«Fue interminable, pensé que me iba a matar». Así de claro se expresó ayer en un juicio celebrado en la Audiencia de Alicante una vecina de San Vicente del Raspeig que denunció el pasado marzo a su pareja por haberle dado una paliza y haberla retenido durante diez horas en casa del acusado. La mujer aseguró en el juicio que estuvo maniatada y atada a una columna con una cadena mientras le golpeaba con una barra de hierro, un mazo de albañilería y una espada medieval. El acusado, para quien el fiscal y la acusación solicitaron penas que suman nueve años y cuatro meses de prisión por delitos de lesiones, detención ilegal y quebrantamiento de una orden de alejamiento, negó la agresión e incluso que mantuvieran una relación sentimental.

Los hechos ocurrieron durante el estado de alarma. El 20 de marzo un juzgado acordó una orden de alejamiento del acusado sobre su pareja tras denunciarle ella, quien ocho días más tarde acudió al domicilio del procesado en San Vicente y allí estuvo voluntariamente hasta la agresión denunciada, ocurrida el 31 de marzo.

Según las acusaciones, durante ese fin de semana el acusado le pidió que le quitara la orden de alejamiento y la mañana del 31 de marzo mantuvieron una nueva discusión sobre la retirada de la denuncia y a partir de ese momento de produjo la agresión y detención ilegal de la mujer. Aunque el acusado negó que la maniatase y golpease, la mujer relató al tribunal que le agredió con una barra de hierro, un mazo, una espada medieval y con la puntera de metal de sus botas. «Me dio golpes por todos lados», aseguró la denunciante, quien indicó que además de maniatarla y atarla con una cadena a una columna de hierro, «me quitó la ropa y me tumbó boca abajo», donde continuó golpeándola. La mujer asegura que recibió continuas amenazas de muerte e incluso la intimidó con cortarle el cuello con un cúter.

La mujer aseguró que pudo escapar de su agresor después de que la desatara porque quería bajar a Alicante a por su moto y la iba a dejar en un pozo ciego. Cuando salieron fuera aprovechó para salir corriendo y huir. Una vecina que escuchó los gritos ratificó ayer ante el tribunal que vio cómo el acusado la agarraba con la intención de que no huyera y tras decirle que la soltara le hizo caso y la mujer acudió a su casa, donde llamaron al 112. «Su aspecto era alarmante», afirmó la testigo. Los guardias civiles también declararon que la mujer estaba «asustadísima».