La Fiscalía califica de asesinato la muerte del concejal de Llanes (Asturias) Javier Ardines. El ministerio público ya ha presentado su escrito de acusación provisional en el Juzgado de Instrucción 1 de Llanes, y en él atribuye el móvil del crimen a la relación que el edil llanisco mantenía con la prima de su mujer y que provocó los celos del marido, Pedro Luis Nieva. El Fiscal solicita una condena de 25 años de cárcel para cada uno de los cuatro acusados. Ahora deberán presentar sus escritos la acusación particular y las defensas. Posteriormente se decidirá si el procedimiento pasa a la Audiencia Provincial para que los imputados sea juzgados por un tribunal popular.

El escrito de la Fiscalía relata que el acusado Pedro Luis Nieva está casado con la prima de la esposa del fallecido. Desde la adolescencia, ella y Ardines mantenían una relación, que duraba ya más de 30 años cuando se cometieron los hechos, y que se desarrollaba en Llanes, a donde ella se desplazaba sobre todo en periodos vacacionales (vivía junto a su familia en el País Vasco).

Pedro Luis Nieva descubrió el idilio en diciembre de 2017, tras grabar con su móvil una conversación entre su esposa y Ardines, y así se lo hizo saber a ella, aunque ambos siguieron conviviendo como pareja. Tras la grabación, el acusado, con el fin de controlar a su mujer y ante el temor de que esta tuviera algún otro encuentro sexual con Ardines, visitó tiendas online de venta de objetos de videovigilancia encubierta, micrófonos, dispositivos de vigilancia y seguimiento para vehículos, y otras destinadas a la realización de pruebas de ADN para determinar la paternidad.

En julio de 2018, Nieva, ante la proximidad de la época estival y sabedor de que su mujer pasaría el verano en una casa familiar próxima a la de Ardines y su esposa, tomó la decisión de acabar con la vida del edil. Para ello, contactó con su amigo Jesús Muguruza, a quien pidió que buscase a personas que pudieran ejecutar los hechos. Así, el supuesto nexo entre el acusado y los sicarios argelinos planteó el encargo a uno de estos extranjeros, quien, tras una reunión en la que se llegó a un acuerdo sobre el precio a pagar, decidió actuar conjuntamente con el cuarto y último acusado.

El 27 de julio, los acusados viajaron a Belmonte para que Pedro Luis Nieva y su enlace dieran a uno de los argelinos las indicaciones necesarias para acabar con el concejal llanisco. Nieva tenía un conocimiento exhaustivo tanto de la zona donde se llevarían a cabo los hechos como de las costumbres de la víctima. Así, junto con el acusado de encargar el crimen propusieron a uno de los argelinos hacer al edil una emboscada, para asegurarse el resultado, siempre según el relato de la Fiscalía.

En la madrugada del 1 de agosto de 2018, los acusados de origen argelino, Djilali Benatia y Maamar Kelii, se desplazaron nuevamente a Belmonte con el único propósito de matar a Javier Ardines y, una vez allí, colocaron una valla metálica de obra en un camino por donde previsiblemente pasaría la víctima. "El lugar era el propicio para cometer los hechos por ser una zona rural aislada y boscosa, rodeada de prados y monte bajo". Sobre las seis de la mañana, la víctima salió de su domicilio y se topó con la valla, aunque la sorteó y se alejó del lugar en su vehículo. A raíz de este suceso, uno de los argelinos mostró su reticencia a ejecutar los hechos, por lo que Pedro Nieva le ofreció más dinero y le informó, en una reunión, que no debía matar a Ardines hasta pasado el 10 de agosto, fecha en la que terminaban las fiestas locales, ya que antes de ese día habría mucha gente.

Fue en la madrugada del día 16 de agosto, sobre las cuatro y media de la mañana, "con tiempo suficiente para preparar una emboscada mejor", cuando los dos sicarios llegaron a Belmonte y colocaron en el mismo camino, transversalmente, dos vallas más (la primera, del día 1, continuaba allí). Lo hicieron de forma que impedían el paso de cualquier vehículo, para asegurarse de no fallar e incrementar el tiempo disponible para abordar a Ardines. Además, "para tener más garantías de acierto y anular la posibilidad de defensa de la víctima", cada uno de ellos llevaba un bote de spray de pimienta; uno de ellos portaba un palo y el otro un bate de baseball. A continuación, se escondieron junto a un muro y esperaron.

Sobre las seis de la mañana, Ardines salió de su casa en su furgoneta y, al llegar al punto donde estaban colocadas las vallas, detuvo la marcha y se bajó del vehículo para apartarlas. Dejó el motor en marcha, las luces encendidas y la puerta del conductor abierta.

En ese momento, los sicarios salieron de su escondite súbitamente y le rociaron con el spray de pimienta. La víctima echó a correr, le persiguieron y fue alcanzado al ser golpeado en la cabeza bien con el palo o con el bate. Cayó al suelo de rodillas y seguidamente, boca abajo. También fue estrangulado por detrás por alguno de los dos acusados, en cualquier caso, puestos de común acuerdo. La víctima no pudo defenderse.