La policía que detuvo a la viuda negra de Alicante: «Los gritos de la víctima eran desgarradores»

La agente asegura ante el tribunal que no tiene ninguna duda de que eran los dos acusados los que estaban agrediendo al hombre asesinado en un aparcamiento de la Albufereta - Mantiene que vio a Conchi en pie y andando cuando ocurrieron los hechos

Juicio a la viuda negra de Alicante: Declaración del abogado de la acusación particular

J. A. Martínez

J. A. Martínez

Su testimonio ha sido una de las claves en el bautizado como caso de la viuda negra de Alicante. Una policía fuera de servicio sorprendió a los dos acusados desde lo alto de un puente en el momento en que la víctima fue apuñalada en un aparcamiento de la Albufereta. La agente declaró ayer en la segunda jornada del juicio que se está celebrando en la Audiencia de Alicante con un jurado popular. La funcionaria aseguró que «los gritos de la víctima eran desgarradores» y que corrió hacia el lugar de los hechos tras presenciar lo ocurrido desde el paseo de la Cantera porque «lo que estaba viendo no era una agresión normal». La funcionaria aseguró que no tenía ninguna duda de que eran los acusados las personas que estaban agrediendo a la víctima y que en esos momentos Conchi se movía sin dificultad y sin ninguna silla de ruedas por la escena de los hechos, en contra de lo que dijo la acusada el lunes que sostuvo que iba arrastrándose al lugar de donde se oían los gritos.

En el banquillo se sientan Conchi Martín y su cuidador Francisco Pérez acusados de haber matado a puñaladas a la víctima en un aparcamiento de la Albufereta la noche del 20 de agosto, defendidos por los letrados José Soler y Francisco Sánchez Camacho. El fallecido y la acusada se habían casado dos semanas antes del crimen.

Sigue en directo el juicio a la viuda negra de Alicante

En directo

La agente relató que iba paseando en compañía de un amigo por la Cantera cuando, a la altura de la finca Adoc, comenzaron a escuchar unos gritos. Según su versión, al mirar hacia el aparcamiento de abajo vieron a dos personas peleando. «Uno le iba acometiendo y el otro caminaba hacia atrás trastabillando hasta que se cayó al suelo», relató ante el tribunal. «A cada acometida la víctima gritaba de dolor hasta que su voz se fue apagando», añadió. La agente dijo que una tercera persona, a la que identificó como una mujer, se mantenía al margen hasta que se abalanzó sobre la víctima cuando esta cayó al suelo. Los agresores iban vestidos de negro y llevaban gorra. «Les grité: ¡Alto! ¡Voy a llamar a la Policía! Y ella me hizo unas señales con los brazos como diciendo que no pasaba nada», aseguró, por lo que decidió intervenir. Antes de bajar le pidió a su amigo que no perdiera detalle de lo que pasaba mientras ella llegaba. Este testigo aseguró que en ese rato ni vio huir a nadie del lugar y que allí solo estaban los dos acusados.

«Iba solo con mi placa y mi teléfono móvil con el que llamé a mis compañeros», relató la agente. De camino a lo que luego fue la escena del crimen, señaló que no se cruzó con ningún coche sospechoso y, «para mi sorpresa cuando llegué los dos estaban en el mismo sitio. Pensé que ya habrían huido», relató. «Al apartarse vi el cuerpo en el suelo y solo pude decir: 'hostias, lo habéis matado'», aseguró al tribunal. «Los dos empezaron a darme todo tipo de explicaciones, muchas de ellas incongruentes. Que si ella tenía un problema de espalda, que si él tenía un cáncer de terminal, que si el fallecido había sido atacado por unos negros porque era un alcohólico y un borracho... No entendía qué películas me estaban contando», relató.

A solas con los acusados

En todo momento, trató de mantener la distancia de seguridad con los dos acusados mientras llegaban los refuerzos y que tardaron cerca de trece minutos. «Si me acorralaban, hubiera estado perdida. Hablaba con ellos para ganar tiempo. Creo que enseñarles la placa me salvó la vida», dijo. Mientras intentaba mantenerlos a raya, vio que el acusado tenía un objeto punzante en las manos, pero no pudo ver cuándo se deshizo de él. «En esos momentos la prioridad era mi seguridad», dijo. En un cacheo posterior, los agentes encontraron el mango de un destornillador en un bolsillo de Paco. La parte metálica nunca fue localizada, a pesar de que se hizo un rastreo en el perímetro próximo al lugar de los hechos. También dijo que Paco trató de lavarse las manos varias veces con el agua de una garrafa que llevaba en la furgoneta. La agente aseguró que en el momento en que llegaron sus compañeros se retiró de la intervención.

Los policías que practicaron un registro en la autocaravana de Conchi encontraron una tarjeta de memoria que contenía fotografías íntimas tanto de ella como de su cuidador y tomadas la noche de bodas del día de la boda con José Luis. El agente que revisó la tarjeta explicó que en las imágenes ambos aparecen por separado en la cama en ropa interior y de ellas no se deduce que allí se encontrara nadie más.

En dicha autocaravana es donde, según lo declarado por los dos acusados, es donde Conchi y su marido habían planeado tener una cena romántica la noche del crimen. «Era muy estrecha y había mucho desorden. Tenía dificultades hasta para tenerse en pie y no cabían ni dos personas», declaró un policía.

UNA BODA SECRETA PARA LA FAMILIA

Uno de los hijos de la víctima asegura que «mi padre no se casó por amor, sino porque los acusados le engañaron»

Tan solo seis personas acudieron a la boda en Sax entre Conchi y José Luis en agosto de 2018: los dos novios, el cuidador Paco, dos amigos de José Luis y la hija de uno de ellos. Los tres hijos del fallecido aseguraron en el juicio que hasta el crimen nunca supieron que su padre se había casado. «Mi padre no se casó por amor, se casó porque le engañaron», aseguró ayer uno de ellos, Alfonso personado en el caso como acusación particular a través del abogado Aitor Prieto. La víctima, José Luis S., se había quedado viudo en marzo de ese mismo año. «Creo que no nos dijo nada por respeto», dijo. Aunque los tres hijos aseguraron que su padre había perdido la cabeza tras enviudar, hasta el punto de que dejó el piso en el que había vivido con su mujer en Santa Pola para irse a Guardamar. Los dos hijos, a quienes los acusados han tratado de incriminar en los hechos, se encontraban en la cafetería donde trabajaba uno de ellos. Ambos son gemelos.

Héctor, uno de los amigos del fallecido que estuvo en la boda secreto, señaló que la víctima le contó que lo hacía como un favor a Paco, el otro acusado del crimen. «Le dijo que tenía un cáncer terminal y nadie iba a poder cuidar a Conchi. Se la presentó como una persona con mucho dinero, dueña de hoteles, de una fábrica calzado y otra de huevos. Su familia quería ingresarla en una residencia para quedarse con su patrimonio y si se casaba con ella podrían evitarlo», relató el testigo al tribunal. La supuesta enfermedad terminal de Paco fue lo que provocó que José Luis finalmente accediera a adelantar la boda con Conchi que iba a ser mucho más tarde.

En la boda sólo se podían hacer fotos con la cámara de Conchi quien llegó a haber borrar la foto que le había hecho con el móvil la hija de uno de los invitados «porque aparecía fumando». Estos testigos aseguraron que el motivo fue porque Conchi estaba moviendo los brazos, cuando había contado a todos que era tetrapléjica y no podía moverse de cuello para abajo. Para su sorpresa en la boda, estos testigos manifestaron que vieron cómo ella se levantaba y andaba cuando no miraba nadie.

Tracking Pixel Contents