Salvador, que tenía 70 años, murió el 16 de abril del año pasado, tras una lenta agonía de siete meses que pasó ingresado casi a tiempo completo en el Hospital IMED de Burjassot, donde falleció, con un cuadro de diarrea crónica que solo mejoraba en las escasas ocasiones en que lo ingresaban en la UCI. Justo el único lugar en el que su pareja, María del Carmen B., de 57 años, ahora detenida por la Policía Nacional e investigada por una jueza de Paterna de haberle envenenado hasta la muerte con laxantes y diuréticos y de haberle 'limpiado' la cuentas corrientes, no lo tenía a su alcance.

Precisamente por eso, uno de los internistas del IMED que atendió a Salvador durante esos largos siete meses ha declarado ahora a los investigadores del grupo de Homicidios de la Policía Nacional que llegaron a sospechar "que pudiese estar siendo envenenado", dado que la diarrea crónica no remitía más que cuando su situación se volvía crítica y lo ingresaban en la UCI, donde "resulta imposible la administración de fármacos por personal ajeno al hospital".

Los médicos buscaron arsénico, plomo y mercurio

Por esa razón, le hicieron análisis buscando los venenos más habituales: arsénico, plomo y mercurio. Pero dieron negativo, porque nadie buscó la presencia de laxantes o diuréticos en el organismo del paciente, algo muy poco habitual para acabar con la vida de otra persona, y menos aún durante su hospitalización.

Los médicos, que atendían al hombre por esa diarrea crónica de origen desconocido, pero también por diabetes, sospechaban que la pareja alteraba la estricta dieta que tenía pautada, ya que en más de una ocasión vieron bricks de zumos individuales en la mesilla de noche e incluso bocadillos y chocolatinas, que tenía prohibidos por su elevado contenido en azúcares.

De hecho, el internista afirma que llegaron a proponer el aislamiento absoluto del paciente, incluido de su pareja, al pensar "que estaba siendo intoxicado" y por el continuo incumplimiento de la dieta establecida por los médicos.

¿Laxantes en los zumos?

De hecho, los agentes de Homicidios se muestran convencidos en su atestado de que los zumos eran la vía de administración de los laxantes y los diuréticos durante la larga hospitalización de Salvador. 

La detención de Carmen se produjo hace dos semanas, después de que el Instituto Nacional de Toxicología de Barcelona enviase los resultados de la toma de muestras de la víctima durante la autopsia, practicada en abril del año pasado, gracias a la denuncia interpuesta por sus hijos ante la sospechosa muerte de su padre. y que dio origen a la investigación policial.

Los resultados son que no ha sido posible encontrar restos de esos fármacos ni en la sangre, ni en la orina, ni en el pelo, ni en las uñas. ¿Eso significa que no se los administró? En absoluto, ya que, por una parte, los laxantes y los diuréticos desaparecen muy pronto del organismo, lo que dificulta su detección, y, por otro, Salvador falleció tras una de las estancias en la UCI donde, para mejorar su situación, era sometido a diálisis, por lo que su cuerpo estaba depurado cuando los forenses tomaron las muestras.

"Compra compulsiva" de fármacos

Aún así, en contra de la ahora detenida, que está en libertad provisional, investigada por homicidio, apropiación indebida, estafa y hurto, porque en esos siete meses sacó 62.000 euros de Salvador de los cajeros automáticos de dos entidades bancarias y gastó otros 30.000 con sus tarjetas en teléfonos, ordenadores y ropa, pesan varios hechos. 

Sólo de uno de los fármacos, compró 2.000 comprimidos en tres meses. La dosis máxima diaria recomendada es de una pastilla

El principal, que durante meses –los del hospital y alguno más anterior– compró en distintas farmacias y «de forma compulsiva» cantidades ingentes de tres fármacos: dos laxantes –Evacuol, en gotas, y Dulcolaxo, en comprimidos– y un diurético, Seguril. Un ejemplo: solo de este último, adquirió más de 2.000 pastillas en menos de tres meses; 22,2 pastillas al día, cuando la dosis máxima diaria es de un comprimido. La sobredosis de ambos, advierten los médicos, conduce a una deshidratación severa que puede causar la muerte por fallo renal.

Los médicos, a preguntas de la Policía, lo dejan claro: el cuadro clínico de Salvador es totalmente compatible con una dosis excesiva y continua de esos fármacos. De hecho, el día que murió escribieron que falleció por un "fallo multiorgánico", "acidosis metabólica" (se produce por mal funcionamiento del riñón), "shock séptico de etiología no clara" y "diarrea crónica". "Obviamente, la administración arbitraria, continuada y diaria de esos fármacos podrían ser la causa de tal diarrea y de todos los síntomas que se produjeron posteriormente en su organismo", concluyen ante la Policía.