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La madre que mató a su bebé con 53 puñaladas y lo tiró a la basura, a las puertas de la prisión permanente revisable

Silvia A. M., que había mantenido oculto su embarazo a su familia y amigos, tiene en su mano este próximo lunes declararse culpable para evitar una semana de juicio

Silvia A. M., única acusada del crimen.

A sus 26 años dio a luz a un bebé sano, perfectamente gestado, y lo cosió a puñaladas después de mantener oculto el embarazo a toda su familia, amigos y vecinos del bloque de la calle Genaro Suárez Prendes, en Nuevo Roces. Así actuó, según la Fiscalía y la acusación particular, la gijonesa Silvia A. M., que se sentará este lunes en el banquillo de los acusados para responder por el atroz crimen de su hijo recién nacido. Lo hace con ínfimas opciones de evitar la que será la primera prisión permanente revisable impuesta en Asturias, toda vez que no existe atenuante ni eximente alguno que juegue en su favor. La joven, en prisión preventiva desde su arresto el 21 de septiembre de 2019, tiene en su mano declararse culpable para evitar una dura y mediática semana de juicio. En ninguna cabeza está otro veredicto, máxime al ser juzgada por un jurado popular que tendrá que enfrentarse a las fotografías del salvaje asesinato.

Una vez que su exnovio, Daniel B. S., quedó exonerado, todas las pruebas obrantes en la causa apuntan hacia ella. Su único punto a favor, mínimo, es que el arma del crimen nunca apareció. Se supone que utilizó un cuchillo de mango de madera, según su propia confesión espontánea ante los agentes de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (Udev) que lograron dar con ella en apenas 53 días de exhaustivas pesquisas. Solo en ese momento, detenida en comisaría, Silvia A. M. reconoció haber matado a su hijo y luego tirarlo al contenedor de basura que tenía delante de su casa el 1 de agosto de 2019.

Al prestar declaración en el juzgado, la acusada exoneró a su novio, con el que convivía y a los que unía una relación desde hacía ocho años. Una versión que motivó su ingreso en prisión y que Daniel B. S. quedase en libertad con cargos. Luego, pasadas unas semanas, Silvia A. M. pidió volver a declarar para cambiar su versión, presentándose como una mujer maltratada psicológicamente y asegurando que fue su novio quien se llevó al bebé. Y que si no había dicho nada hasta ese momento fue porque le tenía miedo. Esa misma versión volvió a defenderla cuando tuvo lugar el careo entre ambos, la segunda y última vez que Silvia A. M. salió de prisión.

La fase de instrucción permitió desmontar muchos de los argumentos de la acusada y exonerar, a su vez a Daniel B. S., que ahora ejerce la acusación particular y que se ha visto obligado a dejar de vivir en el piso de Nuevo Roces por los recuerdos y la presión vecinal. Por ejemplo, quedó acreditado que ya en diciembre de 2018, Silvia A. M. tuvo conocimiento de que estaba embarazada, pues sus búsquedas en internet revelan que accedió a la web abortar.org. La utilización de los dispositivos digitales (se incautaron tres teléfonos móviles, dos ipad y un ordenador) apuntaba también a ella, que llegó a visualizar más de mil vídeos relacionados con el parto.

Peluches y flores en la tumba del bebé asesinado

El parto tuvo lugar el 1 de agosto. Silvia A. M. dio a luz a un niño sano de 2.670 gramos, aprovechando que su pareja se había ido a trabajar y estaba sola en el piso. No está clara la hora del alumbramiento, pero sí que a las 14.55 horas buscó “¿cuánto se tarda en morir por hemorragia?” en internet. Según la autopsia, la acusada envolvió al niño en unas toallas y comenzó a apuñalarle hasta en 53 ocasiones. “Hemorragia y calor” o “Siete horas tras el parto”, a las 16.22 horas y a las 17.20 horas, respectivamente, fueron otras de sus búsquedas. Antes de que su novio volviese del trabajo, metió el bebé en una mochila que usaba siempre Daniel B. S. (una foto en Twitter de la misma permitió llegar hasta ellos) y lo tiró al contenedor. De madrugada, un vecino que rebuscaba en la basura encontró el cadáver.

