Un amigo de la mujer de 47 años asesinada a puñaladas por su exmarido el 13 de julio de 2019 en Elche declaró este miércoles en el juicio que se celebra en la Audiencia de Alicante que Maisu, como era conocida la víctima por sus allegados, le contó «los problemas» que tenía con el ahora acusado e incluso le confesó que «ella intentó dos veces separarse y él no la dejó».
Este testigo señaló ante el jurado popular que conocía a Maisu del colegio y llevaban «un poco más de un mes intimando», aproximadamente el mismo tiempo que transcurrió desde que la víctima decidió dar el paso de divorciarse del que había sido su marido durante 24 años. Según los datos aportados por este testigo y por una hermana de Maisu, el acusado sí ejercía un control absoluto y dominador sobre su mujer. «Me decía que cedía por los chiquillos pero que se encontraba como un pájaro en una jaula», señaló el amigo, quien precisó que «cedía a todo, a la forma de vestir, de peinarse, a tener relaciones sexuales...».
Este testigo estaba con María Asunción en un coche estacionado en un aparcamiento del centro Aljub de Elche el día anterior al crimen. Ayer relató que estaban hablando cuando apareció en moto el acusado y se «bajó muy agresivo, gritando e insultando a Maisu, quien le contestó que ella era libre». Luego se marchó y la esperó en la puerta de su domicilio, donde de nuevo Maisu y Pascual discutieron y una hermana del acusado le increpó también.
La hermana de Maisu aseguró en la vista oral que «no sé cómo pudo aguantar tantos años con él; era muy controlador y ella no podía ni respirar, por eso quería separarse, quería respirar». Añadió la testigo que «no la respetaba, era manipulador y controlador, hasta el punto de que no podía sentarse sola en el ordenador. Esa situación de dominio ha sido toda la vida e incluso cuando se separaron le prohibió salir de casa».
En la segunda sesión del juicio también comparecieron vecinos y policías locales y nacionales que coincidieron el día del crimen con el asesino machista. Todos resaltaron que el procesado estaba «escandalosamente» tranquilo minutos después de haber matado a puñaladas a su exmujer y no mostraba arrepentimiento alguno. A todos le repitió la misma frase: «He hecho lo que tenía que hacer». Al primero que se lo dijo fue a su vecino del piso de arriba, que salió del inmueble sobre las siete de la mañana del 13 de julio y bajó al garaje alertado por unos gritos. «Vi a Asun en el suelo y a Pascual con un cuchillo en la mano», relataba ayer este vecino, quien añadió que «entré en pánico y salí a la calle para llamar al 112».
Una vez en la Comisaría el detenido aún continuó repitiendo a los agentes que «era algo que tenía que hacer» y trató de justificar su cobarde crimen diciendo que su exmujer «había conocido a otra persona».
Las únicas palabras favorables al acusado fueron pronunciadas ayer por una hermana del acusado, quien aseguró que la pareja tenía muy buena relación y él había asumido que tenía que rehacer su vida. El juicio celebra hoy su tercera sesión.
Los dos hijos no quieren contactar más con el padre
Los dos hijos de la mujer asesinada y del acusado, de 18 y 21 años en la actualidad, aseguraron en el juicio que no les gustaría volver a tener contacto nunca más con su padre. El más joven de los dos hijos de Maisu y Pascual señaló que «veía cosas raras» en la relación de sus padres y que su madre le contó que iba a separarse «para tener libertad y mi padre lo afrontó mal».