El calendario recuerda, implacable, que ha pasado un año más. Y que tampoco estos últimos 12 meses han servido para llevar Justicia a la familia de María Luisa Reig Nolasco, la alicantina residente en Albalat dels Tarongers (Valencia) que fue asesinada, descuartizada y quemada con 59 años el 1 de junio de 2011. Apenas un mes después, la Guardia Civil detuvo a su hijo primogénito, Pedro M, R., y a la pareja de la víctima, Antonio G. V., como sus presuntos asesinos tras reunir un cúmulo de indicios. Pero a la jueza de Sagunt que instruyó el sumario no le parecieron suficientes y archivó provisionalmente la causa tras excarcelarlos en octubre de 2011, cuando apenas llevaban tres meses en prisión.

Desde entonces, la familia ha pedido sin descanso la reapertura del caso y la reactivación de una investigación que no acabó como ellos y el grupo de Homicidios del instituto armado preveía: con los sospechosos sentados en el banquillo.

Así las cosas, a los tres hijos restantes de María Luisa, a sus hermanos, sobrinos y hasta nietos solo les queda recordarla y rendirle homenaje, de manera incansable, cada 1 de junio, justo el día en que cercenaron de una manera cruel y macabra su vida. Y cada año se reúnen en la casa donde vivía y fue asesinada María Luisa, en la urbanización Corral Blanco de Albalat, para recordarla y exigir Justicia. «Para que no caiga en el olvido un caso que sigue sin estar resuelto», enfatiza su hermana, Carmen Reig, que no renuncia, aunque eso suponga «creer en un milagro», a ver un día condenados a quienesla mataron y a recuperar su cuerpo, que nunca fue localizado; tan solo unos restos óseos quemados, único vestigio de su desmembramiento.

«No la olvidamos y rendirle homenaje cada 1 de junio es una forma de sentirla más cerca». Es el resumen de Carmen. Las mismas palabras plasmadas año tras año. Pero este ha sido distinto.

«Por el estado de alarma, en esta ocasión ni siquiera hemos podido viajar para estar cerca de ella en este aniversario», lamenta. Carmen, como los hijos de María Luisa y la mayor parte de los familiares, residen en Alicante. Cada año se organizan para viajar a Albalat, reunirse, limpiar la casa y homenajearla. Unos años, con pancartas, otros, con camisetas, y todos, con recuerdos, lágrimas y sonrisas. La covid-19 les ha impedido estar físicamente, «pero no en espíritu. Hoy [por ayer] casi no he dormido, pensando en ella, y que un poco le he fallado por no estar a su lado».

Lo han paliado con un fotomontaje que recoge ocho fotos de ella, casi una por cada año robado. Y con un homenaje que le brindarán igualmente «aunque no sea en el aniversario de su muerte». Carmen ya ha pedido un par de días de vacaciones «para cuando entremos en fase 3 y pueda ir. Estoy contando los días para que llegue el momento». Es otra de las muchas caras de esta pandemia y su desescalada.