"Este año se cumplen 19 años del asesinato de Sandra, de mi hija. El más vil y cruel de la historia. Al recordar todo lo que ese día vivimos vuelve a doler el corazón. Dicen que el corazón no duele, pero sí que lo hace y mucho". María del Mar Bermúdez, madre de Sandra Palo, no olvida -cómo hacerlo- aquel 17 de mayo de 2003. Camina al lado de Francisco, su marido, padre de Sandra. Siguen viviendo en Getafe, en el barrio de Las Margaritas, donde residían cuando ocurrió todo. Allí permanecen. Cerca, muy cerca, está el parque Castilla-La Mancha. En él, un monolito, en memoria de Sandra, la hija que perdieron, la hija que les arrebataron.

"Para que ni la mayor de las sombras apague nunca tu sonrisa", se lee. Junto al texto, una foto, la más simbólica de la joven. Una placa, homenaje, para que nadie olvide el terrible suceso. Para recordar su nombre, para honrar la lucha de sus padres. Han vuelto a vandalizar la placa por octava vez. Alguien la ha roto con una piedra o un martillo, según ha podido saber CASO ABIERTO. Otra vez han agredido la memoria de Sandra.

"Ya son 8 veces", lamenta Mari Mar. Le duele, le hiere. "La primera vez no hacía ni 24 horas que lo habían puesto". Se instaló en enero de 2019, un día después apareció pintada. Se repuso y, al mes, la placa fue arrancada. "Han llegado a tirarla a un contenedor de basura", lamenta Mari Mar, que ha denunciado lo ocurrido a la policía municipal. "Plantaron un árbol y, cuando empezó a florecer, le arrancaron las flores. Ahora le habían puesto otras alrededor y las han pisoteado".

El 19 de enero de 2019 se inauguró el monolito en un sentido homenaje a Sandra Palo.

La violaron, atropellaron y quemaron

Han pasado 19 años. Pocos olvidan uno de los crímenes más crueles que se recuerdan en España. Sandra Palo: la violaron, la atropellaron, la quemaron, la mataron. Tenía 22 años y planes, muchos planes. El más inminente, al día siguiente, la comunión de su hermano.

La joven salió del taller ocupacional al que asistía. En Plaza Elíptica (Madrid) esperaba el autobús que la llevaría a casa. Un coche, con cuatro criminales, con edades comprendidas entre los 14 y los 18 años, paró delante de ella. En el interior: Rafael García ('El Rafita') -hoy con un sinfín de detenciones a sus espaldas, la última el pasado mes de noviembre por cometer una estafa en Málaga-, Ramón Santiago ('El Ramón'), Francisco Javier Astorga ('El Malaguita') y José Ramón Manzano ('Ramoncín). La metieron a la fuerza en el vehículo.

Lo detuvieron junto a una nave industrial, situada a escasos metros de la carretera de Toledo (N-401), a la altura de Leganés. La violaron por turnos, fuera del automóvil, para no dejar rastro. Para que no hablara, los delatara, decidieron acabar con ella. Lo que sigue impacta, la atropellaron hasta 15 veces. No murió, se ensañaron: compraron gasolina, la quemaron. Su cuerpo apareció carbonizado.

El 22 de enero cumpliría 41 años

Sandra tenía 22 años cuando la asesinaron, este 22 de enero cumpliría 41. Ese día, como los últimos 19, lo reciben rotos. "Con tristeza absoluta porque a ella le encantaban los cumpleaños". Su madre mira atrás: "no hay día que no la recordemos, como era ella: alegre, pizpireta, muy coqueta para la discapacidad que tenía". Mari Mar vuelve al hoy: "es como nosotros la queremos recordar. No queremos pensar en las imágenes que salieron en televisión, porque entonces estaríamos mucho peor".

Los padres de Sandra fundaron la 'Asociación Sandra Palo para la Defensa de las Libertades' para pedir justicia.

Mari Mar mira al monolito y lanza un grito ahogado: "¿Se puede ser más cruel? No sabemos lo que busca ni lo que quiere el responsable, lo que sí te puedo decir es que se siente una rabia y una impotencia tremenda, porque el homenaje fue precioso: acudieron familiares, amigos, vecinos, periodistas…", recuerda. "Nunca lo olvidaremos, pero lo han convertido en una pesadilla". Cada agresión al monumento es un golpe, uno más, para la familia. Y ya son ocho.

Desde que asesinaron a su hija, los padres de Sandra sortean obstáculos. El más duro, el de la pérdida. Batallan desde entonces por rendir homenaje a su hija, porque no se olvide su nombre. También, por que se modifique y endurezca la Ley del Menor. "Es nuestra lucha y por lo que nos hemos dejado la piel". Agarrada siempre de la mano de Francisco Palo, "los dos somos pensionistas por enfermedad y parte de culpa la tiene el dolor y el sacrificio". Dolor, no duelo, diecinueve años sufriéndolo: "yo, la verdad, no he pasado la fase del duelo y creo que nunca la llegaré a pasar".

Multitud de personas han querido arropar a la familia estos años. "La verdad es que a nosotros nos ha apoyado mucho la sociedad y lo siguen haciendo, para que el nombre de mi hija no se olvide nunca mientras que nosotros vivamos".

Francisco y María del Mar, padres de Sandra, no han dejado de luchar por la reforma de la Ley del Menor.

Ellos, a su vez, arropan a familias que también sufren: "intentamos, como podemos, apoyar a otras víctimas, que por desgracia somos demasiadas". Antes viajaban, ahora lo hacen a través de Whatsapp y las redes: "cuando hemos podido, hemos ido a manifestaciones y concentraciones. Ahora si voy a alguna es en Madrid porque mi economía no me permite irme fuera, pero intentamos mandarles un vídeo dándoles todo nuestro apoyo y cariño".

Ayudan, guían y capitanean su asociación, que lleva el nombre de Sandra. El resto de los días los pasan como pueden: "bien no estamos, esto es estar muertos en vida. Nos mataron aquel 17 de mayo".

Francisco y María del Mar, en sus brazos Sandra Palo.