El padre de los menores asesinados en Godella sentía celos de sus hijos y quería a María para él solo, llegando a aislarla por completo de sus amistades. Esa es conclusión que se extrae de los testimonios de los amigos de la pareja, quienes han declarado esta mañana en la tercera sesión del juicio por el doble infanticidio cometido en marzo de 2019. Los testigos han desmontado la versión del acusado, que se enfrenta a 50 años de prisión por dos delitos de asesinato, al afirmar que Gabriel estaba convencido de que una secta les perseguía, abusaba de los niños y que incluso llegó a manifestar que para entrar en dicha secta tenían que hacer un sacrificio de un recién nacido.

De igual modo, también han tumbado esa imagen que quiso trasladar el procesado, de padre preocupado por sus hijos y por la salud mental de su pareja. De hecho, fue a raíz de que le dijeran que María necesitaba un psiquiatra, cuando éste la aisló por completo prohibiéndole hablar con sus amigas, quienes le tenía que llamar por las noches durante su turno de vigilia, mientras Gabriel dormía. Guardias nocturnas que también han acreditado que negó una y otra vez el acusado.

Asimismo los testigos describen a Gabriel como una persona calculadora, sin empatía, agresivo, manipulador y violento tanto con María como con los niños. Además tenía particular forma de educar a los pequeños causándoles el mismo daño físico que ellos ejercieran. “Si mordía, había que morderle para que aprenda”. Así, han recordado varios episodios de malos tratos como cuando zarandeó a Amiel cogiéndolo de una pierna o como en otra ocasión lo arrojó a un campo de naranjos con solo un añito. Otra amiga ha asegurado que Gabriel “culpaba de todo al bebé” y recordó cómo le gritó con apenas meses recriminándole que todo lo que le pasaba a su madre era por su culpa.

Tal era el punto al que llegó la situación en los días previos al doble crimen que incluso una amiga se ofreció a acogerla en su casa con los pequeños porque “veía que él nos los trataba bien”. Esta testigo asegura que María aceptó en irse con ella pero cuando el día anterior a los crímenes la estuvo llamando ésta no le cogió el teléfono. Afirma que le mandó un mensaje a Gabriel preocupada y que éste no le contestó.

Estas testificales también han servido para confirmar que Gabriel se sentía un ser superior. “Decía totalmente convencido que era Jesucristo y que nosotros éramos sus apóstoles”, afirma una amiga de la pareja. Otra conocida de la pareja añade que si pasaba algo malo se lo atribuía a los espíritus. Todos coinciden en señalar que siempre estaba hablando de la cultura maya, de sectas y de regresiones. De hecho, dos testigos han ratificado que Gabriel les hizo una regresión para sanar males pasados.