"Me encuentro mal. Sin ánimo, sin esperanza... ya no me quedan fuerzas para seguir con todo lo que hay". Se llama Juan Jesús y lleva cuatro años clamando justicia. Los mismos cuatro años que lleva buscando a su hermano Antonio en Granada. "Lo han matado", lamenta. "Sus asesinos tienen nombre y apellidos, lo han envenenado, le han hecho desaparecer". 

La denuncia se interpuso en 2018, cuando saltó la alerta, pero no se sabe a ciencia cierta cuando desapareció. Antonio Ruiz, conocido como 'el Rosco', tenía 58 años y la vida resuelta. Con una vida tranquila, desde hacía tiempo no trabajaba, se había prejubilado.

"Desapareció en Baza (Granada) y nadie avisó de su ausencia", denuncia su hermano. Antes, había iniciado una nueva relación. "Conoció a una mujer y se fue con ella". Las pesquisas revelaron hasta 14 visitas al médico antes de perderse su rastro, todas por dolencias digestivas. Sin paradero, sin noticias de él, lo único que sí mostraba movimientos era su cuenta bancaria: había retiradas de dinero puntuales, el mismo día de cada mes.

Se separó de la familia

Alegre, divertido, "siempre de cachondeo, haciendo bromas". Juan Jesús recuerda que Antonio "era familiar, cercano, hasta que la conoció a ella". Fruto del nuevo amor, se instaló en Baza (Granada) y se fue a vivir a una casa - cueva. "Perdió el contacto con todos", se alejó de sus hijos -tiene tres-, de sus padres, de él.

Su hermano recuerda cómo se enteraron de que se había esfumado: "Un primo que llegó a Baza tras unas vacaciones se presentó en su casa", cuenta Juan Jesús. Antonio no estaba. "¿Cómo no va a estar?" El 16 de julio de 2018 denunció su desaparición. "Nadie sabía nada de él ni su pareja". Desesperado, colgó la imagen de su hermano en redes, "se busca, por favor, si alguien lo ha visto que avise a la Guardia Civil".

Las respuestas llegaron pronto: "Alguien me mandó un mensaje a través de Facebook y me dijo: 'yo que tu denunciaba', Me sugirió que hablara con la familia de ella, de la pareja de mi hermano; ahí pasó algo". Se activaron las sospechas. "Desapareció de la noche a la mañana, dejó su casa y sus cosas. En la casa, además, vive ahora un sobrino de la mujer", le volvieron a escribir.

Tres versiones

"Desde que empezó esta relación no teníamos mucho contacto", contó su hermano a los agentes cuando denunció. "La fecha exacta de la desaparición no la sé". Reconstruir sus últimos pasos se hizo imposible. Llamaron a su pareja, no habló, "sigue sin hacerlo, se marchó".

Según el sumario, al que ha tenido acceso CASO ABIERTO, portal de sucesos e investigación de Prensa Ibérica, ante la Guardia Civil la mujer contó algo más. Aportó tres versiones distintas.

En la primera afirmaba que Antonio y ella habían discutido, que él le había pegado y, después, este se había ido a casa de su madre en Huétor Tajar (Granada). No lo volvió a ver, aseguró.

En su segunda explicación, la mujer afirmó que ambos habían discutido, pero era ella la que se había ido y Antonio se había quedado en la cueva. Durante la pelea, habían intervenido los vecinos, añadió. Ella no sabía nada más porque, ante la gravedad de los hechos, la policía había interpuesto a Antonio una orden de alejamiento.

Según su última versión de los hechos, Antonio había conocido a una chica rumana en redes sociales y se había marchado con ella a su país, sin más explicación. "No tenía sentido", lamenta su hermano.

La Guardia Civil analizó las tres opciones. Descartaron la primera nada más empezar a investigar porque Antonio no había ido a casa de su madre. Comprobaron que la segunda versión ofrecida por la mujer también era falsa, tal y como recoge la documentación del caso, la Guardia Civil no encontró diligencias por una supuesta pelea de la pareja, tampoco ninguna denuncia ni constaba ninguna orden de alejamiento.

Estudiaron la tercera vía, que Antonio se había ido del país. Los hijos del desaparecido contaron que su padre no tenía ordenador ni teléfono con conexión a Internet, tampoco conocimientos sobre nuevas tecnologías. "Imposible", lamenta Juan Jesús.

