Los veteranos dicen que un buen policía destinado en las brigadas de Información debe ser como un camaleón. Capaz de camuflarse con el entorno, hacerse indetectable ya sea entre empresarios, proxenetas, vendedores de coches, dentistas o traficantes de drogas.

Eso hicieron los agentes de la Brigada Provincial de Información de la Policía en Madrid que descubrieron y desmantelaron la trama de falsos vacunados contra el Covid-19. Fueron camaleones que se hicieron pasar primero por simpatizantes yihadistas, luego por enfermeros, médicos y pacientes del hospital de La Paz.

Cuando las investigaciones avanzaban, les tocó hacerse pasar por vendedores de coches de lujo, por clientes de reservados de discotecas y todo tipo de "fauna de la noche madrileña", según explican fuentes de la investigación a CASO ABIERTO, el canal de información y sucesos de Prensa Ibérica.

Allah y las vacunas

La Operación Jenner nació cuando un policía de Información entró en la dark web y contactó con grupos salafistas franceses haciéndose pasar por uno de ellos. Le propusieron viajar a Francia para conocerse, pero el policía infiltrado respondió: "no tengo pasaporte covid; no estoy vacunado. Allah no me permite meter nada impuro en mi cuerpo".

Le ofrecieron entonces conseguirle un pasaporte covid falso para que pudiera viajar y luego le remitieron a otros grupos más reservados en Telegram que podían incluso inscribirle en el Registro Nacional de vacunación español contra el coronavirus sin necesidad de inyectarse la vacuna.

"Al principio pensamos que era un fraude, pero luego vimos que realmente había una quiebra de seguridad en el sistema y que además era indetectable", recuerdan fuentes de la investigación.

Dos intermediarios, dos mundos

Los policías identifican muy pronto a dos personas, dos intermediarios que están ofreciendo esa posibilidad de ser un falso vacunado. Ambos viven en Madrid. Uno es un tal Álex, antiguo ladrón con antecedentes por agresión sexual y contactos entre conocidos atracadores y delincuentes de Madrid. Ahora trabaja o frecuenta varias discotecas de la capital.

La otra intermediaria, más glamourosa, se llama Irene Es una mujer atractiva que había sido condenada y luego indultada por tráfico de drogas muchos años atrás. Los policías-camaleones se hacen indetectables para poder vigilarla sin que ella se dé cuenta. Comprueban que durante el día Irene se dedica a vender seguros de coches pero al caer la noche sale de fiesta y conoce a mucha gente, mucha fauna de ese mundo, en Madrid y en Marbella. Cuida su cuerpo y no duda en recurrir a la cirugía plástica.

Los policías están a su lado, día y noche, camuflados, y la graban reuniéndose dos veces por semana con un tipo joven, Mario, al que ella conoce de los ambientes nocturnos madrileños. Luego, tal y como consta en el sumario del caso, descubrirán que en muchos de esos encuentros ella le entrega dinero y un listado de personas que deben ser incluidas como vacunadas contra el covid sin estarlo.

Enfermero antivacunas

Y es que, durante el día, Mario trabaja como auxiliar de enfermería en el Hospital de La Paz. Los policías le siguen también en redes sociales y descubren que, pese a su profesión, es un activo militante antivacunas y un negacionista del covid.

Los agentes comprueban también que Mario no tiene acceso a las claves sanitarias imprescindibles para inscribir pacientes como vacunados. Alguien le está ayudando, pero no son las dos enfermeras de las que se han usado las contraseñas para cometer el fraude. En esos días, algunos policías se hacen pasar por trabajadores sanitarios, con batas blancas incluidas; otros acuden al Hospital de La Paz como falsos pacientes, para poder rondar por allí y tratar de averiguar quién es su cómplice.

Las primeras veces

Comprueban que Mario tiene cierta confianza con una enfermera. Ella está destinada en el servicio de extracciones y vacunaciones del hospital. Mario se inscribe como su ayudante. Se hacen amigos. En esas, el auxiliar negacionista se contagia de covid y, a su regreso, le pide a su amiga que le haga el favor de inscribirlo como vacunado para poder seguir trabajando en el hospital. Ella lo hace, nadie les pilla. La sanitaria lo hace también con Nuria, la pareja de Mario y con otro par de amigos. Usa sus claves personales. Nadie sospecha.

