Al más puro estilo de las películas con asesinos. Agentes de la Brigada de Análisis de Conducta de la Policía Nacional estudiaron el relato de Alejandra García para tratar de establecer un perfil psicológico de los asaltantes que habrían dado muerte al pequeño Dominique en Elda la tarde del 30 de agosto de 2017. Sin embargo, las incongruencias en el relato la acabaron convirtiendo en la principal sospechosa.

Los investigadores sometieron el relato de Alejandra, acusada del crimen y compañera sentimental del padre del niño asesinado, a una técnica llamada método Vera. La acusada aseguraba que, mientras el pequeño Dominique y ella estaban en casa fueron atacados por unos asaltantes con el rostro oculto por cascos de moto, habrían tratado de agredirles sexualmente y asesinado al pequeño. Funcionarios de la Brigada de Análisis de Conducta aplicaron el citado método para revisar este relato tomando cuatro parámetros: la víctima, el escenario del crimen, la reconstrucción de los hechos y el supuesto autor. Al combinar la información recibida, los investigadores obtuvieron dos conclusiones contradictorias entre sí: el asalto estaba planificado y no había tenido preparación alguna. Incongruencias que les llevaron a la conclusión de que la ahora acusada estaba simulando la agresión y tenía una implicación directa en los hechos.

«En el relato de la acusada había una permanente interacción con los agresores. Había patadas, gritos, arrastres por el suelo», contó una de las policías. Estas circunstancias no cuadraban con el hecho de que el niño tenía una edad mental de tres años y, ante una situación de este tipo, lo normal habría sido que «hubiera empezado a gritar o tenido una pataleta. Algo se tenía que haber escuchado». Los vecinos aseguraban que esa tarde en el edificio había «un silencio absoluto» por lo que las conclusiones apuntaban a un «abordaje sorpresivo» en el que la víctima no tuvo capacidad de respuesta.

Carta simulada

Esta misma unidad analizó una carta anónima que recibió la madre de la acusada meses después del crimen y con la que Alejandra habría tratado de desviar la atención de los policías al temer que la consideraban sospechosa. La misiva era de una persona que aseguraba que había escuchado a dos hombres de origen sudamericano decir que el asalto se les había ido de las manos. Las conclusiones de los investigadores son que la carta «era una simulación». «Aparentaba que quería colaborar con la investigación pero en ella no se aporta nada y hay incongruencias e imprecisiones», explicó la funcionaria. Un dato que llamó la atención a los investigadores es que en ella aparecían faltas de ortografía escritas adrede «para disimular su nivel académico», errores que contrastaban con el uso de las comillas para las citas textuales o de dejar unos espacios al inicio de los puntos y aparte. Y el dato más revelador era que el remitente conociera la dirección de los padres de Alejandra, algo que jamás había aparecido en la prensa.

La acusada ha admitido ser la autora de esas cartas, pero no de unas notas con extraños símbolos que aparecieron en el domicilio antes del crimen.

La Fiscalía sostiene que con ellas la encausada pretendía simular que alguien les estaba vigilando. Su compañero sentimental y padre de acogida del niño asesinado llegó a consultar con un amigo de la Policía Local cuál podría ser su significado, ya que ese verano llegaron a recibir hasta tres de esas misteriosas notas. En una de ellas, aparecía escrita la palabra «no». Peritos calígrafos de la Policía Nacional examinaron esa nota para ver si podían atribuirla a la acusada. Dada la brevedad de ese texto les fue imposible sacar nada concluyente para establecer su autoría. Sin embargo, los trazos de la «n» y de la «o» tenían una forma tan característica que de entrada y pese a la insuficiencia de muestras tampoco se podía descartar tajantemente que fuera de ella, concretaron ante el tribunal.

El duelo aplazado de la madre por la pérdida de su hijo

Un psiquiatra y un psicólogo detallaron ayer ante el tribunal las secuelas que el asesinato de Dominique había causado en la mente de su madre de acogida, Penélope Martínez. Un estado de depresión crónica que le ha impedido trabajar, con varias bajas, bloqueo emocional y aislamiento social. Los peritos subrayaron que uno de los principales problemas era que, desde el asesinato, el duelo realmente no había comenzado. Es un duelo aplazado, en el que preocupa a los especialistas el efecto que tendrá en su psique el final del juicio, el momento en que realmente Penélope se enfrentará a su pérdida. «Aunque Dominique no era su hijo biológico, los afectos no tienen nada que ver con la sangre o la carga biológica», explicó el psiquiatra. El psicólogo aseguró que en noviembre de 2018, seis meses después de la detención de Alejandra García por el asesinato, «Penélope estaba agotada emocionalmente». Su acusación imputa a Alejandra, además del crimen, un delito de lesiones psíquicas.

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Penélope Martínez, madre de Dominique, pide Justicia Álex Domínguez