Un intervalo de diez horas y sobre el que los forenses no se ponen de acuerdo puede ser decisivo en el caso de la muerte a golpes de un hombre de 81 años en el barrio alicantino de San Blas. Inclinarse por un momento u otro supondría la condena o la absolución del acusado, Antonio C. M., un peluquero de la zona que estuvo en casa de la víctima esa misma mañana. Un jurado popular juzga en la Audiencia Provincial de Alicante desde el lunes este crimen.

Los forenses que hicieron la autopsia situaron la hora del crimen entre las 14 y las 15 horas del 6 de septiembre de 2014, una franja que se aproximaría al momento en que el procesado fue visto saliendo de casa de la víctima y a donde habría ido a entregar un presupuesto. Sin embargo, otro informe pericial de la defensa se aferró a que los hechos ocurrieron entre las 22 y la medianoche, momento en el que el acusado estaba cenando con unos amigos. A esta conclusión llegó en un primer momento la forense que estuvo en el levantamiento del cadáver, aunque ayer se alineó con las tesis de sus compañeros. Para mayor confusión, el aire acondicionado estaba puesto en la vivienda, lo que pudo haber retrasado el periodo de descomposición del cuerpo, y también había confusión sobre a qué hora se puso en marcha.

La víctima de 81 años falleció como consecuencia de haber recibido medio centenar de golpes en la cabeza con un objeto contundente, mientras que tanto él como su agresor estaban en movimiento. El cadáver fue encontrado por sus sobrinos a la mañana siguiente cuando fueron a la casa preocupados porque no sabían nada de él. El director del Instituto de Medicina Legal de Alicante, Juan José Bayo, admitió ayer durante su declaración que era «muy complicado» establecer el momento exacto de la muerte durante las 12 y las 36 horas posteriores porque en ese intervalo la rigidez esquelética y la lividez no cambia. «Los dos opciones son válidas», dijo sobre la diferencia de horarios, pero aclaró que en la autopsia se inclinaron por retrasar el momento de la muerte tras valorar algunas de las pruebas de la investigación. Entre ellas, que la víctima no había comido porque lo que le había preparado la asistenta estaba sin tocar y no había nada en su estómago; que desde las 13.30 horas nadie había sabido nada de él; y que esa tarde no fue a misa, algo que según algunos testigos hacía los sábados a las 20 horas.

Por el contrario, los peritos de la defensa designados por la Universidad de Barcelona se inclinaron porque la muerte se produjo por la noche, recordando que a partir de las doce horas comienza el proceso de putrefacción. «Estamos en Alicante y en el mes de septiembre todavía hace calor», explicó, motivo por el que ese proceso se habría acelerado si el crimen se hubiera producido en las primeras horas de la tarde. En este punto entró el hecho de que el aire acondicionado estaba puesto en la vivienda a 23 grados de temperatura y nadie supo precisar quién lo encendió.

Un agente de la Policía Nacional aseguró que el aire lo puso en marcha la Policía Local cuando llegó a la casa. Los forenses fueron tajantes al mantener ayer que las Fuerzas de Seguridad tienen la orden de dejar el escenario de un crimen tal y como está. Aunque en este caso, el cadáver estaba desnudo en el suelo y alguien lo había tapado con unos calzoncillos, recalcó Bayo.

Ante estas dudas, la sala tuvo que citar de urgencia a los dos policías locales que acudieron a la casa en primer lugar para que aclararan estos extremos. Solo pudieron encontrar a uno que aseguró que, en este caso concreto, no lo recordaba, pero que era algo que nunca hacía cuando llegaba a la escena de un crimen. Su compañero no pudo ser localizado, porque ya está jubilado y la magistrada Margarita Esquiva que preside el tribunal de jurado concluyó que posiblemente no iba a aportar más luz que su compañero.

ADN desconocido

Ayer declararon los responsables del Instituto de Toxicología que analizaron las muestras de ADN recogidas en la escena del crimen y en ropas del acusado. En la vivienda donde ocurrió el asesinato se determinó que la sangre correspondía a la víctima. Dos muestras llamaron la atención de la defensa: una gota de sangre en el baño y un sobre en el salón con documentación bancaria. En ambas, había una mezcla de perfiles genéticos del fallecido y de una persona desconocida. La Policía se centró en el hallazgo de ADN del fallecido en una pulsera del sospechoso. «Es necesaria una interacción intensa para esa transferencia. El acusado estuvo haciendo vida normal y no hay restos biológicos de otras personas», precisaron.

El jurado empezará este jueves a deliberar el veredicto. La Fiscalía y la acusación que ejerce el abogado Joaquín de Lacy en nombre de los sobrinos de la víctima mantuvieron la petición de condena; mientras que el abogado de la defensa, Fernando Cambronero, pidió la absolución incidiendo en que las meras sospechas no son indicios.