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Denuncia

Víctimas de abusos en Vigo en los años 60: "No podíamos irnos a la tumba sin contarlo"

Ocho exalumnos del colegio El Pilar denuncian públicamente abusos sexuales de cuatro hermanos maristas ya fallecidos

En la imagen, el hermano Miguel y el hermano Pablo, director del colegio en la época.

“No podíamos irnos a la tumba sin contarlo. Ha pasado en muchos sitios de España, en Vigo también. Por eso decidimos denunciarlo públicamente. En los años sesenta decenas de alumnos del colegio El Pilar de Vigo fuimos víctimas de abusos sexuales y violencia escolar por parte de cuatro religiosos”.

Así, explican varios exalumnos vigueses de los Maristas el motivo por el que han decidido sacar a la luz aquellos sucesos. Peinan canas y rondan los 70 años, son abogados, empresarios y profesores de reconocido prestigio en la ciudad y sus declaraciones, recogidas por el diario El País, han creado un auténtico tsunami en la ciudad olívica.

Los testimonios de los ocho exalumnos, que no decían nada en casa por miedo, sitúan en el centro de los abusos a los escolares a cuatro religiosos, todos ellos ya fallecidos. Así, dan los nombres de los supuestos pederastas: el hermano Pablo, director del colegio entre 1964 y 1969 al que los chicos apodaban el 'Cerilla' por el contraste de su pelo blanco y la sotana negra; el hermano Luis, el 'Chosco', con graves problemas de visión; el hermano Castañón y el hermano Miguel. Este último era muy conocido en aquella época porque fundó el club de voleibol Vigo, que llegó a militar en la primera división, y se encargaba también del equipo de balonmano.

El abogado Javier Álvarez Blázquez, admite que el asunto le pesaba mucho. “Necesitaba contarlo por lo mucho que sufrí, pero no voy a dar ni un paso más. No buscamos venganza. Solo queremos que se sepa lo que ocurría. Forma parte de la historia de una dictadura, de unos tiempos sórdidos y fríos. Era algo que se permitía”, relata.

Blázquez no quiere remover lo ocurrido ni entrar en los momentos sórdidos: “Me duele, solo quiero que se sepa. Cuando eres niño no sabes lo que pasa, no tienes desarrollados los instintos, no eres consciente de que estás sometido a abusos y no encuentras explicaciones. Después maduras y ves que era algo generalizado, había también violencia física”.

Hemos acordado no hacer nuevas declaraciones. Nuestro objetivo era hacer público el caso, descargarnos el peso que llevamos encima

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De forma similar se pronuncia Juan Lojo. “Hemos acordado no hacer nuevas declaraciones. Nuestro objetivo era hacer público el caso, descargarnos el peso que llevamos encima. Fue una iniciativa común y no se hizo antes porque...Se pensó muchas veces, siempre que se tocaba el tema, porque aquello era un secreto a voces. y en todas las reuniones de antiguos alumnos se comentaba... Hemos sido ocho exalumnos los que dimos nuestro testimonio, pero podían haber sido 80. El objetivo de contarlo ahora es que el tema no siguiera tapado, no podíamos morirnos e irnos a la tumba sin haberlo contado. Es un tema más que superado, al menos en mi caso, pero después de contarlo nos sentimos liberados”, apostilla.

Celso López Pazos es otro de los vigueses cuyo testimonio recoge El País. “Hemos acordado los ocho que no vamos a remexer en el tema: Nuestro objetivo está cumplido, no queremos morbo, ni venganza, nuestra función es únicamente contarlo, que se sepa lo que ocurrió en El Pilar en los años 60”.

Todos se remiten al testimonio publicado en El País. Las versiones de los ocho exalumnos sobre aquel tiempo, cuando tenían entre 7 y 12 años, coinciden en señalar que los cuatro religiosos habrían sido “auténticos depredadores en un ambiente sórdido y cuartelario” y califican al colegio de “organización pederasta” donde se utilizaba una violencia “habitual y sádica”. Están convencidos de que otros muchos alumnos sufrieron lo mismo que ellos en las distintas generaciones que pasaron por el colegio.

El tema en Vigo, aseguran, es un tabú pero un secreto a voces. De hecho otros alumnos que ofrecen sus testimonios, al margen de los ocho que lo hicieron públicamente, recuerdan que su mayor rabia es no haberlo contado en casa. Algunos recuerdan el caso de un amigo, hijo de un abogado, que sufrió tocamientos por parte de uno de los religiosos. Lo comentó en su casa y su padre acudió al colegio y montó un gran escándalo. Llegó a darle un puñetazo al hermano pederasta, que aquel mismo día abandonó el colegio vigués hacia otro destino.

El País relata que el marista que recibe más acusaciones es el hermano Castañón, con cinco testimonios: “Nos metía mano a todos, te sentaba en su regazo y te metía la mano en los pantalones, en los genitales, mientras hacías la cuenta. Yo tenía 10 años”, recuerda E. F.

