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Investigación

Roban una piscina de 18.000 litros de agua en medio de un pueblo de Asturias

Los ladrones actuaron de noche, sin inquietarse por la proximidad de las casas y dejando un charco gigante: "Nunca lo hubiéramos pensado"

Los pequeños Guillermo y Carla Monroy, junto al terreno que ocupaba su piscina. D. M

Para entender la motivación de algunos ladrones se hace irremediablemente necesario introducirse en la cabeza de un cleptómano. Y es que hay robos que únicamente se pueden explicar desde una tendencia enfermiza al hurto. En la perplejidad se han sumergido los vecinos de la localidad asturioana de Langreo tras asistir atónitos al robo de una piscina con 18.000 litros de agua.

La descripción de este robo resulta estrambótica. La piscina desmontable, de un tamaño considerable, con 1,2 metros de profundidad y 5 de diámetro, estaba ubicada en una finca situada en medio del pueblo, pegada a la carretera. Justo enfrente está la casa de los dueños, una familia con dos niños pequeños, de 9 y 12 años. Al lado viven otros familiares. Desde todas las ventanas del frontal de las viviendas se veía perfectamente la enorme pileta azul, punto de encuentro habitual para los niños de los alrededores. Estaba estratégicamente montada, además, bajo una resplandeciente farola, por lo que se mantenía luminosamente a la vista al caer la noche. Un cierre de madera la custodiaba de los animales que transitan por la carretera y 18.000 litros de agua la fijaban con firmeza al terreno. El entorno no puede ser más tranquilo y bucólico. Un espacio diáfano, abierto y visible desde la zona alta del pueblo que corona el alto de San Tirso, entre Mieres y Langreo.

"Nunca jamás nos hubiéramos pensado que alguien podría robarnos la piscina", reconoce la propietaria, que pasado los días aborda con buen humor el tema, si bien reconoce que el disgusto inicial fue mayúsculo, sobre todo para sus dos hijos, Guillermo y Carla Monroy: "Cuando se levantaron de la cama y vieron lo sucedido lo pasaron mal y hubo lágrimas". Los pequeños echan en falta los baños con sus amigos, pero han terminado por asumir con resignada entereza el insólito robo que les ha privado de su principal entretenimiento. "Nos habían montado un trampolín y teníamos hasta una pequeña ducha. Era grande y el agua nos llegaba por el pecho", narran los niños. El robo se produjo durante la noche, hace ya algunos días. Algunos vecinos de las proximidades sostienen que pudo ser sobre las tres de la madrugada, ya que a esa hora varios perros se mostraron inquietos y ladraron.

Los ladrones llegaron en un vehículo, saltaron la pequeña valla y procedieron al vaciado de la piscina. "Por la mañana estaba todo inundado. Una cascada cayó hasta la carretera que pasa por debajo del prado y el resto inundó la finca", señalan los vecinos. Los "roba-piscinas" arrastraron la estructura fuera de la finca, la metieron en el vehículo, aún con una pequeña parte del agua entre sus pliegues, y se fueron. En la parcela dejaron la purificadora, el toldo que cubre le vaso, la escalera de acceso y otros utensilios como una red de mano. Este hace pensar que el objetivo del robo no sea una posterior venta del material.

"Resulta impensable que alguien de la zona pudiera hacer esto y también es raro que alguien de fuera pueda venir a robar una piscina usada", señala la dueña. En el pueblo llama mucho la atención el riesgo que asumieron los asaltantes, ya que actuaron frente a la casa de los dueños y a la vista de otros muchos vecinos que pudieron haberse asomado a la venta de su vivienda alertados por los ladridos de los perros.

El robo se descubrió a primera hora de la mañana. A las cinco y media de la madrugada una vecina que iba a trabajar dio el aviso. "Al principio no me lo creía y llegue a bromear diciendo que así me ahorraban el esfuerzo de desmontarla. Al menos ha sucedido al final del verano", explica la madre de los pequeño de Trapa que se han quedado sin chapuzones.

Los vecinos , por su parte, nadan en la incredulidad y apenas aciertan a encogerse de hombros. Ayer uno de ellos miraba el hueco dejado por la piscina y negaba con la cabeza: "Hay gente pa tó".

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