» porque, además de poder hablar con su mujer y verse las caras a través del teléfono, ese día era el cumpleaños de su pareja. Qué mejor regalo estando recluido en prisión.

Lágrimas

Las lágrimas fueron repitiéndose en los primeros días. El hecho de que los reclusos vean que sus familiares se encuentran bien de salud y que sus allegados comprueben que ellos también lo están y les han dado mascarillas de protección dejan más tranquilos a unos y otros, explica el responsable del centro.

En la prisión alicantina hay actualmente unos 600 internos, ya que otros 200 que estaban en el Centro de Inserción Social y disfrutaban de un régimen de semilibertad fueron enviados a sus domicilios mientras dure el estado de alarma. Todos los reclusos tienen derecho a realizar videollamadas si lo solicitan y muchos de ellos son extranjeros que han podido comunicarse con sus familiares en sus países de origen. Uno de ellos está cumpliendo una larga condena y en una de estas comunicaciones tuvo la fortuna de visualizar a familiares a los que no veía desde hacía una década.

Las comunicaciones se están realizando en los locutorios donde hasta ahora recibían las visitas de sus familiares. Todo bajo un protocolo de seguridad y adoptando medidas de protección sanitaria para evitar contagios. Los internos eligen el número de teléfono al que quieren llamar -tienen varios autorizados tras pasar un filtro para evitar, por ejemplo, que llamen a una víctima de maltrato-, se sientan delante del smartphone e inician una videollamada de diez minutos de duración. Luego se limpian los terminales antes de que entren otros internos y así todos los días, de 9 a 13 horas y de 17 a 19 horas.

Las videollamadas se realizan garantizando la intimidad de los reclusos pero siempre hay un funcionario que les vigila desde la cabina para evitar un uso indebido del terminal. Alguno al que le ha tocado llamar a primera hora de la mañana ha tenido que entrar en un turno de repesca porque su familiar estaba durmiendo. Seguro que para la siguiente llamada se pone el despertador. Mientras dure la alarma, los «vis a vis» seguirán suspendidos y los internos tendrán que conformarse con estas comunicaciones telemáticas.

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