Una pareja juzgada desde ayer por un jurado popular en Almería por el asesinato de un hombre de 45 años, natural de Bigastro y vecino de Orihuela, cuyo cuerpo sin vida apareció en 2018 en un descampado de la provincia almeriense, protagonizó un cruce de acusaciones durante la primera sesión de la vista oral en la Audiencia Provincial.

Aunque inicialmente estaba previsto que ambos acusados reconocieran el relato de hechos de la Fiscalía, gracias a un acuerdo que les permitía reducir la pena solicitada de 20 a 14 años de prisión, solo el hombre mantuvo la versión que plasma el fiscal en su escrito de calificación provisional, que situaría a la mujer como la primera en golpear a la víctima en julio de 2017. El cadáver de José Manuel Escudero fue encontrado por la Guardia Civil once meses después del crimen.

«Usted está declarando en un sentido, pero no es lo que había hablado con usted. ¿Sabe en que posición me deja?», interpeló el letrado de la acusada, que respondió: «No me quiero colgar una muerte que no he hecho yo», asegurando que ni acabó con la vida del hombre, ni vio a su expareja hacerlo.

Según ella, fue a principios de julio de 2017, unos días después de que el otro acusado saliese de la cárcel, cuando se produjo una discusión entre el muerto y el procesado, debido a que llevaba puesto un vestido que le había regalado la víctima.

Añadió que en el camino que conduce a la chabola en la que residía entonces, cerca del río Andarax, el acusado cogió dos piedras y golpeó al finado en la cabeza. Asevera que tras esto la cogió del pelo y la llevó hasta su casa, dónde la mantuvo encerrada durante varios días, aunque ella intentó levantar antes del suelo a su amigo, sin poder hacerlo porque había bebido y fumado hachís.

La mujer relató que el acusado le comunicó cuando regresó que había matado a la víctima y que si decía algo la iba a «degollar y esperar a que se desangrara para estar seguro de que estaba bien muerta».

En este sentido, sostuvo que no denunció lo ocurrido –a pesar de que no volvió a ver al hombre tras estos días de encierro– porque sufría «pánico», recordando que éste había sido condenado por malos tratos hacia ella. «Usted no sabe dónde vivo yo. Es un camino muy largo. Si me cortan el pescuezo, prefiero estar en la cárcel y no muerta», afirmó la acusada.

Aunque el cadáver fue localizado en Almería por la Guardia Civil de Alicante tras contactar con ella, mantuvo que durante todo el tiempo que pasó desde la muerte no lo vio, «ni debajo del colchón» en el que estaba oculto el cadáver.

Orden de alejamiento

Por su parte, el hombre relató ayer cómo tras salir de prisión, y pese a la orden de alejamiento que tenía respecto a la acusada, ésta lo encontró en el centro de Almería y le instó a irse con ella. Apuntó que una semana después, aproximadamente, quedaron con la víctima y ésta llegó con unos «tintos de verano caducados de tres meses» que había cogido de «la basura».

Según él, la acusada se enfadó porque su amigo había gastado dinero con otros conocidos pero no con ella, y lo mandó –al procesado– a comprar cerveza a una gasolinera.

En este punto, señaló que al regresar encontró a la víctima desnuda en el suelo mientras lo golpeaba su pareja. «Le di el pantalón y ella llegó por detrás y le pegó con una piedra en la cabeza. Él estaba sentado en el suelo para ponerse el pantalón», manifestó el acusado, quien añadió que la mujer golpeó unas dos o tres veces con la piedra a la víctima y que, a continuación, él hizo lo mismo, sin saber bien por qué porque «era buena persona».

Admitió el procesado que tras varias horas en las que el hombre tuvo convulsiones, lo dejó a unos 300 o 400 metros, lo tapó con «unos arbustillos» y le puso un colchón encima.

También aseveró que si no actuó de otra forma fue por las amenazas de denuncia de la mujer, quien según su versión es «muy dominante», negando haberle propinado nunca una paliza, más allá de «un par de tortacillos».