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Denuncia

Los cuatro maristas de Vigo que están en el punto de mira por supuestos abusos

Las acusaciones de abusos sexuales y físicos se refieren a hechos ocurridos durante los años 60

El hermano Pablo, en una imagen de los 60, superpuesto al proyecto del edificio del colegio El Pilar.

Las denuncias de ocho exalumnos del colegio El Pilar de los maristas de Vigo contra varios de los religiosos que trabajaban en el centro ha sacudido esta mañana la actualidad informativa en la ciudad. Las acusaciones de abusos sexuales y físicos se refieren a hechos ocurridos durante los años 60 y ponen en el punto de mira a cuatro miembros de la congregación, todos ellos fallecidos. Entre ellos se encuentra el que fue director del centro entre 1964 y 1969, Agustín Antón del Cueto, conocido por el nombre religioso de hermano Pablo. Los otros tres acusados son los hermanos Luis, Castañón y Miguel.

Hermano Pablo

Del exdirector del centro es del que más información disponible existe. Nació en 1927 en la localidad leonesa de Matallana de Valmadrigal y falleció en la capital de la misma provincia en 2006, a los 79 años. Con 12 años ingresó en el junioriado -periodo de formación espiritual- en Tui. En la misma localidad hizo sus primeros votos cuatro años después y la profesión perpetua en Venta de Baños en 1949. Ejerció su actividad, además de en Vigo, en centros de A Coruña, Segovia, Oviedo, Santiago de Compostela y León. En la hemeroteca de FARO queda alguna referencia a su actividad pública como miembro del colegio El Pilar.

Apodado El Cerilla, tres exalumnos lo acusan de combinar los tocamientos con auténticas palizas. E. F. cuenta a El País que un sábado por la tarde, jugando en el colegio, se cayó en el barro. El director le llevó a su habitación, le desnudó y le metió en la bañera. “Luego me fue secando con una toalla, se recreó, yo estaba muy asustado, duró unos 15 minutos”, recuerda. Otro de los denunciantes relata: “Con 10 u 11 años, el director me llamó a dirección. Una vez en su despacho, me bajó los pantalones cortos, me puso en sus piernas, se sacó una de las zapatillas negras de goma y comenzó a pegarme en las nalgas. Muy fuerte. Al acabar comenzó a acariciarme las nalgas como para consolarme por el dolor sufrido”. Un tercer antiguo estudiante cuenta que solía golpearle en las nalgas 20 varazos (siempre ese número) con una regla fina.

El hermano Miguel

El hermano Miguel es, posiblemente, el más conocido en la ciudad porque era muy activo en el ámbito deportivo. En 1969 fundó, junto con Floriano Fernández el histórico equipo de voleibol Club Vigo. En el entorno del equipo se le recordaba con afecto. De hecho, se le rememora con mucha emoción en el libro conmemorativo publicado en 2012 por el 40º aniversario de su primera aparición en la máxima categoría de este deporte a nivel español.

En la denuncia pública, dos personas acusan al hermano Miguel. Había combatido en la Guerra Civil y todos lo describen como un individuo muy violento, que golpeaba brutalmente con su bastón a los niños en la cabeza, según El País. “Disfrutaba creando pánico en los niños, no era normal, era una mala bestia”, describe una de estas personas. Este religioso llevaba muchas actividades del colegio, del coro a los equipos deportivos, de balonmano y voleibol. E. F. corrobora: “No desaprovechaba ocasión para tocarte, se frotaba, te pellizcaba los pezones, si lo veías escapabas”. En los años setenta el hermano Miguel, que ya ha fallecido, fue trasladado a A Coruña.

El hermano Castañón

El marista que recibe más acusaciones es el hermano Castañón, cinco testimonios. “Nos metía mano a todos, te sentaba en su regazo y te metía la mano en los pantalones, en los genitales, mientras hacías la cuenta. Yo tenía 10 años”, recuerda uno de los denunciantes. El hermano Castañón desapareció un día y pronto se corrió el rumor de que le habían sorprendido cometiendo un abuso, y que otro religioso, que apareció con una mano vendada, le había golpeado por ello. Según recuerdan estas personas, se dijo que lo habían enviado a León, aunque luego volvió al colegio de Vigo al cabo de unos años.

“De mí abusaron Castañón y El Chosco”, relata Javier Álvarez-Blázquez. “Tendría siete años cuando todo empezó. El señuelo que normalmente utilizaban era invitarme a un caramelo o a un refresco en el recreo y, con este reclamo, me llevaban al laboratorio o a una de las clases de la planta baja. Me sentaban en sus rodillas y empezaban a sobarme por fuera y por dentro del pantalón corto manoseando mis genitales. Recuerdo especialmente el aliento fétido, los jadeos del Chosco y su sotana rota, sucia y maloliente. Era un niño muy pequeño y no entendía lo que estaba pasando. Tampoco podía soportar la burla que nos hacían los compañeros de cursos superiores a los que salíamos del laboratorio o de las clases en las que se llevaban a cabo los abusos. Ellos sabían bien lo que estaba pasando porque, sin duda, ya lo habían sufrido en su momento”. Otro alumno relata que Castañón le llevaba con su hermano al laboratorio y les masturbaba a los dos: “Recuerdo su respiración excitada”.

Hermano Luis

Tres testimonios, en total, acusan al hermano Luis, apodado El Chosco. Celso X. López Pazos, otro denunciante, rememora: “Con cualquier pretexto nos llamaba para que fuéramos a hablar con él, en el recreo o nos enganchaba al acabar las clases. Me acercaba hacia él agarrándome por las muñecas y me balanceaba hacia su cuerpo que estaba con las piernas abiertas. Y así 5 o 10 minutos mientras me hablaba de no sé qué. Supongo que me usaría como un objeto sexual para excitarse. Este método del balanceo era generalizado”.

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