Mario le dice entonces que pueden ganar dinero con eso. Le explica que tiene una amiga, Irene, que les pagaría cien euros por cada persona que inscriban en el registro de vacunados. Es un chollo. Las investigaciones de la policía estiman que, en solo cuatro meses, desde finales de septiembre de 2021 hasta enero de 2022, ganaron ochenta o noventa mil euros cada uno.

La enfermera de La Paz aceptó participar por dinero. Empezó a frecuentar restaurantes caros y se compró un monovolumen. Su novio compró otro coche nuevo y una moto

La enfermera acepta; de hecho, mientras los policías camuflados están a su lado, como falsos pacientes o guiris despistados en busca de ocio y gastronomía por Madrid, ella cambia su ritmo y su tren de vida. Comienza a frecuentar restaurantes caros y se compra un monovolumen. Su novio se compra otro coche y una motocicleta.

Los agentes que se han convertido en la sombra de Mario, por su parte, comprueban que cada semana acude a un centro comercial de Madrid y allí cambia parte del dinero que ha obtenido para invertirlo en criptomonedas.

Se acerca la Navidad. Los clientes llegan de todas partes. El cantante Omar Montes, la actriz Verónica Echegui, el empresario Trinitario Casanova… La enfermera piensa que no puede seguir usando su clave personal para registrar más falsos vacunados y decide aprovechar un fallo de seguridad en el sistema. Como ella, todos los sanitarios que se han apuntado voluntarios para vacunar contra el covid en el Hospital de La Paz figuran en un folio con sus nombres, DNI y firmas.

Las claves

La sanitaria, que luego será detenida, fotografía las hojas y va probando por si alguno de sus compañeros mantiene las claves de usuario y contraseña genérica que les han dado a todos (Temporal 01 y Cambiar 01) con el consejo de cambiarlas y personalizarlas. Dos enfermeras no lo han hecho y mantienen las viejas claves. Ella las utiliza y comienza a inscribir masivamente a falsos vacunados con esas contraseñas genéricas.

Durante días, los policías comprueban sobre el terreno cómo la enfermera se queda cada tarde, al acabar la jornada, sentada en su ordenador, inscribiendo más nombres. Pero ella se contagia también de covid y tiene que darse de baja durante los 14 días de cuarentena obligatoria.

La maquinaria no debe parar y los policías infiltrados como enfermeros y personal del Hospital de La Paz comprueban que la mujer sigue acudiendo allí, incluso estando de baja por coronavirus. Eso sí, esos días entra solamente en la biblioteca del hospital, casi siempre vacía, y desde allí sigue inscribiendo falsos vacunados para la trama. Los agentes ven que, enferma de covid, emplea más de tres horas cada día en esa tarea.

Cien euros por persona

El cerebro de la trama, Irene, ha ganado mucho dinero en cuatro meses. Entre 180.000 y 200.000 euros según las fuentes consultadas por CASO ABIERTO. Ella cobraba normalmente unos 250 euros a cada falso vacunado, de los que pagaba solo 100 a los sanitarios. Algunos de los clientes "vips" llegaron a pagar 1.600 euros porque el precio iba subiendo según participaban más y más intermediarios, según fuentes del caso.

Un día, un programa de Telecinco emite un reportaje de televisión sobre pasaportes falsos de covid y ofertas de vacunas en el mercado negro de Internet. La enfermera y Mario se asustan y piensan en dejarlo. Irene les da entonces un argumento difícil de rechazar: en la trama, les asegura, hay metidos famosos, delincuentes, terroristas, traficantes de drogas, también hay presentadores de televisión. Los sanitarios deciden seguir colaborando.

Finalmente, la Brigada Provincial de Información de la Policía Nacional en Madrid detiene a 15 personas. Mario y la enfermera reconocen su participación en la trama. Hay 2.200 personas inscritas falsamente en el Registro, la mayoría son vecinos de Madrid, pero también hay decenas de personas residentes en Cataluña y Marbella que no necesitaban desplazarse siquiera para figurar como vacunados. Las primeras claves les incluían como inmunizados en el Hospital de La Paz; luego, con cierta lógica criminal, la trama afirmaba que les vacunaban en el Hospital Isabel Zendal, el creado para luchar contra la pandemia