Localizar quién se beneficia de la comisión de un delito para intentar dar con su autor acostumbra a ser un buen punto de partida de toda investigación que se precie. Premisa cargada de lógica policial pero inservible en el caso que nos ocupa: el del asesinato de un niño en Elda del que está acusada la pareja de su padre. Un proceso que se encuentra pendiente del veredicto del tribunal popular que lo está juzgando, lo que casi con toda probabilidad ocurrirá el lunes.

Y es inútil, decía, porque, con independencia del fin que se buscara arrebatando esa vida, la realidad es que aquí no ha ganado nadie. Es más, han perdido todos. Y mucho. El primero y el que más, el pequeño Dominique, a quien tras un difícil arranque de vida no le permitieron enderezar ese mal fario cuando había tenido la enorme fortuna de encontrar la fórmula en la familia que le brindaron Penélope y Daniel. Una pareja cuyo amor por el pequeño, de eso no hay duda, fue más allá de su propia historia en común y a quienes la muerte de su hijo les ha cambiado la vida. Eso tampoco se discute. A cada uno a su manera, pero un volteo para siempre y no precisamente para bien.

Y junto a ellos, al resto de la familia por ambas partes para quienes el pequeño era uno más al margen de que por sus venas corriera o no la misma sangre, ¡como si el cariño dependiera de esas cosas!, dejando un tremendo vacío que igual les acompañará hasta los restos. Perdedores también.

Pero el perjuicio no acaba ahí. Bastaba reparar en el dolor contenida a ratos o con los ojos humedecidos cuando no podían evitarlo que encerraban los rostros de la madre y de la hermana de la acusada en los momentos que han estado presentes en la sala de vistas. Sobraba eso para comprender que la tragedia también ha golpeado de lleno a la familia de Alejandra García, sobre cuya autoría del crimen investigadores y acusaciones no albergan dudas. ¿El móvil? Es lo de menos, como se encargó de recalcar la fiscal Alicia Serra a quien también ha habido momentos a lo largo de este juicio en que le costado contener las lágrimas. ¿Que no soportaba al niño? ¿Que quería romper el nexo que unía a su pareja con la madre del pequeño? ¿Que el crío le molestaba para un proyecto de familia en el que cabía el hijo que había tenido de una relación anterior y la niña que iba a nacer de su unión con Daniel pero no Dominique? «No importa el motivo, importa el hecho», sentenció la acusadora pública.

Y el hecho es que en la larga lista de damnificados por esta muerte sin sentido no pueden faltar esos dos niños, quienes es más que probable que tendrán que crecer sin su madre. Y la propia acusada, que se enfrenta a una vida entre rejas. Un drama total.

Todos pierden