Un vecino del barrio de Santa María encontraba este miércoles el cuerpo sin vida de José S. A. que desaparecía el domingo. “Eran las seis de la mañana. Salí de la casa como cada día y me dirigía al trabajo. Me percaté de que había una mancha de sangre en la calle. Seguí el rastro y me encontré con una persona muerta”, afirmaba José en declaraciones a LA OPINIÓN DE MURCIA, diario que pertenece al mismo grupo que este medio.

De inmediato alertaba a la policía. “En ese momento no me imaginé que podía tratarse de José, un vecino que estaban buscando desde el domingo, porque su piel estaba muy oscura. No parecía él. Estoy muy afectado, porque le conocía. No puedo quitarme de la cabeza su imagen. He ido a mi casa, pero no puedo estar ahí hasta que se lo lleven. No dejo de pensar en el pobre hombre, en las circunstancias que tuvo que vivir... Le he dicho a mi mujer y a los niños que no salgan hasta que todo esto termine”, relataba el hombre mientras contemplaba todo el operativo policial desde la lejanía que le ofrecía la carretera de circunvalación del Castillo.

Unos instantes después de que José diera el aviso, hasta el lugar llegaban varias unidades del Cuerpo Nacional de Policía. Acordonaban toda la zona, desde la entrada al atrio de la antigua iglesia de Santa María, la pista deportiva y el acceso a las viviendas desde la carretera de circunvalación del Castillo.

A los vehículos policiales se sumaban, en torno a las ocho y media de la mañana, dos camiones de bomberos del Consorcio de Extinción de Incendios de Lorca, para lograr extraer el cuerpo del lugar donde se encontraba. “Estaba entre los muros de dos viviendas. Un espacio muy pequeño de apenas unos veinte centímetros aproximadamente. No ha sido fácil sacarlo. Hemos tenido que estar un buen rato. No sabemos cómo ha podido pasar. Será Policía Nacional quien determine cómo ha podido ocurrir”, señalaba Juan Carlos González, cabo del Parque de Bomberos de Lorca.

El cadáver aparecía en el espacio entre dos viviendas de la calle Juan Pérez. El hombre, según fuentes cercanas a la investigación, se habría adentrado por el camino que hay al final de las pistas deportivas detrás de la antigua iglesia de Santa María. Por allí, habría avanzado algunos metros hasta situarse en el talud de tierra, con arbustos de más de un metro de altura, detrás de las viviendas donde fue encontrado. El pequeño barranco, en la ladera del Castillo, tiene la salida cerrada con una valla de hierro, por lo que el hombre habría intentado abandonar el lugar introduciéndose por el hueco entre las dos casas.

Las mismas fuentes señalaban a esta Redacción que se habría quedado enganchado y que a pesar de los intentos no consiguió sus propósitos de salir. En espera del resultado de la autopsia, que ofrecerá más detalles sobre las causas de la muerte, se cree que esta pudo sobrevenirle al desvanecerse por el intenso calor, ya que podría haber permanecido en el lugar desde el domingo en que sus familiares le echaron en falta.

Sus hermanos y sobrinos conocían la noticia de inmediato y acudían andando hasta el lugar donde fue encontrado, ya que el hombre vivía con su hermana en una casa del barrio de Santa María, apenas a unos 200 metros de donde aparecía el cadáver. Uno de sus sobrinos, Francisco Javier García, ponía en duda que la muerte hubiera sido por causas accidentales. “Parece prácticamente imposible que haya podido caer ni accidental, ni queriendo. Tiene toda la pinta de que alguien lo ha llevado ahí, ha trasladado el cuerpo hasta ese lugar. No sabemos lo que ha pasado antes, vamos a ver lo que dice la autopsia, pero no creo que haya sido accidental”.

Añadía que “ahora mismo no se sabe nada. Hay que esperar a la autopsia. No sé si por la medicación que seguía y sus problemas se haya podido caer ahí. Es un lugar de difícil acceso. Han necesitado mucho tiempo para lograr sacarlo. Vamos a estar muy pendientes de la autopsia, de conocer qué revela, porque es muy raro que él llegara hasta esta zona. Estamos a la espera de que nos ofrezcan más datos”. Y reconocía que la ropa que llevaba era la misma que vestía el día que desapareció.

Los vecinos no esperaban el desenlace. A las puertas de sus viviendas contemplaban el dispositivo policial. “Estábamos durmiendo y hemos escuchado un ir y venir de coches que no es habitual en esta zona a una hora tan temprana. Al poco tiempo, un vecino nos ha dicho que se habían encontrado a José”, afirmaba Carmen Mateos. A su lado, su esposo, se lamentaba de lo sucedido. “Pobre José. Me da mucha pena de lo que le ha ocurrido. Y de su hermana. Vivían aquí abajo los dos. Él era muy conocido. Siempre estaba por la Plaza de España”, contaba Javier Soto.

Desde hace unos días buscaban a José Sola Aracil. El hombre, de 71 años de edad, era conocido por todos. “Le saludaba todas las mañanas y le invitábamos a un café”, indicaba la edil de Izquierda Unida-Verdes, Gloria Martín. El alcalde, Diego José Mateos, también señalaba que se lo encontraba cada día. Y la edil del PP, María de las Huertas García, también lamentaba lo ocurrido.