Era finales de diciembre de 2019. Soraya Taibi había denunciado formalmente la desaparición de su hija el 29 de noviembre, pero la chica estaba en paradero desconocido desde el 17. Todos los datos recabados hasta ese momento hacían presagiar un mal final, pero los investigadores trabajaban a contrarreloj como si estuviera viva. El principal escollo de la investigación era el silencio espeso que rodeaba a la joven. Nadie quería colaborar. Todo era dar largas y «no sé». Los padres de la joven y la Guardia Civil tenían el convencimiento de que dos o tres personas muy cercanas a Wafaa en los meses anteriores sabían mucho más de lo que decían, pero callaban a pesar de la insistencia inexorable de los guardias civiles. Una mezcla de miedo y de protección del entorno.

Aunque no había candidatos firmes, había muchos sospechosos relacionados, directa o indirectamente, con Wafaa y su entorno, y el encono de los investigadores no daba frutos. Muchas líneas abiertas y pocos resultados.

En ese contexto, Nabil, el padre de Wafaa, aprovechó una de las visitas a su casa de los investigadores del equipo conjunto de Homicidios de la Guardia Civil de València y de la UCO para contarles las informaciones que iba arañando de aquí y de allá. Muchas de ellas obtenidas en ambientes delincuenciales y que abrían nuevas líneas de investigación.

Una de esas informaciones fue precisamente sobre David S. O., alias El Tuvi, en prisión desde hace una semana por el asesinato de Wafaa. Pero entonces nadie lo sabía aún.

Nabil había conocido a El Tuvi casi dos años antes, en la primavera de 2018. El ahora acusado de la muerte de su hija, que en ese momento había pasado un mes en prisión por una agresión brutal a una joven con la que tenía una relación, le habló al saber que Nabil vivía en la Pobla Llarga y se jactó de tener muchas amigas ahí. Empezó a hablarle de Wafaa en términos soeces y machistas. «Me dijo ‘es un pibón’. Y cuando empezó a decir palabras más fuertes, lo frené y le dije que yo era su padre», recuerda Nabil. David S. O. reculó y la conversación terminó ahí.

Cuando la joven desapareció, su padre estaba fuera la Pobla Llarga y no pudo ir a su casa hasta diciembre. Soraya, la madre, y él, estaban desesperados, porque parecía que a Wafaa se la hubiera tragado la tierra. Quien sabía, no hablaba. Y quien hablaba, no sabía.

Tres veces le dio plantón

En esa desesperación, cuando su mujer le dijo que Wafaa usaba a veces su teléfono para hablar con sus amigos, Nabil hurgó hasta la última llamada. "Estaba mirando las de Whatsapp y, al ir revisando una a una, vi la foto de El Tuvi. Lo reconocí de inmediato y le pregunté a Soraya. Me dijo que era uno de los amigos de ella. Que a veces la había recogido en casa, que la había llevado a comer a la casa de sus padres... Nada raro. Yo sabía por lo que me había dicho él un año antes que la conocía bien, así que decidí llamarle para preguntarle, porque cualquier información sobre lo que hacía Wafaa nos podía venir bien".

Le cogió el teléfono — Nabil llamó desde el suyo, que David S. O. no conocía— y le explicó que era el padre de Wafaa, que quería hablar con él porque sabía que eran amigos y solo quería información. El Tuvi, que en ese momento hacía un mes y medio que había matado a la joven, accedió a ir a casa de su víctima, pero no cumplió. "Me quedé esperándolo y no vino. Le volví a llamar y volvimos a quedar. Pero tampoco vino. A la tercera, le insulté y le dije que por qué no venía, si tan amigo de Wafaa era, por qué no venía a ayudar". Nunca más le respondió.

"No puedo decir que sospechara de él, porque no sería verdad. Pero no me gustó lo que hizo, así que cuando vinieron a casa los guardias civiles que llevaban el caso, les conté lo que había pasado y les dije quién era. Ellos se tomaron nota de todos los datos que teníamos, como del resto de informaciones que les daba yo, la madre de Wafaa o las amigas de verdad que sí colaboraban, pero no sé si ese fue el principio de la investigación sobre él".

Tanto Nabil como Soraya solo tienen palabras de agradecimiento para la Guardia Civil. Saben que ha pasado mucho tiempo, pero también que la investigación ha sido farragosa y difícil. Y saben que no ha terminado aún.

Ahora, la confianza ciega la tienen además en el trabajo de los forenses, para que el presunto asesino de su hija no pueda eludir ni uno solo de los delitos cometidos contra ella. "Queremos la prisión permanente revisable, y vamos a luchar hasta el final para que así sea. Ni un día menos", sentencia Nabil.