Empezaron los registros. Encontraron en la cueva su DNI. "Antonio no habría podido salir de España", lamenta su hermano. Los agentes, según ha podido saber CASO ABIERTO, solicitaron información a las autoridades rumanas a través de las oficinas SIRENE (Solicitud de Información Complementaria a la Entrada Nacional), con resultado negativo, Antonio a Rumanía no entró.

La novia de Antonio aseguró a los investigadores que el hombre se había marchado con una mujer rumana que había conocido por Internet

Con su teléfono apagado y sin señales de él, se miraron los movimientos bancarios de Antonio. Por si el hombre, voluntariamente, hacía vida en otro lado y había decidido desaparecer. Los había, mensuales, puntuales, metódicos; siempre la misma operación: retirada del dinero de su pensión.

Los agentes afinaron las pesquisas y descubrieron que quien lo retiraba era ella, no él. "No denunció su desaparición, pero siguió cobrando el dinero", lamenta su hermano. Le pidieron explicaciones: "Me ha dejado el dinero a mi, nos dijo", sostuvo la mujer. Y siguió cobrando. No dejó de hacerlo hasta que Juan Jesús la frenó. En marzo de 2019, cuando desde la Seguridad Social se requirió la presencia de Antonio en su sede para hacer un "control de vivencia". Antonio, ya desaparecido, no se presentó. Entonces, se bloqueó el cobro de la pensión y la pareja de Antonio "dejó de robar".

Foto de Antonio el día de su boda, compartida por su hermano.

Dolores de estómago

"La desaparición no era voluntaria", afirmaba y afirma su hermano, la investigación giró. No se sabe cuándo desapareció, cómo ni porqué, sí que la última fe de vida, documentada, es de julio de 2016. Es el último registro que se tiene de él y se da en un centro de salud.

El sumario del caso recoge declaraciones de testigos que hablan del estado de salud del hombre antes de desaparecer: "dolores terribles de estómago", de "manchas en el cuerpo" (en brazos, rostro), de deterioro y de semanas en la cama. Todas en 2016. La Consejería de Salud de la Junta de Andalucía remitió a los agentes las asistencias sanitarias de Antonio hasta julio de ese año: saltaron aún más las alarmas, desde el verano de 2015 había acudido 14 veces al médico. Siempre a especialistas de digestivo. Una de las veces, incluso, requirió ingresó en el hospital.

"Envenenó a un poni"

Contradicciones, silencio y retirada de dinero. Para la familia, su pareja se convirtió en principal sospechosa, "policialmente, ya no sé". Analizaron su perfil, su trayectoria y sus antecedentes y averiguaron algunos episodios inquietantes.

Un exnovio de la mujer declaró que, cuando salían juntos, había intentado envenenarlo. Contó que se puso "muy enfermo", que fue trasladado al hospital de Baza, donde le realizaron un "lavado de estómago". No murió, se recuperó, pero años después, cuando la Guardia Civil lo citó a declarar por el caso de Antonio, continuaba en tratamiento.

"Encontraron más", lamenta Juan Jesús, que recuerda que su hermano fue despedido de una finca en la que trabajaba porque la mujer "envenenó a un poni". Además, "en esa finca echaba también veneno a las plantas". Cuando despidieron a la mujer fue cuando se mudaron a vivir a la casa cueva. Poco después, Antonio dejó de estar.

Huesos en la casa

Además, cuando registraron la casa de la pareja, encontraron unos huesos. Estaban "seccionados de manera limpia", de acuerdo con el informe forense, que no pudo determinar que fueran de origen humano. La investigación se fundió a negro. "Ya no hay nada más. Ni avances ni movimientos. Nadie hace nada ya por mi hermano, se paró todo, se quedó ahí".

Camisetas y carteles que claman por encontrara Antonio. CASO ABIERTO

Juan Jesús delegó en el equipo de criminólogos de la Asociación Metro a Metro. Averiguaron que, tras el registro, el único coche con el que contaba la sospechosa, de su entorno, fue entregado a un desguace. "Los investigadores no lo miraron".

"Trabajaron en el caso", sostiene el hombre. Se pidieron nuevas diligencias: localizar el vehículo, lo primero. Revisar el análisis de los huesos; repetir la declaración de la mujer y dos allegados, "posibles cómplices", ante las múltiples contradicciones. "Revisar qué se hizo y qué no", lamenta Juan Jesús. No hubo respuestas. Antonio no está; su hermano clama: "el caso está parado, hagan algo, no puedo más".