“De mí abusaron Castañón y El Chosco”, relata Blázquez a dicho diario. “Tendría siete años cuando todo empezó. El señuelo que normalmente utilizaban era invitarme a un caramelo o a un refresco en el recreo y, con este reclamo, me llevaban al laboratorio o a una de las clases de la planta baja. Me sentaban en sus rodillas y empezaban a sobarme por fuera y por dentro del pantalón corto manoseando mis genitales. Recuerdo especialmente el aliento fétido, los jadeos del 'Chosco' y su sotana rota, sucia y maloliente. Era un niño muy pequeño y no entendía lo que estaba pasando. Tampoco podía soportar la burla que nos hacían los compañeros de cursos superiores a los que salíamos del laboratorio o de las clases en las que se llevaban a cabo los abusos. Ellos sabían bien lo que estaba pasando porque, sin duda, ya lo habían sufrido en su momento”. Otro alumno relata que Castañón le llevaba con su hermano al laboratorio y les masturbaba a los dos: “Recuerdo su respiración excitada”.

Otro tres testimonios acusan al hermano Luis, el Chosco. Celso López Pazos rememora en El País: “Con cualquier pretexto nos llamaba para que fuéramos a hablar con él, en el recreo o nos enganchaba al acabar las clases. Me acercaba hacia él agarrándome por las muñecas y me balanceaba hacia su cuerpo que estaba con las piernas abiertas. Y así 5 o 10 minutos mientras me hablaba de no sé qué. Supongo que me usaría como un objeto sexual para excitarse. Este método del balanceo era generalizado”.

Otros tres exalumnos señalan al director, el Cerilla, que combinaba los tocamientos con auténticas palizas. E. F. afirma que un sábado por la tarde, jugando en el colegio, se cayó en el barro. El director le llevó a su habitación, le desnudó y le metió en la bañera. “Luego me fue secando con una toalla, se recreó, yo estaba muy asustado, duró unos 15 minutos”, recuerda. La experiencia de López Pazos fue distinta: “Con 10 u 11 años, el director me llamó a su despacho, me bajó los pantalones cortos, me puso en sus piernas, se sacó una de las zapatillas negras de goma y comenzó a pegarme en las nalgas. Muy fuerte. Al acabar comenzó a acariciarme las nalgas como para consolarme por el dolor sufrido”.

El hermano Miguel había combatido en la Guerra Civil y lo describen como un individuo muy violento, que golpeaba brutalmente con su bastón a los niños en la cabeza. “Disfrutaba creando pánico en los niños, no era normal, era una mala bestia”, describe una de estas personas. Otra, Juan Lojo Montojo, recuerda: “Un domingo me castigó, yo tenía once o doce años, me puso a estudiar y al cabo de una hora me dijo que me sentara en su regazo. Entonces me metió la mano por el culo, los genitales, y cuando acabó me dio un beso y un caramelo”.

Los Maristas abren una investigación: "Pedimos perdón y nos ponemos a disposición de las víctimas"

Los Maristas han abierto una investigación sobre los hechos ocurridos en el colegio El Pilar de Vigo en los años 60, tras conocer la denuncia pública de abusos sexuales realizada por varios exalumnos contra varios hermanos de la orden.

La Provincia Marista Compostela manifiesta su “dolor” por los hechos denunciados por ocho antiguos alumnos “que sufrieron abusos y maltratos por parte de cuatro hermanos en los años 60. Condenamos lo ocurrido, lamentamos profundamente esta situación y les pedimos perdón por haberles fallado y no haberles protegido.

Tras admitir que los cuatro religiosos estuvieron en el colegio de Vigo en distintos momentos de aquella época, indican que todos han fallecido. “ La protección a la infancia es para nosotros una prioridad y nos ponemos a disposición de quienes hayan podido sufrir cualquier situación de maltrato o abuso”, informa la orden que dispone del correo específico contigo@maristascompostela.org para atender cualquier denuncia actual o del pasado, incluso de forma anónima.

Contra la prescripción

En el año 2011 el Instituto Marista activó en todas las provincias políticas protocolos de protección del menor y en 2016 presentó en el Congreso de los Diputados de España un escrito a favor de la supresión de la prescripción de los delitos de abusos a menores. “La existencia de víctimas es un recuerdo permanente de que les fallamos en el pasado. Condenamos cualquier tipo de situación de maltrato o abuso y trabajamos día a día para que no vuelvan a producirse con políticas, protocolos, equipos y personas expertas en protección del menor para que nuestros colegios sean entornos seguros”, inciden los responsables de la orden. “La protección a la infancia es un compromiso institucional desde nuestra fundación y personal de todos los que formamos la comunidad marista en al actualidad”.

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