Se fue de vacaciones con su novio a Alicante y Valencia a los pocos días del parto y posterior crimen

Hasta que la Policía les detuvo, Silvia A. M. siguió con su vida sin levantar sospechas. Hasta se fue de vacaciones varios días a Alicante y Valencia. “Mira qué hijos de p. hacer eso, acabar a puñaladas con un bebé; a esos no les pillan” o “¿Quién habrá sido? ¿Tú crees que lo descubrirán?” eran sus comentarios ante sus amistades, tal y como desveló La Nueva España cuando accedió al sumario del caso en enero de 2020. La respuesta a sus preguntas la conoció el 21 de septiembre de 2019, cuando fue detenida por la Policía y enviada a prisión. Según los forenses tenía “controles de conducta poco desarrollados e inestabilidad emocional, agresión social e interpersonal, impulsividad, intolerancia a la frustración, genio voluble y fondo egoísta”. Pero, padece “un trastorno antisocial de la personalidad que, no obstante, no afectaría a sus facultades”.

En prisión está perfectamente aclimatada, tranquila y practicando deporte con asiduidad. La próxima semana puede ser la última vez que salga de la cárcel en décadas.

Cinco sesiones de juicio y 26 personas para conformar el jurado popular a partir del lunes

De las 36 personas preseleccionadas por sorteo para formar parte del jurado popular solo 26 estarán presentes el próximo lunes para la elección de los nueve integrantes (más otros dos como reserva) para emitir el veredicto sobre Silvia A. M., después de que la Audiencia haya aceptado las alegaciones presentadas por diez de ellos. En su mayoría, los argumentos son los estipulados en la ley, como residir fuera de Asturias, ser mayor de 65 años o contar con problemas de salud. Está previsto que a las 10 horas del lunes se elija al jurado, teniendo en cuenta que las partes (acusaciones por un lado y defensa por otro) tienen potestad cada uno para vetar a cuatro de los propuestos. Una vez conformado el jurado se espera que Silvia A. M. declare a las 12.30 horas. En el caso de que mantenga su inocencia, el juicio se alargaría otras cuatro sesiones. Nueve policías están citados el martes; once testigos (incluida la familia de ambos), el miércoles; más agentes, forenses y psicólogos el jueves; y está previsto que el viernes se lea el acta del jurado.

Es "inestable", pero consciente de sus actos

"Controles de conducta poco desarrollados e inestabilidad emocional, agresión social e interpersonal, impulsividad e intolerancia a la frustración, genio voluble y fondo egoísta". Este es el último diagnóstico emitido por el equipo psicosocial del Juzgado sobre Silvia A. M., la gijonesa de 28 años acusada de haber asesinado a cuchilladas a su hijo recién nacido el pasado mes de agosto en Nuevo Roces. Este informe, realizado a finales de diciembre, concluye que la procesada, que cumple prisión provisional, sufre un trastorno antisocial de la personalidad, pero que mantiene intactas sus facultades cognitivas y volitivas, lo que implica que era plenamente consciente de los hechos y, en consecuencia, es perfectamente procesable por este crimen que podría acarrear la primera prisión permanente revisable en Asturias.

La presunta asesina, en una foto con su entonces novio, y de fondo el contenedor donde arrojó el cuerpo de su bebé

"A esos nos les pillan"

La instrucción del caso, declarado como causa compleja, apunta a la responsabilidad de Silvia A. M. en el asesinato de su bebé, que apareció con más de cincuenta puñaladas por todo el cuerpo. De hecho, en su primera declaración, la joven exculpó a su novio, Daniel B. S., asegurando que le había ocultado su embarazo, tanto a él como a su familia. No obstante, en aquella ocasión, solo reconoció haberlo tirado al contenedor, pero en ningún caso aceptó las puñaladas. Poco después, cuando ya se encontraba en el módulo de mujeres de Unidad Terapéutica y Educativa (UTE) del Centro Penitenciario de Asturias, Silvia A. M. optó por cambiar su versión y señalar directamente a quien fue su compañero sentimental durante más de siete años. En su segunda declaración apuntó que él se había llevado al bebé a un centro de salud y que nunca dijo nada por temor a la reacción de su novio, al que acusó de malos tratos. Este informe forense desmonta esa versión y asegura que no existen indicios de tal situación. El careo que hubo entre ambos tampoco sirvió para que la versión de Silvia A. M. pareciese creíble.

