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Pateras en la costa de Alicante: recalar en un mar de incertidumbre

El director provincial de la Unidad de Emergencias de Cruz Roja, Andrés Chessa, explica cuál es el dispositivo y la actuación de este organismo desde que avistan una patera en la costa alicantina hasta que sus tripulantes pasan a disposición policial

Andrés Chessa, director provincial de la Unidad de Emergencias de Cruz Roja. INFORMACIÓN

«Una patera puede llegar a cualquier punto de la costa, por lo que se hace necesario contar con equipos por todo el territorio garantizando con ello una rápida protección». Así define Andrés Chessa, director provincial de la Unidad de Emergencias de Cruz Roja, la realidad que vive la costa alicantina, donde esta organización presta apoyo humanitario, social y sanitario a los migrantes que llegan desde África jugándose la vida en el mar. Muchas de estas embarcaciones intensifican sus llegadas durante los meses estivales y, este año, con el coronavirus, se han extremado las medidas sanitarias y de seguridad.

El litoral valenciano y, en especial, el de la provincia de Alicante, son zonas receptoras de estas embarcaciones. «En lo que llevamos de año hemos atendido a un total de 339 personas, entre los que destacan 36 menores y 8 mujeres, en un total de 32 intervenciones en diferentes puntos de la costa de la provincia», recapitula Chessa. Para ello, cuentan con más de 220 voluntarios en toda la Comunidad y, durante el pasado año, realizaron formación para capacitar a más de 120 personas en la provincia. «Los recursos están adecuados al volumen de actividad que tenemos en nuestras costas. No es el mismo volumen migratorio que llega en pateras a Murcia o Andalucía que el recibido en la provincia, que es bastante menor», asegura.

Una vez oteada una patera y avisada Cruz Roja a través del 112, desde la organización ponen en marcha un dispositivo centrado en la asistencia humanitaria y la atención de sus necesidades básicas, «siempre desde la empatía y el trato cercano», aclara Chessa. Tras ello, movilizan sus recursos, coordinándose con otros agentes involucrados en estas emergencias como Salvamento Marítimo, Guardia Civil y Policía Nacional.

Su misión, tal como señala, «es realizar una valoración del estado de salud de las personas provenientes y detectar situaciones de riesgo vital que garanticen que su estado de salud es estable». Una vez confirmado, quedan bajo custodia policial. Para llevar a cabo el dispositivo, el responsable de Cruz Roja pone de manifiesto la labor de los equipos técnicos y voluntarios multidisciplinares que conforman la organización humanitaria, «personas extraordinarias que cuando llega una patera, sea la hora que sea, dejan lo que están haciendo y se dirigen al punto de la emergencia para realizar su labor poniendo a disposición su conocimiento, entrega y humanidad». Así, sus equipos están conformados por personal sanitario y de logística, pero también por traductores y mediadores interculturales, que permiten poder entablar conversación con los migrantes y prestarles la atención adecuada. Una acción importante pues la comunicación con estas personas permite saber si les ha sucedido algo en el trayecto, cuántos días llevan sin comer, si padecen alguna enfermedad o se detecta algún caso de vulnerabilidad social. Es, en definitiva, una atención de tipo social y sanitaria.

Además, el organismo, en su labor en puerto, cuenta con cuatro bases de Salvamento Marítimo desplegadas en el litoral alicantino, que están operativas las 24 horas, los 365 días, y cuyo voluntariado apoya en las labores de rescate y remolque de pateras.

Una constante durante la llegada de estas embarcaciones es la falta de documentación de los migrantes, a los que «después de la fase de estabilización sanitaria realizada por Cruz Roja, le sigue la de identificación de datos y realización de radiografías a los posibles menores y, ahora la de la covid-19, que realiza Conselleria de Sanidad». Una vez discernidos los menores de los adultos, en el dispositivo de esta entidad «a los menores se les prioriza la asistencia y las autoridades determinan el cauce a seguir, que será diferente según el caso que presenten: si van acompañados, si son recién nacidos o menores de 17 años. Existen muchas variables y cada una conlleva un tratamiento diferente», explica.

Labor humanitaria

Tras todo el trabajo y esfuerzo llevado a cabo, una cuestión viene a la mente: ¿Qué sensación se tiene cuándo se producen las denominadas «devoluciones en caliente» y estas personas son deportadas a su país? Andrés comenta que estas devoluciones están realizadas según los criterios del Ministerio del Interior y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, aunque él las define como «duras», reflexionando sobre los «sueños que empujan a esas personas a buscar una situación mejor para ellos y su familia». Conocedor de la situación y con mucha mochila a sus espaldas, añade, «no es fácil escapar del hambre, la pobreza, las guerras o la falta de oportunidades, venir con lo puesto y jugarte la vida». Los migrantes «suelen ser personas jóvenes, con buena salud. No es casual.

En la búsqueda de una vida mejor se embarcan los que mejores oportunidades tienen de conseguir sacar adelante a quienes han dejado atrás. Es, en definitiva, la lucha por la supervivencia», describe. De alguna manera, su labor como responsable de Emergencias empatiza con el sufrimiento de los migrantes.

Preguntado sobre si esto puede convertirse en un efecto llamada y España está considerada como la puerta de Europa, su respuesta es contundente: «Lo que aquí llamamos efecto llamada u oleada, en la otra orilla se llama desesperación, pobreza, hambre y oportunidad. Es difícil saber qué empuja, en mayor medida, a las pateras a salir. La vida humana siempre está por encima de cualquier otra cuestión», concluye.

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