Un marido enamorado de su mujer, detallista y que siempre «estaba organizando cosas para ella». Así era la actitud de Antonio Navarro con su esposa y presunta asesina, Maje, según el testimonio de Beatriz, compañera de trabajo de la víctima y con la que compartía despacho desde 2014. Tal es así que apenas unos días antes de ser asesinado Antonio compró a través de internet unos peluches para regalárselos a Maje en «fechas especiales». El cruel destino —mano ejecutora de Salva mediante— hizo que el envío de Amazon llegara cuando ya había muerto de ocho cuchilladas tras ser atacado de forma sorpresiva en la plaza de garaje donde habitualmente aparcaba el coche su esposa, en la calle Calamocha de València.

«Eran varios peluches, un búho, una jirafa, ..., para ir dándoselos en fechas especiales y darle la sorpresa», explicó la compañera que le ayudó a comprarlos. «En fechas posteriores a su muerte llegó el paquete a nuestra oficina», aclaró. «Mi impresión es que la quería, siempre estaba organizando quedadas, en sitios de comer o para picar algo por València, organizándolo para ella», argumentó esta testigo.

Esta compañera de trabajo y a la vez amiga de la víctima, también indicó que antes de la boda con Maje a Antonio se le veía «ilusionado con los preparativos y con la luna de miel», algo que contrasta claramente con el sentimiento de la acusada, según relató el día anterior uno de sus amantes, a quien le dijo que se casó obligada por su familia y porque ya no podían cancelar la boda.

Sobre el carácter de Antonio, esta testigo, que lo veía en el trabajo todos los días, aseguró que no tenía mal genio —como ha tratado de hacer ver la acusada—. De hecho aseguró: «Era muy divertido, de hecho era muy agradable trabajar con él, tanto a nivel personal como profesional.