La investigación judicial siguió su curso con la toma de declaración a familiares y amigos de la pareja. Resultan llamativas las conversaciones que la propia Silvia A. M. mantenía con una de sus amigas al poco de saltar a los medios la aparición de un bebé asesinado en el contenedor de basura de delante de su casa. "Mira qué hijos de p. hacer eso, acabar a puñaladas con un bebé; a esos no les pillan", le comentó Silvia A. M. a una de sus amigas. Comentarios de ese estilo también los pronunció cuando se fue de vacaciones con su novio a Alicante y Valencia a los pocos días del parto y posterior crimen. "¿Quién habrá sido? ¿Tú crees que lo descubrirán?", repetía a sus allegados. Su frialdad era total.

Además, Silvia A. M., según revelan sus propias declaraciones, no era la primera vez que se quedaba embaraza. A los 19 o 20 años, explicó a la magistrada, ya se había quedado encinta de Daniel B. S.. En aquella ocasión, tras compartirlo con su novio, tomó la decisión de abortar. "Nunca programamos tener hijos", explicó a la jueza. ¿Por qué no volvió a hacerlo? Ella explica, tal y como consta en las diligencias, que se dio cuenta de su embarazo cuando estaba "de cuatro o cinco meses" y porque se lo confirmó un predictor. "Tomaba pastillas anticonceptivas, pero lo olvidé, además de tener una regla irregular", fueron sus siguientes respuestas.

Mientras el embarazo se desarrollaba, ella comenzó a buscar en internet temas relacionados con el parto, llevaba ropa ancha para disimular y rehuía el contacto sexual. Hizo vida normal hasta el último momento. Hasta se fue de excursión con sus padres el fin de semana anterior a dar a luz. Nadie, ni su hermana que a veces dormía con la pareja en el piso de la calle Jenaro Suárez Prendes, se dio cuenta de nada.

Asegura que trató de darle el pecho

El alumbramiento llegó el 1 de agosto. Silvia A. M. estaba sola en casa -su pareja estaba trabajando- y optó por su habitación para dar a luz. Lo hizo encima de la cama. La autopsia revela que el bebé, perfectamente gestado, llegó a respirar, y que la hora de la muerte se produjo, tras un shock hipovolémico por todas las puñaladas que recibió, sobre las dos del mediodía. Antes, según ella, "intenté darle el pecho, pero no succionaba". A partir de aquí ella ya ha dado dos versiones distintas, mientras que el novio mantuvo desde el inicio el testimonio de que no sabía nada.

Silvia A. M. asegura que al dar a luz pensó en llevar al bebé a un centro de salud porque no sabía cómo decírselo a su familia. Cuando llegó su novio, según ella, se encargó él de llevarse al niño. La versión de Daniel B. S., en cambio, empieza describiendo que, cuando estaba trabajando, recibe un mensaje de ella en el que le dice que había "sangrado mucho por un quiste y que comprase compresas". Cuando Daniel B. S. llegó se encontró manchas de sangre en la habitación -en las sábanas y en el colchón, que él mismo limpió con una manguera en la terraza- y también en la pared, que las provocó Silvia A. M. cuando iba al baño. En ningún momento sospechó nada, y según su testimonio allí no había ningún bebé. Todo fue, explicó él, por un quiste. Ni siquiera reparó en nada cuando al día siguiente los medios de comunicación publicaron que había aparecido un bebé asesinado justo en frente de su casa. Al día siguiente, 3 de enero, era el cumpleaños de Daniel B. S.. "Ella se levantó y me preparó el desayuno, algo que no hacía nunca", declaró él ante la magistrada. Poco después se fueron juntos de vacaciones.

Lo cierto es que el recién nacido fue asesinado de una manera brutal. Estando el bebé de cubito lateral derecho le asestaron múltiples puñaladas por todo el cuerpo, a excepción de la cabeza, que le causaron la muerte. Todo apunta a que utilizaron para ello un cuchillo de cocina de sierra que presumiblemente ha encontrado la policía, a falta de confirmar esta prueba.

Pruebas biológicas

La investigación policial arrancó aquella misma madrugada del 2 de agosto. Fue exhaustiva, minuciosa y en muchísimas direcciones. Al final, lo más probable, por difícil de creer, resultó la línea correcta. Tras examinar toneladas de basura, los investigadores centraron en Nuevo Roces a los sospechosos. Se entrevistaron varias veces con los vecinos del bloque, seguros de que tenía que ser alguien de allí. Una de las veces que fueron a por ellos, estaban de viaje. Las pruebas iban encajando, hasta que el 21 de septiembre fueron detenidos. Daniel B. S., que estaba en el trabajo, pensó que tenía que ser un error, pero Silvia A. M. sabía por qué la detenían. Desde entonces permanece en prisión.

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